Desde este martes, 6.000 explotaciones de ovino y caprino de Cuenca, Ciudad Real, Toledo y Albacete de España, que tienen alrededor de 3,5 millones de cabezas, están inmovilizadas debido a la viruela ovina que es altamente contagiosa y con una elevada mortalidad entre los animales pero que no se transmite al humano ni a la leche o al queso que producen.
Con un foco de viruela ovina/caprina en Granada, que luego dio el salto a Cuenca, ha terminado por expandirse en la región castellano-manchega agravando la situación de los productores locales.
La decisión de la Junta de Castilla-La Mancha se tomó tras la detección estos días de un brote en una finca grande en la provincia de Ciudad Real, alejado de los focos iniciales de Cuenca y del radio de acción de éstos.
Las restricciones incluyen limpiar y desinfectar correctamente los medios de transporte y ampliar el ámbito de toma de muestras hasta llegar a 500 explotaciones en dos meses.
Sólo se autorizan movimientos de animales con destino a matadero aunque se podrá seguir recogiendo leche en las explotaciones y los animales también se pueden pastorear.
Los veterinarios españoles no tenían el foco puesto en este tipo de viruela ya que no aparecía en la cabaña española desde 1968 pero tampoco niegan que había riesgo de entrada porque ya se había detectado algún brote en Grecia y en Bulgaria además de ser endémica en el norte de África.
Por eso, la vía más posible de entrada a España fue cualquier movimiento o desplazamiento desde un país afectado ya que el virus resiste bien a temperatura ambiente por lo que puede transportarse en ropa u otro material.
Ahora todo el objetivo es conseguir que la inmovilización consiga controlar la expansión del virus y no llegue a nuevos territorios.
Con información de EFE/ Foto: Efeagro/Amado Lizama