En la década del 60, Alberto Olmedo hacía su salto a la fama con el programa El Capitán Piluso. Salía al aire junto con su amigo, Humberto Ortiz, que era Coquito, y además, el libretista. Era un espacio humorístico hecho para los chicos, y sobre el final de cada programa, se escuchaba la voz de la abuela: ¡A tomar la leche!!!!
Una manera de incentivar a que los chicos tomen la merienda y, además, de cobrar unos pesos de parte de la empresa que publicitaba su marca del lácteo. Esa voz de la abuela nos quedó a todos grabada en la memoria. El Flaco Spinetta la rememora en Piluso y Coquito del álbum San Cristóforo y Fito Páez en Tema de Piluso del álbum Circo Beat. Dicho sea de paso, el título de esta nota, es parte de este último tema.
La palabra merienda viene del latín merenda. Este vocablo es propio del lenguaje militar y designaba, bien una comida de mediodía o bien de la tarde que se distribuía a los soldados. En realidad la palabra procede del gerundio del verbo merere o mereri, que significa merecer, ganarse algo. Así merenda en su origen es “lo que debe repartirse por merecerse”.
Para los que no somos chicos, la merienda es también un modo de cortar con las presiones del día y dedicarnos un tiempo para nosotros. Para estar tranquilos y disfrutar. Nos la merecemos. Y para disfrutar hay que elegir muy bien donde vamos a merendar. Dejamos una lista de los mejores lugares para “tomar la leche” en la tardecita.
Oli
La chica pájaro es protagonista de la apertura de su primer espacio: Oli.
La mitad del espacio es de producción y está a la vista. Casi todos van por las medialunas, que son muy ricas, pero, a mi criterio, lo mejor de Oli es el budín de naranja con cobertura de chocolate y la tarta danesa. Imperdibles.
“Oli es un lugar de convivencia entre panadería, pastelería, café de especialidad y bistró. Podés pedir desde un omelette de queso hasta medialunas. Desde vermut hasta vino de bodegas amigas. De todos los lugares en los que trabajé tomé lo qué me gustaba y qué hubiera querido cambiar. Este es el proyecto de toda mi vida y es un collage: café, galería, restaurante, casa, un poco de todo. De hecho, lo pensé como un lugar que pudiera estar dentro de un museo”, narra Olivia Saal, la chica pájaro.
Cuando iba a la escuela Olivia dividía a la gente en personas con cara de perro y personas con cara de pájaro. Su teoría causaba mucha gracia entre sus compañeros y entonces la empezaron a llamar La chica pájaro.
Costa Rica 6020, CABA, miércoles a lunes de 9 a 19h- @olicafe__
Anchoíta
Este es parte del gran sueño gastronómico de su dueño, Enrique Piñeyro, director de cine y piloto de aviones. Comenzó con un restaurante, luego una cava y ahora, con la panadería. Allí encontró su lugar el helado de pistacho en verano. También los panes, los laminados y las kombuchas, que es una variedad de té negro y verde fermentado, ligeramente efervescente endulzado y/o saborizado.
El café es un Colombia Tolima Honey para los espressos y un México Chiapas y Guatemala para los que van con leche. Hay opciones de sándwiches para un almuerzo rápido. Ellos crían sus propios cerdos alimentados a bellota y usan parte de su grasa para hacer las ensaimadas. Y con la variedad de huevos que tienen en la granja propia, elaboran su punto fuerte: la pastelería. Todo muy rico. Pero a la hora de elegir, me quedo con los churros. Un manjar!!. Más livianos que los tradicionales.
Aguirre 1562, CABA. Martes a domingos de 9 a 19h, @panaderiadeanchoita
Fonte D´Oro
Su dueño Miguel Martínez Allué tiene un plan ambicioso: sueña con abrir 40 cafeterías en AMBA. La histórica cafetería marplatense La Fonte D’Oro abrió su primer local en la peatonal San Martín esquina Córdoba en 1966. La Fonte D’Oro ya tiene 15 locales en Mar del Plata y comenzaron desembarcando en CABA en Cerrito casi Córdoba, a sólo cuatro cuadras del Obelisco. Luego llegaron con otro local a metros de la Plaza Güemes.
