¿Cómo las políticas públicas y los Estados de América Latina y el Caribe pueden apoyar el desarrollo de alternativas a los insumos de síntesis química para la actividad agropecuaria? ¿Cómo estas políticas pueden participar de la expansión regional de un sector de la bioeconomía que genere beneficios para una diversidad de actores?
Estas preguntan fueron abordadas en un ciclo de conferencias, organizado por el Instituto Inter-Americano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el Centre de Coopération Internationale en Recherche Agronomique pour le Développement (Cirad) y la Red Políticas Públicas para el desarrollo rural en América Latina (Red PP-AL).
El ciclo consistió en la exposición de cinco experiencias nacionales de promoción de los bioinsumos de uso agropecuario y se realizó entre junio y agosto del 2020 donde funcionarios públicos, investigadores y empresarios de Argentina, Colombia, Ecuador, México y Brasil presentaron las dinámicas actuales en estos cinco países, los cuales se cuentan entre los mas avanzados a nivel regional sobre las políticas a favor de los bioinsumos.
Como primera etapa deste ciclo de conferencias permitió identificar varias tendencias, avances y necesidades para apoyar el desarrollo de los bioinsumos. Se identificaron al menos cinco elementos claves para avanzar: la importancia de definir qué son; la importancia de adaptar los marcos regulatorios y cuál es el rol del Estado. Además tener en cuenta la dinámica de autoproducción individual y colectiva; y reconocer el rol esencial del sector empresarial.
Lo primero que se identificó como de gran importancia es llegar a un consenso sobre la definición de lo que son (o no son) los bioinsumos, cuyo término es relativamente nuevo. Se considera que son “son herramientas de base biológica, macro o micro organismos, derivados y extractos de plantas, aplicados a la producción agropecuaria. Son todos aquellos productos constituidos de organismos vivos tales como microorganismos (hongos, bacterias, virus, etc.) o sus derivados, macroorganismos (ácaros e insectos benéficos), extractos de plantas y sus compuestos derivados de origen biológico o natural y que son destinados a ser aplicados como insumos en la producción agropecuaria. Estos comprenden a tres familias de productos: productos de control biológico (biocontroladores y agentes fitosanitarios, ya sean de origen fúngico, viral, bacteriano, vegetal o animal, o derivados de estos), biofertilizantes, y bioestimulantes o fitorreguladores.
A nivel semántico, ese término permite articular el mundo de los insumos, considerados desde la revolución verde como de origen principalmente químico, con el mundo de los procesos biológicos. La definición del perímetro de esa nueva categoría es fundamental, pero está sujeta a matices entre los países. Es necesario entonces tratar de uniformizar ese perímetro, y sobre todo acompañar a los países que todavía no implementaron políticas específicas para bioinsumos. Este es un punto de partida necesario para una política nacional y un diálogo regional.
Segundo, se notó la importancia de adaptar los marcos regulatorios existentes para que sean mas adecuados al registro de insumos biológicos. Muchas veces no existe una normativa específica para bioinsumos – de hecho, en América Latina y el Caribe solo Colombia tiene una -, y los bioinsumos tienen que recorrer hoy en día el mismo camino de evaluación y registro que un insumo químico. Si bien es cierto que países como Argentina y Ecuador implementaron aranceles preferenciales, el proceso en sí mismo sigue largo. Los organismos nacionales o regionales que están a cargo de la definición de criterios y procesos de registro son de hecho una piedra angular de la transformación de los marcos regulatorios. Está claro que estas instituciones son fundamentales en este proceso, y juegan un papel central en la creación de un ámbito regulatorio apropiado, tanto para la producción nacional como para la importación y exportación de los bioinsumos.
Tercero, el rol del Estado puede trabajar en el diseño e implementación de políticas integrales de promoción de los bioinsumos. Hoy, Argentina y Brasil son los países que parecen haber ido más lejos en términos de implementación de un programa o un plan nacional de bioinsumos.
Cuarto, es importante que los Estados tomen en cuenta un fenómeno que estuvo ganando terreno en los últimos años: la autoproducción de bioinsumos por parte de productores, individual o colectivamente. El derecho del productor a producir sus propios insumos, sobre todo cuando no tiene acceso a insumos comerciales, es una reivindicación de largo plazo de los movimientos de producción agroecológica y orgánicos.
Quinto, en países como Colombia, Argentina, Brasil o México, las empresas de insumos biológicos se han organizado en asociaciones nacionales, algunas siendo socias de alianzas internacionales como BioProtection Global. Es un sector dinámico, tanto del lado de las pequeñas y medianas empresas, como del lado de las empresas multinacionales tradicionales del sector de los insumos o de biotecnologías, que han invertido muchos recursos en el sector de insumos biológicos. Este acercamiento entre las dos industrias se manifiesta de forma clara en Brasil, con la absorción de la ABCBio dentro de Cropflife Brasil, un conjunto dominado por la industria de insumos químicos y biotecnologías.
Las cinco conferencias de este ciclo de encuentran online en acceso libre:
Argentina: https://youtu.be/oWRWXLDAcM4
Colombia: https://youtu.be/tnv3pZMX1QE
Ecuador: https://www.facebook.com/IicaEcuador/videos/284077199518693/
México: https://youtu.be/d-OJs6QmeSY