Este lunes 7 de agosto, el presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos Jr., aseguró haber convocado al embajador chino en Manila para consultas y haber remitido una nota de protesta a la Embajada del gigante asiático en su país.
El motivo: el bloqueo y el disparo de cañones de agua de los guardacostas chinos contra barcos de vigilancia filipinos, el pasado sábado 5 de agosto, en la zona disputada del mar de China Meridional.
“Seguimos afirmando nuestra soberanía, seguimos afirmando nuestros derechos territoriales ante todos estos desafíos, de acuerdo con el derecho internacional”, afirmó el presidente de Filipinas en una comparecencia pública.
Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores de Filipinas, Enrique Manalo, se reunió en las últimas horas con el embajador chino, Huang Xilian, para entregarle una nota de protesta en mano. Según Manila, no planean que la situación se convierta en una crisis diplomática, pero sí buscan una “solución al conflicto”.
¿Qué desencadenó la nueva tensión en el mar Meridional de China?
La disputa estalló el pasado 5 de agosto cuando los barcos guardacostas filipinos entregaban comida, gasolina y otros suministros a las tropas estacionadas en el Banco de arena Ayungin, controlado por Filipinas, en el archipiélago Spratly, territorio disputado entre Manila y Beijing.
Entonces, las naves chinas desplegadas en la zona llevaron a cabo “maniobras peligrosas” y lanzaron cañones de agua “de forma ilegal” contra los navíos filipinos, como una clara advertencia para que abandonaran la zona. Pero los filipinos mantienen que no están dispuestos a hacerlo.
“Esto es David contra Goliat, pero seguiremos reabasteciendo a las tropas en el buque todo el tiempo que sea necesario”, apuntó Jonathan Malaya, alto funcionario del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) filipino.
Sin embargo, desde Beijing lo ven con otros ojos. El Gobierno chino ha defendido su actuación contra las embarcaciones filipinas. La Administración de Xi Jinping aseguró que había pedido a Manila que no enviara barcos al banco de arena ni “materiales de construcción utilizados para reparaciones y refuerzos a gran escala” al buque de guerra tras conocer este reciente plan de suministro.
“Pese a repetidas advertencias, Filipinas envió el pasado sábado dos barcos al atolón de Ayungin para reforzar la presencia de las tropas que mantienen allí de forma ilegal. Tras varios avisos, usamos cañones de agua como advertencia y para evitar una confrontación directa. Fue una operación profesional y comedida, no hay lugar para la crítica”, sostuvo este lunes la Guardia Costera china en un comunicado.
No es la primera vez que sucede algo así entre Manila y Beijing. En noviembre de 2021 ocurrió una situación similar cuando el Gobierno filipino mandó una misión de abastecimiento para las tropas de un buque de guerra anclado en la zona
La disputa por la soberanía del mar de China Meridional
El mar de China Meridional es un foco de conflictos entre el gigante asiático y diferentes países del continente como Malasia, Vietnam o Filipinas. Beijing reclama casi en su totalidad varias islas y atolones de la zona por “razones históricas”, pero algunas naciones vecinas se niegan a ceder lo que consideran que es su territorio.
El banco de arena de Ayungin se encuentra a unos 322 kilómetros de la costa de Palawan, que es territorio filipino, así como área económica exclusiva del país. Y justo encaja con el límite de distancia establecido por la ONU para poder reclamar un territorio marítimo como propio.
Pero, según Beijing, el atolón “ha pertenecido históricamente a las islas Nansha” –nombre chino para el archipiélago Spratly – y acusa a Filipinas de “violar” su soberanía.
“China ha expresado su preocupación a Filipinas por vías diplomáticas, pero nunca ha respondido”, apuntó Beijing al respecto.
Unas relaciones tensas a las que se le ha añadido en los últimos meses la alianza de Filipinas con Estados Unidos. La potencia occidental y competidora de China se ha posicionado con Manila y ha acusado al Gobierno chino de “amenazar la paz y la estabilidad regionales”.
A pesar de que nadie resultó herido a raíz del incidente del pasado 5 de agosto, esta nueva disputa entre China y Filipinas pone en la cuerda floja las relaciones diplomáticas entre los países vecinos. Ahora, falta ver si las conversaciones entre las dos embajadas ponen fin al conflicto.
Con Reuters, France 24 y EFE