Los productos más buscados en Mar del Plata son el café de Cabrales, los alfajores marplatenses y las medialunas. Pero en Buenos Aires, explotó la sfogliatella. Y doy fe que tiene mucho sentido. Es la mejor de la ciudad y alrededores.
Cerrito 814. Lunes a viernes de 7 a 20h, sábados y domingos de 8 a 20h. www.lafontedoro.com
Mostrador Santa Teresita
“No hay mejor locación en Buenos Aires que esta: con el horizonte infinito y el Río de la Plata”, asegura Fernando Trocca desde su flamante Mostrador Santa Teresita en Olivos, justo a orillas del río. Es un lugar que recomendamos para la llegada de los calores.
El chef inauguró Mostrador Santa Teresita en Buenos Aires el año pasado. Es la versión local de su éxito uruguayo que también tiene sucursal en EE.UU. Los distintos platos disponibles se exhiben en un mostrador, donde el comensal puede hacer su pedido y luego sentarse. “Tenemos una variedad de 40 propuestas de pastelería y cosas dulces a cargo de Caro Ferpozzi y café de especialidad con mi hijo, Pedro Trocca”. Y si. Todo es rico. Ya sabemos de la calidad y la trayectoria de Fernando. Pero siempre hay un preferido. Y en mi caso es, sin duda, la torta de banana. No se la pierdan !!!
Juan Bautista Alberdi 25, Olivos. Lunes a domingos de 9 a 19h. @mostrador.olivos
Las Flores
Está donde funcionaba Olsen, el primer restaurante Martitegui. Hacen cocina diseñada por científicos y gastronómicos. Este nuevo espacio fusiona gastronomía creativa y gluten free en un entorno lleno de flora autóctona.
Es uno de los pocos lugares de la Ciudad con una carta 100% sin TACC y con La Confitería, un espacio que antecede al jardín, para disfrutar de café y pastelería con el sello de Chula Gálvez, que ya venía posicionándose como referente de la pastelería que impulsa la belleza de la naturaleza, con las flores como su sello distintivo.
La carta de dulces está basada en la estacionalidad de las frutas y verduras. Por eso, el cheesecake de zapallo con salsa toffee y la flor de manzana en base hojaldrada son dos de los protagonistas en esta época. El postre que más le hace honor al lugar: la pavlova vegana, con frutas cítricas y chocolate blanco; viene con un colchón de flores comestibles, que le dan mucho color.
Para los más golosos, hay una opción ultra chocolatosa con dulce de leche, y el banoffe vegano con dulce de leche de coco y crema de cajú. “El objetivo de este lugar es volver a la idea de la confitería tradicional. Es recuperar el ritual del cafecito con la masita y el vasito de agua. Hay submarino, cortado, lágrimas, café con leche. Queremos recuperar nuestro lenguaje. Por eso se llama La Confitería”, explica Chula Gálvez
En este espacio se pueden encontrar alfajores veganos, la torta Clementina, la Tita vegana, propuestas con membrillo, zapallos, manzanas y peras. “Muy estacional y visual. Y obviamente no faltan las flores», sostiene Chula.
Fuente: Clarín Gourmet by Paola Pluzzer. Gorriti 5879, CABA. Martes a viernes de 9 a 24h y sábados de 10 a 24. @lasflores.bue
Pero no los vamos a dejar sin una opción casera. Para disfrutar sin tener que salir. Y qué mejor que hacer unas ricas medialunas.
Además de la receta, les dejamos una historia interesante.
La historia de la medialuna
Las medialunas o croissant (creciente en francés), no tienen su origen en Francia, cómo todos imaginamos. Fue en Austria, y debido a un hecho muy curioso. Austriacos y otomanos estuvieron en guerra durante mucho tiempo.
