Los 40 años del conflicto bélico en Islas Malvinas despertaron homenajes -merecidísimos- de los más variados. El músico Gerardo Villar, decidió hacer su valioso aporte a través de una particular canción que cuenta la historia de un soldado y una isleña, durante los días de guerra.
Amar en tiempos de guerra parece ser una posibilidad. Al menos, es lo que nos invita a pensar el músico Gerardo Villar con el trabajo realizado en “Otra historia de Malvinas”, su valioso aporte para recordar los 40 años del conflicto bélico en Islas Malvinas, pero desde una perspectiva completamente distinta. El video del tema se estrenó precisamente el pasado 2 de abril y rápidamente generó una gran aceptación entre quienes pudieron disfrutarlo a través de medios como YouTube y Spotify.
Influenciado desde pequeño por los sonidos de aquellas bandas que sus hermanos mayores ponían a buen volumen en su casa, como Yes, King Crimson, Génesis, Deep Purple, Led Zeppelin, Villar fue descubriendo que su pasión iba por el lado de la música. La revelación del Jazz, como estilo, a través de su primer profesor de guitarra, lo invitó a adentrarse en ese fantástico universo. El ingreso al Conservatorio de Música “Julián Aguirre” de Banfield, le permitió acceder a la música académica, popularmente conocida como música clásica. Allí, mientras se formaba como profesor de guitarra y maestro de música, junto a Gustavo “Popi” Spatocco, quien durante 30 años fue el pianista de Mercedes Sosa, formó el grupo “Dedos”. Después, por intermedio de su hermana, cantante de tangos, se adentró en ese mundo y tocó ni más ni menos que con Nelly Omar.

El llamado de la cantante Mariana Novoa, para trabajar en los arreglos y grabar todas las guitarras de su disco -que a la postre le daría el Premio Gardel a mejor voz femenina- lo animaron a formar su propio grupo: “Gerardo Villar y los Aguirre”, cuarteto de guitarras. Toda esta diversidad musical, lo dotaron de las herramientas necesarias para destacarse como artista. Y no quedan dudas, que también le ofrecieron el bagaje necesario para darle su impronta desde los arreglos y la producción musical a una canción que emociona y que seguramente invitará al tarareo inconsciente.
“Otra historia de Malvinas” deja de manifiesto que cuando el amor llega, más allá del contexto en el que germine, crecerá con fuerza y tenacidad si se lo propone. Aquí un poco de los pormenores, las motivaciones y las reacciones, que Villar y todo el equipo de trabajo debió vivir para darle vida a esta historia de amor entre un soldado argentino y una habitante isleña.
-¿Cómo surge la idea de “Otra historia de Malvinas”?
-Hace diez años me encargaron el arreglo del disco de un cantautor. Los cantautores agarran la guitarra, ponen las letras y arman canciones. Pero después, a veces quieren tocar con una banda y necesitan alguien que arme toda la cuestión, que le diga a cada músico qué tocar. Y ese fue el trabajo que hice. Armé unas 16 canciones, pero el disco nunca salió. Hubo dos me habían gustado mucho como habían quedado: “Hipólito sueña”, una especie de chamamé, que puse en un disco de Gerardo Villar y Los Aguirre y “Otra historia de Malvinas”. El año pasado, pensando en proyectos para este, me propuse laburar sobre este tema. Lo arreglé nuevamente, lo modifiqué, creí que iba a tener algún apoyo oficial, llámese municipalidad, ente de Malvinas, Secretaría de Cultura de la Nación o lo que sea, así que empecé a molestar a todo el mundo. Fui a presentaciones de libros de Malvinas, hablé con (Daniel) Filmus, pero en definitiva no había presupuesto para mí. Digo para mí porque después hubo festivales por todos lados y obviamente todo el mundo cobró. Pero bueno, es gente más conocida, con otra popularidad. Son las reglas de juego. Más allá de este panorama, me dije ‘lo voy a hacer igual’. Era una propuesta ambiciosa, porque el proyecto era grabar el tema con cuarteto de cuerdas, oboe, con bajo, batería, piano, guitarra y el cantante. Sin sintetizadores, sin instrumentos virtuales, todos seres humanos tocando… lo cual es mucho más caro, pero también le da otra calidez a lo que haces.

