El portaaviones USS Gerald R. Ford, acompañado por su grupo de ataque, ingresó recientemente al área de responsabilidad del Comando Sur en el Atlántico, lo que representa una nueva escalada militar de Estados Unidos en aguas cercanas a Venezuela.
La maniobra, ordenada por el presidente Donald Trump el pasado 24 de octubre, tiene como argumento oficial el combate al narcotráfico y la vigilancia de “actividades ilícitas que comprometen la seguridad de Estados Unidos”. Sin embargo, el movimiento ha sido interpretado por el Gobierno de Nicolás Maduro como un acto de provocación militar directa.
El portavoz del Pentágono, Sean Parnell, explicó entonces que el objetivo del despliegue era “reforzar la capacidad de EE. UU. para detectar, monitorear e interrumpir a actores y actividades ilícitas”. Pero el arribo del USS Gerald R. Ford, considerado el superportaaviones más avanzado del mundo, ha incrementado las tensiones con el Gobierno de Nicolás Maduro, a quien Washington acusa de estar vinculado con el llamado Cartel de los Soles, acusación que Caracas niega categóricamente.
Desde agosto, el Gobierno estadounidense mantiene un despliegue naval intensivo en el Caribe y el Pacífico, acompañado de múltiples ataques contra supuestas embarcaciones dedicadas al narcotráfico. Según el secretario de Defensa Pete Hegseth, los más recientes se registraron el 9 de noviembre, con un saldo de seis personas muertas. Con ellos, la cifra de víctimas asciende a al menos 76, aunque Washington no ha presentado pruebas públicas de sus acusaciones.
Representantes de organismos internacionales como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, y la directora para las Américas de Human Rights Watch, Juanita Goebertus, calificaron esas acciones como posibles “ejecuciones extrajudiciales”, reclamando su investigación inmediata.
La ofensiva también generó un nuevo frente de conflicto diplomático con Colombia, cuyo presidente, Gustavo Petro, cuestionó públicamente las operaciones. En respuesta, Trump acusó al mandatario colombiano de tener vínculos con el narcotráfico y lo incluyó en la denominada “lista Clinton”.
Frente a la creciente presencia militar estadounidense, el ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino López, anunció el inicio de un “despliegue masivo” de medios terrestres, aéreos, navales y misilísticos bajo el “Plan Independencia 200”, activado tras la expansión del dispositivo naval de Estados Unidos.
“Caracas pasa a una fase superior de defensa ante las amenazas imperiales”, aseguró Padrino López, confirmando ejercicios que involucran sistemas de armas, unidades militares y milicias civiles.
Aunque Trump insinuó la posibilidad de operaciones terrestres en Venezuela, luego negó públicamente estar considerando un ataque dentro del territorio, pese a haber mencionado supuestas acciones encubiertas de la CIA.
El escenario militar en el Caribe vuelve así a situarse en el centro del tablero geopolítico, con Estados Unidos, Venezuela y sus aliados —como Rusia, que expresó su respaldo a Caracas— en una nueva fase de tensiones y demostraciones de poder.
Con Reuters, France 24, AP y EFE




