Hace 30 años “An Apple a day keeps the doctor away” (“Una manzana al día mantiene lejos al doctor”) era un refrán habitual y los médicos lo recomendaban. Pero en estos 30 años hubo muchos cambios en el mundo frutícola. Los médicos hoy recomiendan “an avocado a day”, actualmente la fruta que parece solucionar todo, mientras que las frutas tradicionales, como la manzana, cayeron
al olvido. Su consumo cae constantemente. Mientras que otras consideradas antes más bien exóticas, como la palta, el arándano o alguna tropical, son la nueva panacea.
Menos, pero más top
Con preocupación, el sector observa una marcada tendencia a la disminución del consumo de frutas. Principalmente las generaciones más jóvenes han perdido el hábito. Los mayores son por lejos los mayores consumidores. Los jóvenes compran paltas, arándanos, bananas, frutillas y en menor grado mandarinas, cerezas y uvas. Pero las cantidades son mucho menores a las que consume la gente mayor.
¿La fruta es un lujo?
Antes la fruta era considerada barata, no se tenía en cuenta como un gasto especial. Esto ha cambiado, actualmente la fruta resulta un alimento no tan barato, para algunos incluso caro. El consumidor ya no las considera un alimento esencial, por lo cual no está dispuesto a pagar así nomás los precios exigidos. Pero la razón del mayor precio no es un capricho, sino se base en el importante
encarecimiento que tuvo la producción de fruta en los últimos años: subieron los costos laborales y de energía, además, actualmente se requiere una alta tecnología, certificaciones, controles, buen embalaje etc. para obtener un producto de calidad, que es el que exige el mercado. Si a esto se suma que el consumidor, cuando decide gastar en frutas, opta por las más caras (arándanos, paltas, uvas, mangos) y las mejores calidades, los productores a frutas “más clásicas” enfrentan una tormenta perfecta.
Más sellos, más certificaciones, más distinciones
En los últimos años su multiplicaron los sellos y las certificaciones, promocionadas para diferenciar el producto frente a la competencia. Son distinciones que exigen las grandes cadenas de supermercados o responde a la búsqueda de la sociedad hacia una producción más amigable con el ambiente y el entorno social. Todo esto implica costos adicionales para adaptar la producción a las nuevas exigencias y pagar las certificaciones. Este plus se carga a la fruta y es otro motivo del aumento de los precios de la misma.
Comodidad y practicidad por sobre todas las cosas
El consumidor busca fruta fácil de consumir (banana, mandarina), rápida para comprar (en el supermercado) y cómoda para agarrar (redes, prepacks). La comodidad y practicidad son lo que más pesa en el momento de la compra y del consumo. Dudas medioambientales o económicas son dejadas de lado. Por ejemplo, ciertos embalajes, aunque cuestionables por contaminar, están
ganando la batalla por ser más cómodos ó, ante un mayor costo se prefiere comprar menos, pero lo más práctico.
Agroquímicos y Transgénicos – los malos de la película
Si hay algo que atemoriza al consumidor y está muy posicionado en su mente como algo endiablado, son los agroquímicos y transgénicos. A tal punto que hay personas que deciden no comer frutas “porque están llenos de venenos”. Desgraciadamente hay una enorme confusión al respecto,
basadas en comunicaciones falsas y una gran ignorancia. Frecuentemente se usan frutas para hacer las publicaciones sobre los riesgos de los productos químicos, ya que son productos palpables por el consumidor. No tendría el mismo efecto si, en lugar de una linda manzana “llena de tóxicos” se
empleara la imagen de un grano de cereal o una legumbre. El consumidor desconoce el gran esfuerzo que hace el productor frutícola para reducir el uso de productos químicos. Tampoco es consciente de que no se puede tener una producción comercial sin toda esa tecnología. Hay cierta idea romántica de que se puede producir frutas “naturalmente”, sin mayor intervención y que el
productor es el malo que quiere hacer “lucro” forzando producciones con químicos.
¿Quién cosecha la fruta?
Es un creciente problema mundial al no encontrarse personas dispuestas a hacer el trabajo de recolección. La pandemia lo puso más que en evidencia, al complicarse el traslado de los cosechadores de otras regiones y países. Hay una constante búsqueda para incorporar tecnología y simplificar la tarea de cosecha, dado que este punto es un creciente dolor de cabeza para los productores.
¿Las patentadas son la solución o un problema?
Hace 30 años las variedades patentadas recién se iniciaban como la revolución de la fruticultura. Pero el tiempo mostró que no son la panacea. Los altos costos, elevados riesgos y en más de un caso insuficiente rendimiento productivo y económico, frenó el entusiasmo inicial. Actualmente se dispone de una amplia paleta de patentes, algunas exitosas, promisorias y otras que fracasaron. Por
otro lado, las variedades tradicionales, libres, no han desaparecido. Siguen teniendo su vigencia e importancia, proveyendo en la mayoría de los casos el grueso de la producción.
Los viejos mercados están “viejos”, avanzan los “nuevos”
El comercio del hemisferio sur se inició con vista de abastecer a Europa y Norteamérica durante la contraestación. Casi la totalidad de los envíos se dirigían a esas regiones. Pero esto cambió drásticamente. En varios casos, como en las manzanas, peras o cerezas el viejo continente y los EEUU pasaron a ser un mercado secundario. En otros como los cítricos y las uvas, perdieron importancia. De recibir el 70-80% de los envíos australes, actualmente es apenas la mitad. Los mercados “nuevos” para los proveedores del hemisferio sur, son en primer lugar los asiáticos. El Lejano Oriente, con China a la cabeza; pero también el sudeste asiático, con Indonesia, Filipinas, Malasia, etc se perfilan como destinos cada vez más atractivos. En las cerezas y manzanas, ya pasaron a ser los primeros compradores; en cítricos y uvas crecen los volúmenes año tras año. Otras regiones que están adquiriendo en los últimos años peso, son los países latinoamericanos para los productores de Sudamérica y los vecinos africanos para Sudáfrica.
Un nuevo desafío: el cambio climático
Cuando nos iniciamos había eventos climáticos (como heladas, granizo, tormentas) que azotaban a las regiones productoras. Pero eran eventos excepcionales, que ocurrían cada tanto. En los últimos años estos eventos se hicieron habituales afectando a cada vez más regiones. Tener una temporada
sin ningún problema climático extremo, pasó a ser la excepción. El sector tendrá que prepararse cada vez más a tales situaciones. Nuevas tecnologías y cambios en los manejos de producción serán necesarias. También se complicará la programación de las campañas, dado que ya no habrá región proveedora segura. Siempre habrá que tener un “plan B” para sustituir a un proveedor que no pueda
cumplir con lo prometido. El cambio climático es un gran desafío para el sector y el mundo entero.
¿El futuro?
Junto con el cambio climático habrá otros innumerables desafíos a los que se enfrentará el sector en los próximos años. Pero la fruticultura tiene algo a su favor, es un sector dinámico, al estar conformado por miles de integrantes, repartidos en diferentes regiones, cada uno con sus características propias. Y en otras oportunidades ya demostró adaptarse a los cambios e incorporar
rápidamente nuevas tecnologías. Por otro lado, el mundo que demanda fruta también es enorme, miles de millones de habitantes del mundo, aprecian la fruta y la consumen. Por lo cual el futuro está asegurado, aunque seguramente no será como nos lo imaginamos ahora.
Por Ing.Agr. Betina Ernst y Ing.Agr. Nicolás C. Szentiványi de Top Info.