La segunda vez que los turcos sitiaban Viena, dicen que para sobrepasar las defensas de un ejército integrado por austríacos y polacos, una madrugada empezaron a cavar un túnel para así sorprender a la gente que lideraba el emperador Leopoldo I (archiduque de Viena) y Juan III Sobieski, entonces rey de la Mancomunidad Polaca-Lituana. Pero olvidaron que los panaderos trabajaban en ese horario. Y ellos fueron quienes dieron el alerta que llevó a la derrota de los turcos.
En reconocimiento a lo hecho por los panaderos, el emperador les permitió que, entre otros honores, pudieran llevar espadas en el cinto, algo que estaba reservado sólo para militares y autoridades.
Entonces, los panaderos, para conmemorar el hecho, decidieron crear dos panificados: uno que se identificó como “Leopoldo”; el otro, bajo la denominación de “Halbmond”, que en alemán significa “medialuna”. Era una forma de burlarse del emblema que los otomanos llevaban en sus estandartes.
Y vamos con la receta
Ingredientes
(para 24 medialunas pequeñas)
1/2 Kg de harina 0000
225cc de leche
25g de levadura
1 huevo
100g azúcar
15g miel
15g sal
200g manteca
25g más de harina (para el empaste)
Colocar la leche tibia en un recipiente y disolver allí la levadura. Es importante que la leche esté tibia de forma tal que la levadura se disuelva fácilmente. Para disolverla ayudarán revolviendo con una cucharita o tenedor hasta integrar totalmente. Reservar.
Volcar el medio kilo de harina en un bol y formar una corona. Agregar la sal alrededor de la corona y fuera del hueco. Recuerden que la sal contrarresta el efecto de la levadura y es por eso que la ponemos alrededor, así las medialunas de manteca quedarán bien esponjosas.
Agregar en el hueco el azúcar, el huevo, y la leche con la levadura disuelta. Incorporar una cucharada de miel y batir con un tenedor, de a poco desde el centro hacia los bordes, hasta formar una masa.
Terminar de amasar con las manos durante unos 5-10 minutos hasta que se termine de integrar. Debe quedar una masa pesada y un poco dura. Dejar reposar cubierta con un repasador.
Colocar la manteca pomada en un bol y agregar 25g. de harina. Hay que mezclar hasta integrar totalmente para formar lo que se llama el empaste.
Con un palo de amasar estirar la masa hasta que quede bien finita.
Colocar en el medio de la masa el empaste doblando la masa para envolverlo totalmente. Vamos a formar con la masa un paquetito que envuelve el empaste. Llevar a la heladera cubierto en papel film y dejar reposar entre media y una hora.
Luego colocar la masa en la mesada, espolvorear con harina y volver a amasar sin desarmar el paquete. Volver a doblar y llevar otra vez a la heladera.
Aquí está el truco: hay que repetir éste proceso 4 veces, por lo que nos llevará como mínimo un par de horas tener la masa lista. Tenemos que amasarla hasta que quede de un grosor aproximado de 4-5 mm. Una vez que amasamos y estiramos vamos a cortar en forma de triángulo.
Armar las medialunas envolviendo los triángulos de masa y doblando las puntas. Colocarlas en una fuente para horno previamente enmantecada y apretar las puntas contra la fuente al depositarlas.
Dejar levar en un ambiente cálido durante 40 minutos. Mientras tanto precalentar el horno a 200º.
Pintar las medialunas caseras con huevo y llevar al horno durante 30 minutos o hasta que estén bien doradas.
Si las queremos almibarar, ponemos dos medidas iguales de azúcar y agua al fuego. Calentar hasta que se disuelva el azúcar y dejar en el fuego 3-4 minutos hasta formar un almíbar con el que vamos a pintarlas cuando estén listas.
Y a tomar la leche !!!!!
PD: Esta nota no hubiera sido posible si no fuera por la invalorable colaboración de mi amigo Pablo Siquier, artista visual y experto en meriendas.