Una Nueva Delhi blindada comenzó a recibir este viernes 8 de septiembre a los líderes de las principales economías del mundo para la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del G20, que se realizará el fin de semana.
En una medida controvertida, el Gobierno de India ordenó un cierre total en el área céntrica de la capital del país, así como el despliegue de 130.000 policías y paramilitares y de aviones de apoyo de la Fuerza Aérea. Otras acciones polémicas en preparación para la reunión fueron la demolición de viviendas precarias cerca de la sede de la cumbre o el ahuyentamiento de monos y de perros callejeros.
Con mercados y escuelas cerradas y tráfico interrumpido, el habitual bullicio del casco céntrico de Nueva Delhi dio paso a una parálisis en el corazón de la ciudad, donde se alojarán los líderes durante la cumbre, que se desarrollará en un lujoso centro de convenciones recientemente construido.
El primer ministro británico Rishi Sunak, su par italiana Giorgia Meloni, el presidente argentino Alberto Fernández y el jefe del Consejo Europeo, Charles Michel, fueron algunos de los primeros en arribar a India para el encuentro.
Más tarde fue el turno de la llegada del secretario general de la ONU, António Guterres, y del mandatario estadounidense Joe Biden, que mantendrá una reunión cara a cara con el anfitrión, el primer ministro indio Narendra Modi.
Asimismo está confirmada la participación del presidente francés Emmanuel Macron, el canciller alemán Olaf Scholz, el príncipe heredero saudita Mohamed bin Salman, del mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y del primer ministro japonés Fumio Kishida, entre otros. También arribó este viernes el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, quien encabeza la delegación de su país ante la ausencia del presidente Vladimir Putin. Este será uno de los grandes ausentes junto al mandatario chino Xi Jinping, que optó por enviar al premier Li Qiang.
Una cumbre dominada por Occidente, pero con dificultades para construir consensos
Pese a las ausencias de sus presidentes, tanto Rusia como China aseguran estar dispuestas a cooperar con los países del G20.
Antes de la llegada de Lavrov, en un comunicado, el Ministerio de Exteriores ruso puso el foco en sus “esfuerzos” para evitar “explicar los problemas humanitarios y económicos del mundo únicamente a través del conflicto en Ucrania”.
Esa declaración choca con las palabras del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que apuntó contra Rusia por profundizar una crisis alimentaria a partir del bloqueo de las exportaciones de cereales de Ucrania a través del Mar Negro.
El líder europeo tildó de “cínico” el enfoque de Moscú, que “está creando más dificultades para los países en desarrollo”. “Al atacar de forma deliberada los puertos de Ucrania, el Kremlin está privando a la gente de los alimentos que necesita desesperadamente”, sentenció.
Por su parte, el vocero del Ministerio de Exteriores chino, Mao Ning, sostuvo que Beijing busca trabajar con todas las partes para lograr un resultado positivo en la cumbre. Esa fue su respuesta a las acusaciones de Sunak, quien responsabilizó a China por demorar acuerdos en varios temas, entre ellos la guerra en Ucrania.
En este contexto, pese al dominio de la presencia de líderes de Occidente, las perspectivas de conseguir una declaración conjunta son difíciles. Aunque India señaló tener “casi listo” un borrador de ese texto, tanto Estados Unidos como la Unión Europea pusieron paños fríos a la posibilidad de un consenso.
La secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, admitió que “está siendo complicado confeccionar ese lenguaje para el comunicado, pero sé que los que están negociando siguen hablando sobre ello y están trabajando arduamente en ello”.
“Es difícil predecir si será posible llegar a un acuerdo sobre la declaración”, agregó Charles Michel. “Todavía estamos negociando”.
Además de Rusia y China, otro de los grandes ausentes -sin contar al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, que contrajo Covid-19- es el mandatario ucraniano Vladímir Zelenski. India decidió no invitar al presidente de Ucrania para evitar que el foco del encuentro fuera la guerra iniciada por Rusia.
Sin embargo, es imposible que el tema quede a un lado. Los líderes occidentales quieren que cualquier declaración final incluya una fuerte condena a la invasión, mientras que India ha sugerido que el texto común condene el sufrimiento causado por el conflicto, pero que también refleje la postura de Moscú y Beijing de que la cumbre del G20 no es el lugar para la geopolítica.
La crisis climática, otro punto de discordia
El otro gran aspecto que divide aguas entre los líderes es la crisis climática, más precisamente, cómo adoptar un enfoque unificado hacia la reducción de emisiones y la transición de los combustibles fósiles a las energías limpias.
Las naciones que integran el G20 son responsables de casi el 80% de las emisiones globales y el 85% del producto interno bruto mundial, por lo que es clave que lideren las acciones más fuertes para frenar el cambio climático, según advierten los expertos.
De acuerdo a la agencia Reuters, hay tres puntos por resolver entre los líderes del G20: alcanzar el máximo de sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2025, un compromiso para reducir gradualmente el uso de combustibles fósiles y triplicar los objetivos de energía renovable.
Arabia Saudita, mayor productor mundial de petróleo, está a la cabeza del rechazo a la reducción de los combustibles fósiles y se opone al incremento de los objetivos de energía renovable, junto a China, Rusia, Sudáfrica e Indonesia.
De acuerdo a los expertos en medio ambiente, si el G20 no se fija metas más ambiciosas en su lucha contra la crisis climática, pondría en un peligro aún mayor el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5º C y dificultaría las perspectivas de éxito de la cumbre climática COP28, que se realizará en diciembre en Emiratos Árabes Unidos.
Con France24, Reuters y EFE