Años Difíciles, pieza teatral de Roberto Tito Cosa, con dirección de Eduardo Ruderman, se ofrece en el escenario del CELCIT en Moreno 431, CABA, los viernes a las 20.
Una obra que lleva la impronta del maestro de la dramaturgia argentina Roberto Cossa y que en esta oportunidad también el sello en la dirección de Eduardo Ruderman quien le imprimió a la obra algunos destellos cinematográficos.
Una familia disfuncional de dos hermanos jubilados atrapados por las informaciones en las que aparecen disputándose la veracidad de las noticias en dos formatos dominantes: la imagen y el sonido. Un enfrentamiento con argumentos pueriles en los que subyace una sutil interpelación a los medios masivos de comunicación.
Dos hermanos, los rusos y una mujer, la única en la casa que se ocupa de atenderlos, recriminar sus actitudes cómodas y marcar ciertos límites con fronteras difusas, hasta que llega un familiar inesperado, pero al mismo tiempo inevitable con el correr de la obra.
Un grotesco típico de la escena nacional que dibujó la pluma de Tito Cossa y le imprimió situaciones de humor ácido y la ironía a flor de piel que se transmite sin artilugios escénicos, sino que es una constante en todo el transcurso de la obra. Y en ese transcurrir aparecen la discriminación, los prejuicios, un acentuado machismo como producto del paso del tiempo y el aislamiento en submundos rutinarios y sin salida.
Tres personajes que conviven en una casa que se la ubica en el barrio de Colegiales, frente a la estación y que han permanecido en el barrio durante toda la vida. Los rusos acumulan una fama que los hace visibles, pero nada es transparente en ellos y el discurso de una familia normal se hace trizas ante el amor disfrazado.
Y surge en la trama los desaciertos del pasado que ahora regresan a cobrarse una deuda con la vida; aquella vida que hoy justifica una tragedia, cuando uno de los protagonistas revela sus verdaderas intenciones.
Una historia que transita en una escenografía y puesta en escena bien resuelta, con elementos que se complementan; una iluminación simple y un vestuario acorde que termina de perfilar a los personajes.
“La crítica a la familia patriarcal, la hipocresía del machismo culposo, la dependencia del consumo mediático y la “legitimidad” de la venganza son tópicos que esta pieza esboza con maestría. Un texto maravilloso, intocable e inmodificable que me produjo el deseo de ponerlo en escena”, declaró a El Ágora, el director Eduardo Ruderman.
Dramaturgia: Roberto “Tito” Cossa; Intérpretes: Osvaldo Bermudez, Cecilia Labourt, Antonio Regueiro y Néstor Villa; Espacio escénico: Héctor Calmet; Diseño de iluminación: Marcelo Cuervo; Coreografía: Mecha Fernández; Música: Fernando Dieguez; Asistentes: Damián Rojas y Laura Aparici; Dirección: Eduardo Ruderman.