El terremoto de Turquía y Siria y su réplica han dejado miles de muertos y Naciones Unidas ha advertido que las cifras aumentarán. Pero esta catástrofe no era del todo imprevisible en la zona, donde ya se han vivido episodios similares debido a su ubicación entre fallas y placas tectónicas; cuyos efectos habrían sido más leves con una acción directa del Estado e infraestructuras sismorresistentes, apuntan los expertos.
Eran las 4:17 de la madrugada cuando el primer terremoto golpeó el sudeste de Turquía y el norte de Siria. Era de magnitud 7,8 en la escala Richter. Solo nueve horas después del primer sismo, cuyo epicentro estaba muy cerca de la ciudad de Gaziantep, se produjo una réplica anormalmente intensa -de magnitud 7,5- a tan solo 100 kilómetros.
Desde ese momento, la pesadilla empezó para muchos. Los videos de edificios enteros derrumbándose han llenado las redes sociales, ya hay miles de víctimas mortales y Naciones Unidas advirtió que la cifra aumentará.
El temblor original tuvo una profundidad de 18 kilómetros y, debido a su alta intensidad, ya se han producido numerosas réplicas que se espera se prolonguen en el tiempo.

“Sin duda se esperan más réplicas, dada la magnitud de la sacudida principal. Esperamos que las réplicas continúen en los próximos días, semanas y meses”, dijo Alex Hatem, geólogo investigador del instituto USGS, a France 24.
Este no es un caso aislado, en Turquía ya han vivido numerosos episodios similares. Lo que hace que muchos se pregunten ‘¿qué hace que la zona sea tan susceptible a temblores?’
La falla de Anatolia, clave de los terremotos en Turquía y Siria
Turquía está atravesada por las fallas de Anatolia, una en el norte y otra en el este, esta última compartida con Siria y donde se produjo el terremoto del 6 de febrero. Su ubicación entre fallas hace que la zona esté sujeta al movimiento de las placas tectónicas que las componen y que todos los años se desplacen varios centímetros.
Este fue un terremoto o seísmo de desplazamiento. Todo debido a que el deslizamiento lento al que están sujetas las placas con el paso del tiempo se vio alterado. Las placas acumularon tanta tensión que liberaron la energía repentinamente y provocaron el terremoto. De hecho, en unas horas se movieron lo mismo que se habrían movido en 400 años a un ritmo normal.
Es el mayor movimiento que ha registrado la falla del este de Anatolia en los últimos 100 años.

En el último siglo, Turquía ha registrado más de 50 seísmos de magnitud igual o superior a 6, que es el umbral a partir del que se consideran “severos”. El que muchos turcos aún recuerdan en la actualidad es el de 1999, el terremoto de magnitud 7,4 que tuvo lugar en Izmit -cerca de Estambul- y en el que murieron más de 17.000 personas.
No era el primero, en 1939 otro de magnitud 7,7 se cobró la vida de más de 32.000 personas. Y los datos recopilados por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) demuestran que estos fenómenos se remontan a siglos atrás. En el año 115, se registró uno en la región de Antioquía -Antakya en turco- que se cobró la vida de aproximadamente unas 260.000 personas. Su magnitud fue de 7,5 en la escala Richter.

Con sus antecedentes, los científicos y geólogos son conscientes de la alta susceptibilidad de la zona a albergar terremotos. Pero, a pesar de que casi todos los turcos saben que tarde o temprano llegará otro temblor, el país no está lo suficientemente preparado. En el caso de Siria, que lleva 11 años sumida en una guerra civil, la situación es aún peor.
La importancia de infraestructuras sismorresistentes
Según fuentes oficiales, más de 5.600 edificios colapsaron en Turquía tras los terremotos. Esto se debe a un problema que viene de largo, las estructuras de los edificios de la zona son muy débiles y no están preparados para aguantar un temblor.
“Muchos de estos edificios fueron construidos ilegalmente desde los años 60 hasta los 80. Este tipo de construcciones no cumplen con los estándares. Y muchos que han hecho las constructoras más recientemente, que quieren ahorrar gastos al máximo, tampoco”, apunta al respecto Adrià Rocha, corresponsal en Turquía de France 24.
Los edificios nuevos de ciudades como Estambul se diseñaron teniendo en cuenta las normas antisísmicas modernas, pero en la zona del sur no es igual. Así lo indica Kishor Jaiswal, ingeniero de estructuras del instituto USGS.
“Está claro que en las regiones afectadas había edificios vulnerables”, sostuvo Jaiswal.
Por no hablar del norte de Siria, donde los edificios están en estado frágil tras años de ataques aéreos y bombardeos debido a la guerra civil, y es prácticamente imposible que resistan un terremoto y decenas de réplicas. Temblores que, aunque fueron más leves que los de la vecina Turquía, miles de edificios sirios no pudieron aguantar.
“Lo que vemos en Siria es una emergencia dentro de una emergencia”, dijo Mark Kaye, portavoz del Comité Internacional de Rescate.
Y es que, a los millones de desplazados por la guerra civil, ahora se les suman aquellos que se han visto obligados a huir de los destrozos del terremoto.
Estas situaciones se pueden evitar, sobre todo en Turquía, que tiene más estabilidad y poder económico que Siria. Los expertos lo dicen claro, si bien no se sabe cuándo se van a producir exactamente ni dónde, sí se pueden prevenir.
De hecho, tras el sismo de 1999, el Gobierno prometió reforzar los controles sobre las infraestructuras para evitar una catástrofe similar. Sin embargo, esta promesa no se materializó y no se ha podido evitar esta tragedia.
Entre los derrumbes de los edificios, algunos fueron en forma de “tortita”. Esto significa que las plantas superiores caen directamente sobre las inferiores algo que, según los expertos, indica que la infraestructura no está preparada para absorber las sacudidas del sismo.
“Este es el terrible nivel de devastación y destrucción que cabría esperar cuando un seísmo fuerte sacude una región con edificios que no están preparados”, sostuvo al respecto Ilan Kelman, experto en catástrofes y salud del University College de Londres.
Además, en medio de este panorama desolador, los equipos de rescate han visto sus labores dificultadas por las bajas temperaturas y la incapacidad de respuesta del Estado. En Turquía esta es escasa y en Siria aún menor.
Por eso, desde diferentes organizaciones humanitarias pidieron a Occidente que olvide sus diferencias con Siria y el Gobierno de Bashar al-Assad y envíe toda ayuda posible.
Ya que, de no ser así, los que más tienen por perder son los civiles que están enfrentando esta situación.
Con información de France24,