La grabación la banqué yo solito. Los músicos la verdad que han sido muy amables y me cobraron lo mínimo que podían cobrar. Un viático llámale. Y después, para el video, viendo que no conseguía la plata empecé a llorar en mis redes sociales, en Facebook y en Instagram, mangueando directamente. Conté de qué iba el proyecto y pidiendo colaboraciones. El proyecto original era hacer el videoclip en Tierra del Fuego. No alcanzó el presupuesto obviamente. Pero como la gente empezó a colaborar, se pudo juntar una plata para filmar en Tandil y Mar del Plata. Toda la gente que trabajó en el proyecto sabía que para cobrar iban a tener que tener paciencia y esperar porque se iba ir pagando todo a medida que se juntara el dinero. De hecho algunos todavía siguen esperando y respaldando. Se pusieron el proyecto al hombro sinceramente.
Me encantó ver tanta gente movilizada detrás de la idea que era un poco polémica porque es una historia de amor en definitiva. Por ahí hay gente que piensa en Malvinas y cree que vas a hacer una película al estilo “Rescatando al soldado Ryan” y la realidad es que tenés que hacer algo digno estéticamente, con pocos recursos. Así surgió la historia, de Otra historia…
-¿Cuánta gente participó?
-Un montonazo… en la grabación fueron 10 músicos, más el operador. En la parte del video, tenés dos actores. Se hizo un casting, pero yo no me ocupé, lo hicieron Martín Sabio, Florencia Calcagno y Gerardo Suanez Vivian, que fueron las personas que trabajaron en la parte audiovisual. En Tandil, hubo una chica que se copó y se sumó a la producción, Mariana Mendiri. Ella nos consiguió todos los lugares allá, así que ya sabíamos de antemano dónde íbamos a grabar. Yo fui a Tandil a hacer un poco de remisero para llevar a la gente de un lado al otro porque yo de toda la parte audiovisual no entiendo nada. Después molestamos a gente de acá de la Universidad de Lomas que nos hizo contacto con la de Tandil y nos consiguieron un lugar para dormir, nos atendieron fenómeno. La actriz de Mar del Plata consiguió, por medio de un conocido, que nos bancaran en unas cabañas en el bosque Peralta Ramos, un lugar hermoso. Una persona que ni conozco, que se copó y nos dejó estar ahí. Así que bueno, es difícil decir con exactitud porque hubo mucha gente que colaboró de forma externa que directamente o indirectamente es parte de todo esto. Todos los que pusieron una moneda también, que son treinta y pico de personas que están todos detallados al final del video. Gente que gestiónó para qué otros sean aportantes.

-¿Cómo fue vivir todo el proceso hasta llegar al producto final?
-En lo personal fue una locura porque yo veía toda la gente que se movía. Como cuando fui a Tandil, que en principio no iba a ir para reducir costos porque era un coche más, uno más para comer, etc. Pero se complicó porque fuimos justo en un fin de semana largo. Los actores que eran de Mar del Plata no conseguían pasajes para ir, un remis les cobraba como 10 lucas y allá iban a tener que moverse de un lado a otro, así que terminé yendo. Fue ahí donde pude ver a todo el mundo moviéndose en algo que dije ‘que loco, no sé cómo generé toda esta movida’. Pensá que detrás de este proyecto había gente que se puso la camiseta rápidamente y no habíamos hablado de plata aún. Una onda impresionante.
Una vez terminado, que lo hicimos muy sobre la línea pues yo lo quería estrenar el 2 de abril sí o sí,me quedé muy contento y tranquilo.No le puede gustar a todo el mundo tampoco y siempre hay distintas miradas acerca de cuestiones estéticas y en este caso, mezclado con las históricas o políticas. El tema Malvinas es complejo’. Hay gente que te mira desconfiada para ver de qué lado político estás, a ver si estás tirando agua para un lado o para el otro. Pero para mí, lo más importante era hacer un hecho artístico, estético, digno. Era homenajear a los que fueron. Que encima fueron de mi generación. Yo soy clase 63. Yo me salvé porque tengo un problema en la vista, pero podría haber ido a las Islas y haber muerto haya o vuelto acá con una chifladura como les pasó a tantos otros. Me generó un montón de sentimientos encontrados pero en definitiva, me quedé muy satisfecho con lo que hicimos.
