Las personas realizan distintas actividades a lo largo del día para satisfacer sus necesidades y las de su entorno usando el tiempo de diferente manera. Estas actividades humanas pueden dividirse en actividades productivas y no productivas. Entre las primeras se encuentra el trabajo
en todas sus formas, mientras que las no productivas aluden a las actividades de tipo personal.
El concepto de trabajo, como categoría histórica, ha variado a lo largo del tiempo. Inicialmente, estaba vinculado a las actividades productivas ligadas al mercado. Sin embargo, estas constituyen solo una parte del trabajo productivo: desde hace ya varias décadas que el trabajo no
remunerado –doméstico, de cuidado y voluntario– se considera en el mismo nivel que el trabajo ligado al mercado.
Para cuantificar estos aspectos se realiza la primera Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) durante el periodo entre octubre y diciembre de 2021 por la Dirección de Estudios de Ingresos y Gastos de los Hogares (DEIGH) y la Dirección de Estadísticas Sectoriales (DES) del Indec, junto a las direcciones provinciales de estadística (DPE) de todo el país y con la colaboración del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad.
La población abarcada por la encuesta fue de 28.520 viviendas en 31 aglomerados de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) y por 4 localidades con 100.000 y más habitantes según el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas (CNPHyV) 2010.
El trabajo no remunerado cumple con un doble rol dentro del sistema económico y social. Por un lado, produce fuerza de trabajo materialmente, alimentándola y cuidándola. En este sentido, las actividades no remuneradas garantizan el bienestar efectivo de la población, mediando entre
la adquisición de bienes y servicios, y su consumo. Por otro lado, produce fuerza de trabajo de manera simbólica, transmitiendo valores esenciales para el desempeño en la sociedad. De este modo, el trabajo no remunerado emerge como una dimensión central del bienestar y del
desarrollo humano que produce valor.
El director del Indec, Marco Lavagna, indica que “la producción estadística, las encuestas de uso del tiempo son herramientas metodológicas de recolección de información que permiten medir las actividades que realizan las personas en un período y el tiempo que le destinan a cada una de ellas. Asimismo, estas encuestas son insumos privilegiados para dar cuenta de las distintas formas de trabajo, en la ocupación y, principalmente, en el no remunerado”.
A modo de clasificación entre las actividades personales se encuentran las de cuidado personal; por otro lado están las relacionadas con el trabajo en la ocupación y la producción de bienes para el autoconsumo; y por último el trabajo no remunerado.
En lo que respecta a las actividades personales, todas las personas realizan alguna actividad de este tipo; específicamente, todas efectúan tareas de autocuidado (100%). A su vez, el 90,4% hace uso de medios de comunicación; el 50% realiza actividades de convivencia y recreación;
y el 13,9% de las personas tiene alguna actividad vinculada al estudio. En estas actividades no se observan diferencias por sexo.

En relación con las actividades productivas, el 45,8% de las personas de 14 años y más realiza trabajo en la ocupación y actividades relacionadas, y un 83,1% lleva a cabo tareas de trabajo no remunerado. De esta manera, cuando se considera el total del trabajo, el 92,5% de las personas hace alguna actividad de carácter productivo. Sin embargo, la participación en las distintas actividades de trabajo varía de acuerdo al sexo.
En el trabajo en la ocupación, el porcentaje de varones que lo realiza (55,5%) supera al de sus pares mujeres (36,9%). Por su parte, ellas desarrollan el trabajo no remunerado en mayor proporción: el 91,6% de las mujeres realiza trabajo doméstico, de cuidado o de apoyo a otros hogares o voluntario mientras que, en el caso de los varones, lo hace el 73,9%. De esta manera, el hecho de que una mayor proporción de mujeres realice trabajo no remunerado hace que la tasa de participación en el trabajo total de ellas sea mayor a la de los varones.
Trabajo no remunerado
En el informe del Indec indica que “la participación en las distintas formas de trabajo no remunerado se observan diferencias por sexo”.
“En el trabajo doméstico, la actividad de las mujeres alcanza casi el 90%, mientras que entre los varones se ubica en el 68,3%. Por su parte, en relación con las tareas de cuidado, la participación de las mujeres supera el 30%; en cambio, la de los varones no llega al 19%”, indica.
Por último, si bien minoritaria, la participación en el trabajo voluntario realizado para la comunidad, para instituciones sin fines de lucro y como apoyo para otros hogares, se
encuentra feminizada: la de los varones representa dos tercios de la de las mujeres (8,9% para mujeres frente a 5,8% para varones).
Participación por edad
La mayor participación en el trabajo total –tanto remunerado como no remunerado– se
observa entre los 30 y 64 años: el 97,7% de las personas de ese grupo de edad realiza alguna actividad de tipo productiva, mientras que en los mayores de 65 años el nivel es del 92,9%, y en las personas de hasta 29 años, del 83,3%.
La dinámica de participación en actividades productivas por grupo de edad difiere según el tipo de trabajo -en la ocupación o no remunerado- que se trate. En el caso del trabajo en la ocupación, son los adultos de entre 30 y 64 años quienes alcanzan la mayor tasa de participación (59,5%).
A partir de los 65 años, y en coincidencia con el retiro del mercado laboral, la proporción de personas que realiza este tipo de trabajo es la más baja (16,5%). En cambio, con relación al trabajo no remunerado, la realización de tareas se incrementa con la edad: en el grupo de 14 a 29 años alcanza al 74,2%; en las edades centrales aumenta al 86,6%;
y, finalmente, entre quienes tienen 65 años o más supera el 89%.
Por otra parte, la encuesta muestra que las mujeres disminuyen su participación en el trabajo remunerado a medida que aumenta su nivel educativo, y esto se da de forma inversa en los varones, lo cual implica que a mayor nivel educativo, disminuye la desigualdad de la participación de ambos sexos en tareas de cuidado y domésticas.
Mientras las mujeres con hasta primario incompleto participan en un 95,8% de actividades del trabajo no remunerado, en las de nivel terciario o universitario esta participación es de 89,6%.
En cambio, el 70,1% de los varones con primario completo y secundario incompleto realiza trabajo no remunerado, valor que asciende a 79,7% para aquellos con terciario o universitario incompleto y más.
Finalmente, en cuanto a distribución por región, en la región noroeste se observa la menor tasa de participación en actividades productivas (88,9%) y la mayor diferencia entre varones y mujeres, con valores que alcanzan 84,9% y 92,4%, respectivamente.