La primera vez que llamamos a Willy Crook (55) vía WhatsApp para hablar de una entrevista quedamos convencidos que, de manera fortuita, se había producido el milagro.
¡Imagínense! Miles Davis estaba vivo gracias a los ríos de lágrimas y súplicas que durante años echamos sobre su figura para que saliera de esa incómoda tumba y nos tocara algo más del irrepetible “Bitches Brew” a la trompeta. Pensamos que Miles estaba de visita en la casa de Crook y que era él quien atendía la llamada. ¡Era la voz de Miles! ¿Cómo dudarlo? ¡Pueden chequearlo en alguno de esos documentales que están en Netflix! Pero las pulsaciones bajaron con efecto Lexotanil cuando, del otro lado, una voz fugada de una caja de clavos oxidados compartida con Vincent Price soltó una inquietante frase resquebrajada y áspera al estilo de “¡Hola! ¡Soy Willy Crook, casi siempre!”, y no quedó otro remedio que despertar del sueño imposible para volver a la aburrida realidad. Una realidad que, descubrimos después, no sabe de aburrimientos en el planeta Crook.
Sin ir más lejos, sólo de manera testimonial, hay que apuntar que los últimos años lo mantuvieron ocupado en dos de sus múltiples obsesiones: la música despuntada ad hoc con sus inseparables Funky Torinos y la escritura amnésica de sus trastabillantes recuerdos.
En 2017, Nacho Iraola -el chairman de la editorial Planeta- lo convenció a escribir sus jugosas “Memorias Improbables” con la misma elegancia & estilo –puede leerse en la contratapa- “que hacen de su música uno de los secretos mejor guardados” del rock vernáculo. Y en 2019 salió “Lotophagy”, su último disco de estudio, íntegramente compuesto por canciones propias que van del soul al acid-jazz y el rhythm & blues, los disfraces que mejor visten su voz de crooner perdedor.
Así que dirán ustedes, y con razón: ¿si hace un año que el tipo no graba ni escribe nada nuevo, a qué responde entonces que hoy, en plena cuarentena, encerrados como hámsters de laboratorio y sin teatros ni bares lounge abiertos para ver música “en acción”, todavía estemos hablando de él? Muy simple: Willy Crook amaga con ponerse a escribir nuevos capítulos de La Biblia.
“Estoy pasando esta cuarentena tristemente, como todo el mundo”, se queja Willy (¿o es Miles?). “De tanto leer tanta ciencia ficción y tanto comic, la verdad es que esperaba un apocalipsis algo más contundente, de muerte lenta”, confiesa. “No obstante, aprovecho para mentir sobre mis actividades hogareñas, como que hago quinientas flexiones todos los días y que escribo nuevos capítulos de La Biblia”.
“Estoy leyendo algo que siempre quise leer pero siempre me resultó muy grande, como La Divina Comedia y El Infierno del Dante. ¿Música?, no escucho tanto… Miro muchas películas. ¿Qué más hago? Como, duermo, hago actividades invernales, pero prácticamente las de un oso hibernando”, detalla.

Su voz quebradiza vuelve con delay en otro audio de WhatsApp cuando responde a la llegada del heredero de “Memorias Improbables”, su próximo libro. “Alguien dijo que le gustaba tanto la literatura que no la arruinaría escribiendo un libro. Así me sentí con ‘Memorias Improbables’. Pero ahí faltaron muchas cosas que son personales: los amores, las amistades y otras cosas que también serían interesantes. Pero ahora tengo en mente un libro muy suicida que va a llamarse ‘Que la cuenten como quieran’. Un experimento con tres personas en una determinada circunstancia hace quince años. Uno le dice al otro ‘¡aaahhh, ese día te casaste!’ y el otro le dice ‘¡no, ese día te atropelló un camión!’, y el tercero dice ‘¡ese día no fuiste!’. La memoria es algo muy maleable, muy manipulable. Ni siquiera con intención. Simplemente, la mente dice lo que quiere oír a veces, o lo que se le ocurre. Así que va a ser muy impuntual el libro, muy poco fidedigno. Pero va a estar entretenido”.
Le reprochamos que en su disco “Versiones” (2000), donde abrevaron clásicos de los Beatles, Otis Redding y la grata sorpresa de “Money (That´s What I Want)” de Barret Strong, no contempló la posibilidad de colar “Inner City Blues”, del gran Marvin Gaye
“Excelente sugerencia”, dispara. “Es sin lugar a dudas formidable, como todo Marvin Gaye. A veces son tan lindos los temas que me da miedo meterme, a menos que me salgan perfectos o ligeramente matizados. Pero es una muy buena sugerencia, la tendré en cuenta”, promete.
Y por último, deja una reflexión sobre su música en el tenso presente proyectada al incierto futuro. “Bueno, la experiencia de esta nueva modalidad del streaming, no dudo que vino para quedarse hasta que eventualmente recobremos la normalidad. Porque habrá mucha gente que va a preferir que le llegue el show a su casa antes que ir a verlo. Pero en lo que a mí respecta es bastante frustrante. Es muy aséptico, muy distante. Pero también está de por medio la necesidad que tengo de tocar en bares y en lugares con la gente ahí, a la vista. Pero bueno, ahora todo esto ya se está organizando más. La próxima vez que haga un show vía streaming será en vivo y sobre un escenario, para darle un poco más de dimensión de show. Hoy por hoy es la única opción posible, así que bienvenida sea. Pero desde luego dista mucho de lo legítimo, de lo auténtico. ¡Así que allá vamos hasta que todo mejore!”.