-¿Tuviste algún momento complicado en el que parecía que el objetivo no se cumplía?
Sí. Por ejemplo, necesitamos el uniforme para el soldado y nos lo iba a darle el Museo de veteranos de Malvinas de Lanús. Y qué sé yo, viste la historia es una historia de amor. Real, según el autor. A él se la contaron 12 combatientes de los cuales me dio los nombres. Los nombres que usamos son ficticios, pero la historia es real. Inclusive, lo que se tomó como una licencia poética en su momento, de que el soldado Ramiro se construye una casa en el sur, después nos enteramos de un soldado que también tuvo una historia con una isleña que efectivamente terminó construyendo su casa en el sur. Esto viene a que desconfiaban un poco de la historia, no les gustaba mucho, les parecía muy dulzona qué sé yo… así que lo que parecía un hecho, en relación a que nos iban a prestar el uniforme, dejó de serlo. Estuve a punto de alquilarlo en una casa de disfraces, como para zafar y cuando salí de casa rumbo a eso, me llamó uno de los chicos que estaba haciendo la producción y me dijo que al final aflojaron y que nos prestaban el uniforme. Después, otro de los contratiempos fue el de coincidir con los horarios. El equipo de producción tiene su trabajo, con plata asegurada. Bueno, dejaron cosas de lado por este que era una guita a cobrar quién sabe cuándo para ir a Tandil y Mar del Plata. Parecía que el objetivo no sé cumplía, pero tengo una enfermedad que es la de ser un optimista que muchas veces no tiene ningún tipo de justificativo. Siempre creo que las cosas van a terminar saliendo bien y generalmente, no sé por ahí es por la energía que le pongo, terminan saliendo bien casi siempre.
-¿Qué sentiste con el tema ya mezclado, cuando viste el video terminado y ambas partes se encontraron para terminar en lo que todos pudimos ver?
Bueno el tema lo escuché unas veinte mil veces. Me gusta mucho como lo cantó “el Gonzo” -Gonzalo Pérez Lazarte- tiene para mí esa voz un poco callejera… uno de los mensajitos que me mandaron después me dice ‘el Gonzo te toca el corazón’. Y ya el tema en sí me gustaba cómo estaba grabado. Las cuerdas, el oboe, todo. Gustavo Corrado, encargado de la mezcla de sonido es muy bueno también, te da siempre ideas y lo que hizo es sorprendente. Acá me parece que no hubo puntos flojos. Los músicos son todos de primera línea. Ahora, con el video sí qué es un poquito más complicado. Yo con la música entiendo cómo va todo. Ahora, vos con el video firmas una escenita acá, una escenita allá, etc. Y todo está más en la cabeza de los chicos que hacen toda la parte del clip. Después con todas esas escenitas aisladas tenés que contar una historia y ahí está el arte de ellos. Más allá de las opiniones que uno pudo dar, el grueso de la de la concepción es de Martín y de Florencia. Considero que quedó algo piola, lindo y muy emotivo.
Y acá viene otra cuestión que es cómo yo interpretó la canción. Esto ya no es interpretación del autor, es mi interpretación. Ramiro, el soldado, es la Argentina. No sólo lucha por la Argentina, es la Argentina. Y Dorothy, la isleña, es las Malvinas. Y el amor entre ellos dos, es el amor entre la Argentina y Las Malvinas que se ha roto. Representan más que ese amor de dos personas. Cuando vi todo juntito, me emocioné y me dije: ‘si me emocioné yo que tengo menos sentimientos que Robocop, está listo, me gusta y lo puedo mostrar con orgullo’.

-¿Cuál fue la recepción de aquellos que formaron parte del proyecto, como de quienes pudieron verlo como simples espectadores?
-Hasta ahora todo lo que escuché ha sido bueno, de bueno a muy bueno. Gente que se ha emocionado, por ahí de gente de espíritu más beligerante esperaba alguna crítica, pero no, no hubo de esos casos así que por ahora la recepción ha sido excelente. Lo cual me pone muy contento. -Lo que más me sorprendió es la cantidad de gente en una generación entre los 35 y 40 años que a partir de esto me entero que tenían como una especie de vínculo con Malvinas. Más allá de no tener ningún pariente que haya ido. Tengo un amigo que me dijo ‘vos sabes que yo de chiquito veo todos los reportajes, todos los videos, leo todas las revistas que tienen que ver con Malvinas’. Yo lo conozco hace montones de años y no tenía idea. Otro amigo también. Entonces, me dio la sensación como que en la gente hay más Malvinas de la que, yo al menos, me daba cuenta.
