En una conferencia de no más de 30 minutos el padre Mamerto Menapace se basó en tres historias trayendo a memoria en primer lugar con la esperanza que llegaron los primeros inmigrantes a nuestro país, y que por su tenacidad, visión, compromiso y esperanza dieron frutos que hoy nos llegan a nuestros días.
Convocado para cerrar el Ciclo de Charlas organizado por la Sociedad Rural de 9 de Julio, Regional Aapresid 9 de Julio-Carlos Casares, Circulo de Ingenieros Agrónomos de 9 de Julio y AER INTA 9 de Julio, el religioso acentúo la charla en la importancia de “que no nos roben la esperanza”, en un año tan complejo desde lo social y también para la actividad agropecuaria, como conclusión de las anécdotas relatadas a casi 800 personas en directo por el canal Youtube del INTA Pergamino.
Menapace desde el Monasterio benedictino Santa María de Los Toldos contó que tiene “un enorme cariño por el campo, nací en el campo en el monte chaqueño y de mis 80 años salvo un año que viví en la ciudad, el resto en la ruralidad”.
“En este tiempo uno puede decir no va para muchas cosas…, ahora si uno siembra, busca la oportunidad; esto me parece muy importante porque la siembra es el gran gesto de la esperanza. Piensen en quien tienen la experiencia del campo, que sacrifican lo que tienen pero con una esperanza porque tiene certeza de dos cosas: la fertilidad de la tierra y en la fecundidad de la semilla, a lo que se suma la lluvia que llegará”.
A esto trajo a colación que “se dice que no hay ningún bicho que siembre (la hormiga guarda), pero quien entregue su semilla para que brote, solo lo hace el ser humano, es el único que tiene capacidad de tener fe”, resaltó.
El sacerdote benedectino permanentemente con sus palabras fue animando a las personas que participaron del evento a no perder la esperanza y a descubrir las potencialidades en uno y otros. “La Esperanza tiene tres cosas, un pasado, un presente y un futuro. Vivir con nostalgia tal vez, pero sin rencor del pasado, ya que no nos pertenece. Vivir con lealtad el presente, que nos permite tener esperanza en el futuro”, sostuvo.
En esa sabiduría recordó que en cierto velorio de un directivo marista de Mar del Plata, se hizo presente el extenista Guillermo Vilas, quien les compartió que fue el religioso quien lo animó a descubrir su pasión y perseverancia por el tenis. Según contó Menapace, Vilas les dijo: “Podrían haberme asesinado el tenista que yo tenía adentro, pero el hermanito me lo descubrió y ayudo”.