Nota de Opinión por el Ing. Agr. Elbio Néstor Laucirica- Consejero CONINAGRO por la provincia de Bs. As.
El avance de la pandemia del coronavirus nos ha instalado a los productores, como integrantes de la cadena alimentaria, en un lugar de excepción, ya que somos engranaje importante – no los únicos – en la cadena que va desde nuestros campos hasta la góndola de alimentos.
Con la implementación de la cuarentena surgieron conflictos en la interpretación e implementación de las medidas tomadas, que fueron resolviéndose rápidamente, buscando preservar la salud de la población y del personal que trabaja en el campo, sin dejar de producir los alimentos que la gente necesita.
La comunidad rural sabe que en la generación de alimentos hay muchas actividades que no pueden parar (ordeñar las vacas, alimentar los animales) y otras tienen sus tiempos biológicos (la cosecha de granos gruesos, por estos días). Desde nuestra ruralidad esperamos que también se comprenda esto en la población urbana.
La cuarentena representa todo un desafío para buscar un equilibrio entre el cuidado de la salud y las actividades económicas, sociales y culturales que cada uno lleva adelante y que sin duda necesitamos realizar. No sólo para el sustento personal y económico de cada uno y de su familia, sino también como empresarios, invirtiendo para el mañana y manteniendo el motor de la economía en marcha. Y generando trabajo e ingresos en las comunidades del interior.
Por eso, cuando se habla de que habría aumentos de impuestos para el campo con el objetivo de acomodar el gasto público – el que aumenta fuerte ante la pandemia de coronavirus -, y se comienza a conocer sobre el aumento de la emisión monetaria, se inquieta a un sector productivo que solo necesita previsibilidad para seguir trabajando. Entendámoslo, la producción no se beneficia con la suba del dólar, que se ha consolidado durante los últimos días por los rumores y por la mencionada emisión, entre otros factores. Esta suba nos significa, a los productores, mayores gastos por un dólar más alto, con ingresos acotados a un dólar oficial más bajo, a los que además se les descuentan los derechos de exportación.
Hay preocupación tranqueras adentro, por el resquebrajamiento en la cadena de pagos de las pymes, las complicaciones financieras derivadas de la cuarentena, y la carga impositiva que terminarían afectando las futuras inversiones de los productores. Y con ello el funcionamiento de las economías de las comunidades rurales.
Por eso, no solo necesitamos la comprensión de los gobiernos sino también necesitamos trabajar juntos, con el gobierno y la sociedad, para mejorar el camino de la inversión productiva y la productividad, que serán tan necesarias en el corto plazo, para que la Argentina salga adelante.