-¿Tenés en lo personal algún tipo de vínculo directo con el conflicto bélico de Malvinas?
–Muchos de los soldados que fueron son de mi generación. Yo me salvé la ‘colimba’ por el problema de la vista, pero el 30 de marzo de 1982, el día de la marcha de “Pan, paz y trabajo” de la CGT estuve ahí y terminé preso, con 600 personas. Estuve 12 horas detenido, tenía 18 años. Y después, cuando fue lo de Malvinas, decía ‘si tengo que ir voy’. Hoy día, ni en pedo. Estoy hablando del Gerardo de 18 años, hoy día las guerras me parecen absurdas en general. Salvo que tengas un opresor ahí con la pata en tu cabeza me parece que casi todo lo demás se puede resolver diplomáticamente.
-¿Qué recordás de ese país que te tocó vivir?
-Tenía una ignorancia total. Nosotros no habíamos visto realmente nada y no estábamos enterados de los desaparecidos. Me morfaba la de los enfrentamientos. Lo leí en El Clarín y le creía, es así. Sí estaba en contra de Dictadura y la primera marcha, ya un poquito más grandecito dije ‘voy’ y fui con mi hermano y terminé preso. No sé cuánto me comí el verso de que íbamos ganando y todo eso. La verdad que no sé. De todas maneras, si bien fue verso también es cierto que tampoco se las llevaron de arriba. Ahora, que paradoja. Siempre fui fanático del rock inglés y siempre tuve ese sentimiento antigobierno inglés, antipoder inglés. No recuerdo bien, lo que sí recuerdo es esta disposición que tenía de ir a pelear. Si llegaba el caso, yo iba. No sé a qué iba… a tocar la guitarra, pero iba.
-¿Considerás que hubo una “desmalvinización”, en donde había que tapar que se había perdido la guerra ?
-Sí, hubo “desmalvinización”. Fue muy cruel todo el trato cuando volvieron nuestros soldados. El no reconocerlos, el que no tuvieran apoyo ni psicológico, ni nada. Fue un desastre la verdad, pero por parte de todos. Fue un espanto. Creo que con el paso del tiempo se los valorizó, pero poco. No creo lo suficiente, merecen un lugar más preponderante, que se conozcan sus historias, sus nombres, sus proezas, o sus flaquezas también. No todo es heroico, son situaciones extremas que no me las puedo ni imaginar.
-¿Algún mensaje en general?
-Mensajes no dejó. Lo único que dejó son hechos artísticos, qué es lo que más o menos puedo hacer. De una historia cruel algo estéticamente bello que te sensibilice. Creo que no puedo dejarme un mensaje ni a mí mismo. A quienes me acompañaron, gracias y recontra gracias. Es una caricia que tanta gente se cope. Imaginate, vos vas a golpear una puerta y otra y te dicen ‘no, acá no es’.Seguís y te encontrás con lo mismo una y otra vez. Gritás fuerte ‘¡¿Alguien me puede ayudar?! Y empezás a escuchar: yo, yo. Y empieza a aparecer gente que no estaba en tu radar y viene y te ayuda. Eso es maravilloso.

-Por último, ¿Tenés algún otro proyecto en mente?
-Estoy en búsqueda de redondear una idea que es complicada por qué tiene que ver con el hecho de porqué uno hace lo que hace. Hay una cuestión de base, qué es que cada vez que tengo una idea no ponerme los no yo. Si la realidad me va a decir que no, pues será que es así. La opción a eso, lo hablaba con un amigo, es comer pizza mientras miro Netflix. Y la verdad es que no quiero estar comiendo pizza y mirando Netflix. Prefiero hacer algo yo, intentar hacer algo yo. Dejar un hecho estético, un algo que alguien lo ponga y diga ‘que bonito’. En definitiva, como decía el “Flaco” Spinetta, somos a veces decoradores de este mundo. Lo hacemos un poquitito más amigable, un poquito más lindo, un poquitito bueno… vale, eso. Además no tengo nada mejor que hacer…