La Acción Católica Argentina, fundada el Domingo de Pascua de 1931, celebra hoy, lunes 5 de abril, sus 90 años a nivel institucional en la Argentina, renovando su compromiso en la pastoral en los ambientes donde viven los militantes, siguiendo el camino trazado en la actualidad por el papa Francisco.
La celebración principal será a las 19 en la catedral porteña, donde el cardenal Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires, presidirá la misa de acción de gracias concelebrada por monseñor Eduardo García, obispo de San Justo y asesor general de la institución laical, y monseñor Enrique Eguía Seguí, asesor de la Acción Católica de Buenos Aires.
A raíz a la situación de la pandemia por el covid-19, la participación en el templo catedralicio será limitada, pero se podrá seguir por “streaming” a través del canal de YouTube de ACA o por la señal de Canal Orbe 21 que la transmitirá en vivo.
La institución destacó que será una oportunidad para celebrar “fraternalmente la vocación y misión laical y el servicio que la ACA realizó en la Iglesia e historia del país a lo largo de estas nueve décadas”.

En la actualidad, la Acción Católica está presente en todas las provincias argentinas, con más de 850 comunidades parroquiales, y agrupa 30.000 miembros, entre niños, jóvenes y adultos, que están insertas en cada uno de sus barrios.
Saludos y oraciones en esta jornada fueron llegando a la institución laical como la del presiente de la Azione Cattolica Italiana, Matteo Trufelli.
Uno de tantos testimonios sobre la vivencia en la Acción Católica lo da Carlo Carretto en el libro “He buscado y he encontrado”:
“Para mí, la pequeña Iglesia que me ayudó a comprender a la grande y a permanecer en ella fue la Juventud de Acción Católica. Me tomó de la mano, caminó conmigo, me alimentó de la Palabra, me brindó amistad, me enseñó a luchar, me dio a conocer a Cristo, me insertó en una realidad viva. Puedo decir, y creo estar en lo cierto, que así como la familia fue la fuente, así la pequeña comunidad de la Juventud fue el cauce del río en el que aprendí a nadar. ¡Qué ayuda significó para mí la comunidad que encontré! ¿Qué hubiera sido de mí de no haberla encontrado? Sólo pensarlo me da miedo. Me dio justamente lo que la familia ya no podía darme. La Acción Católica me obligó a una catequesis nueva, más madura, más en consonancia con los tiempos, me transmitió la gran idea del apostolado de los laicos y me presentó a la Iglesia como pueblo de Dios y no como la acostumbrada pirámide clerical. Pero, sobre todo, me dio el sentido y el calor de la comunidad. La Iglesia no era ya para mí las paredes de la parroquia, adonde iba a cumplir obligaciones oficiales, sino una comunidad de hermanos a los que conocía por su nombre y seguían conmigo un camino de fe y de amor.
Allí conocí la amistad basada en la fe común, la dedicación al trabajo común. Poco a poco la comunidad me ayudó a aceptar mi responsabilidad, me sugirió mis primeros compromisos… me dio el gusto por la Palabra y me enseñó a proclamarla en reuniones públicas. Y como no estaba preparado para ello, me sugirió siempre la humildad del estudio y la meditación cotidiana de los textos. A los pocos años estaba cambiado, con el corazón lleno de valores nuevos y con grandes deseos de hacer algo… enteramente ocupado en el ideal encarnado al presente en la vida”.

Más información en www.accioncatolica.org.ar y redes sociales.
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