La pieza teatral Pequeña Pasajera, unipersonal protagonizado por Natalia Rey y que se ofrece en la sala Travesía Teatro (El Macurú 162, Ciudad Evita, provincia de Buenos Aires), con algunas intermitencias, ya que tiene presentaciones en Buenos Aires, en la ciudad de Mar del Plata y subirá al escenario del Auditorio, para el 4 de noviembre regresar a Travesía Teatro y en enero, una gira por la provincia de Córdoba y en la temporada de verano habrá otra gira por Mar del Plata.
La obra lleva el sello de la actriz Natalia Rey y no sólo en los parlamentos, sino también y de manera contundente y eficaz, el desplazamiento corporal expresivo y que por momentos hace partícipe al espectador.
Vivaz, dramática, tragicómica y sorprendente, encarna la historia de una mujer que busca construirse otra vez y sin los mandatos, los “listados” que enumeran las obligaciones femeninas, muchas de ellas transmitidas oralmente y con los usos y costumbres; los mismos que suelen lograr la invisibilidad de las emociones y sentimientos de la mujer. Hasta que nuestra mujer que espera sola en una estación, un tren que tarda en llegar.
En ese ínterin, sucede el derrumbe que llega al límite de la locura y la desazón, la incomprensión y los proyectos de vida inconclusos. Y es en ese contexto en que aparece y sorprende el despliegue y el lenguaje corporal y hasta cobran vida los objetos, entrelazados en diálogos entre personajes no visibles pero que están, se los presiente y construyen el relato de una historia que juega entre la búsqueda y los desencuentros propios de la vida.
En el devenir de la historia, pasa la vida vertiginosamente, son imágenes, fotos que se suceden hasta convertirse en una película que devela una vida con aciertos, errores, caídas y levantadas, propios de una historia que se construye, se derrumba y se vuelve a construir, con lo que quedó y hasta con lo que sobró. Una intimidad que aflora por momentos desgarradora y hasta vengativa, sobre todo con esos pasos numerados que prometen eficiencia, a la hora de tomar revancha y con dosis de buen humor y en el medio de un drama.

En definitiva, Pequeña Pasajera busca preguntarse qué pasa cada vez que nos desarmamos y nos enfrentamos a la difícil tarea de volver a construirnos, cómo nos levantamos cada vez que nos caemos, cómo nos buscamos cuando nos desencontramos y nos volvemos luego a perder, una y otra vez. Cómo es posible que, a través de los años, en ese tejido extraño y fragmentario que es la vida, podamos seguir llamándonos uno o una, mientras nos preguntamos, solos en lo más íntimo de nosotros, a dónde nos llevará el próximo tren.
Hicieron posible esta bella propuesta teatral, la actriz Natalia Rey y cuyo desempeño se ve apuntalada por un vestuario glamoroso en un principio, pero que en el transcurso de la obra cambia para darle un perfil completo al personaje; una iluminación que sigue los pasos de la actriz y los efectos sonoros oportunos y adecuados, una escenografía minimalista que contiene al personaje. La dirección está a cargo de Cristian Palacios; la asistencia en la dirección, luces y sonido la realiza Yamila Flores; el diseño sonoro pertenece a Sandro Benedetto; el diseño y realización de la escenografía es de Katy Raggi. Con la dramaturgia de Paula Brusca, Cristian Palacios y Natalia Rey.
En breve charla con El Ágora, Natalia Rey contó algunos detalles de la obra que protagoniza.
La pregunta inicial es siempre contar cómo surgió esta obra…
Nace por una alumna que me trajo un poema de Olga Orozco –a mi Orozco me gusta mucho- y que esta poeta trabaja con lo que está más allá de lo concreto y es un territorio que a mí me gustaba explorar. Y había una frase en ese texto que decía ‘el que pisa la línea queda a la intemperie y esa frase, ese umbral de ir más allá y estar a la intemperie me gustó; me gustó el texto que estaba lleno de imágenes y que en algún lugar me resonaban y que había un universo que quería explorar. Después se lo llevamos a Cristian Palacios y él le dio forma, hilvanó y construyó la historia.
También compartes autoría con Paula Brusca y al parecer también compartieron la visión femenina de la obra…
Si, ese texto se lo llevé a Paula Brusca y es que quería trabajar sobre ese texto que me gustaba, sobre todo la frase de ‘pequeña pasajera, sola con tu alcancía de ilusiones’ con eso de ser pasajera y pequeña que parece insignificante, pero hay valores y los hay para mí y poner al descubierto la fragilidad de lo femenino, en lo físico, en lo mental y en la fragilidad histórica. Lo es como algo fugaz y pasajero, pero es femenino. La imagen es una mujer en una estación de trenes desolada, de madrugada y en el medio de la nada; muchas veces habremos estado en ese lugar desde lo emocional.
Además del poema y de la frase ¿Hubo algún otro método de búsqueda?
Sí, a partir de allí comenzamos a hacer listas con Paula (Brusca). Cantidades de listas, de lo que yo debía hacer, de lo que me dijeron, de los miedos, de las emergencias, de mis piedras de toque, de lugares, de textos, paisajes, libros. Hay en la obra mucha literatura y que no ha sido buena para nosotras; muchos mandatos, pero también el no poder deshacerse de esos mandatos.
¿Cuál es ese “universo” de mujeres con mandatos?
Estoy hablando de mujeres grandes, intelectuales estudiosas universitarias, psicoanalizadas y con mucho trabajo interno y sin embargo es como estar tejidas con todo eso. Y es como la telaraña que se pega y una se la quiere sacar y no puede; no sé ve y una se pregunta ¿Dónde está? Para poder destejerla, porque ahogaba. En el texto hay mucho texto infantil como Alicia en el País de las Maravillas, mucha literatura y un texto de María Elena Walsh que dice que la educación femenina es corrupción de menores.
La obra navega por citas literarias…
La obra plantea eso de tejernos y destejernos desde los autores de los textos literarios; Cortázar dice una cosa, Kundera dice otra. También ha citas de un dramaturgo del Siglo XVI y otro del Siglo XIX. Como que nosotras, desde lo literario también estábamos construidas y había que ‘jugar’ con eso; es un territorio de encuentro para nosotras.