Como en otros países, este roedor arborícola fue introducido en Argentina hace más de cuatro décadas en la región Pampeana con fines ornamentales pero, una vez liberado, comenzaron los problemas. En 10 localidades de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, productores y especialistas describen los daños que ocasiona a los sistemas productivos y ecosistemas.
A partir de la introducción inicial de diez individuos en el partido de Luján, provincia de Buenos Aires, en 1970 se generó una población silvestre de ardillas que presenta un marcado aumento de abundancia y distribución (Guichón & Doncaster 2008).
Más allá de su reconocido aspecto carismático, la invasión de la ardilla de vientre rojo provoca descortezamiento de árboles en plantaciones forestales, frutales y ornamentales, cons ume flores, frutos y semillas, y genera roturas de plásticos de sistemas de riego por goteo, en maquinarias y cableados de luz, teléfono y televisión. Además, se la identifica con la posible transmisión de zoonosis como la leptospirosis y efectos sobre la biodiversidad.
Según Vicente Dell’Arciprete, director de la Estación Forestal 25 de Mayo del INTA, algo que surgió como un trueque de perdices coloradas por ardillas en la década del ‘90, “se transformó en un verdadero problema en 25 de Mayo y Daireaux”.
En estas localidades bonaerenses “las ardillas se pueden ver en los campos experimentales forestales y en nuestra estación forestal”, dice y agrega: “Empezaron a roer las ramas de las plantaciones adultas de eucaliptos y pasaron a las jóvenes de entre 6 y 7 años, donde encontramos que los ejemplares mueren”.
De acuerdo con Gregorio Gavier Pizarro, investigador del Institu to de Recursos Biológicos en INTA Castelar, “muchos de los productores que trabajan con el INTA, incluso la Estación Forestal de 25 de mayo, son afectados por esta problemática.
La llegada de esta especie “a la zona del Delta generaría impactos sustanciales en la industria forestal de sauces y álamos, una de los principales temas de trabajo de la institución en el área”, plantea Gavier Pizarro. Por este motivo, considera relevante que la institución se capacite, asuma un compromiso y se involucre en las actividades relacionadas al manejo y control de esta especie.
En acacias, álamo, castaño y casuarinas matan la corteza y provocan la caída de ramas. “Los problemas no son sólo en forestales, sino que rompen los sistemas de riego y se comen las semillas como las de roble y araucarias”. Esto afecta directamente el trabajo de la estación en la reproducción de semillas forestales.“La población de ardillas aumentó de forma exponencial y lo verificamos en las consultas que recibimos de los productores”, dice Dell’Arciprete, quien recientemente pudo observar ataques a plantaciones de maíz.
El INTA puede hacer “aportes sustanciales”, señala Gavier Pizarro y reconoce: “La gran presencia territorial y su relación con los productores facilitaría acciones de educación ambiental para involucrar a los productores y público en general y concientizarlos de la importancia de esta problemática y su manejo”.
En ese sentido, el investigador considera esencial el apoyo a la implementación de la Estrategia Nacional para Especies Exóticas Invasoras (ENEEI), coordinada desde el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación (MAyDS). Dentro de las experiencias y casos de estudio que desarrolla, “la ardilla de vientre rojo es uno de los que toca más de cerca y d onde el INTA puede hacer un aporte sustancial a su estudio, monitoreo y control”, reconoce el investigador.
Según el Departamento de Ciencias Básicas de la Universidad Nacional de Luján “cuando las especies son introducidas en un sitio no nativo, los individuos experimentan nuevas presiones selectivas y a la vez actúan como nuevos agentes de selección para las especies presentes en la comunidad receptora (Suarez & Tsutsui 2008). En los pasos sucesivos del proceso de una invasión biológica (traslado, introducción, establecimiento y dispersión), C. erythraeus ha superado todos los pasos, incluso partiendo de pocos individuos. Esto indica que las ardillas son invasores exitosos y que poseen rasgos que facilitan su transporte por humanos y enfrentan exitosamente nuevas condiciones ambientales”, (Suarez & Tsutsui 2008).
Hacia una estrategia nacional
El país no cuenta con un plan de manejo para hacer frente a la ardilla de vientre rojo que expande su territorio a razón de 0.62 kilómetros al año, según estudios de la Universidad Nacional de Lujan.
Entre los principales desafíos que enfrenta el Ministerio de Ambiente tras convocar al INTA y a otras instituciones, es promover la generación de políticas públicas para minimizar el impacto de ésta y otras invasiones biológicas.
Y no sólo buscan relevar el impacto de la ardilla en sistemas productivos, sino que los especialistas quieren conocer “cómo puede afectar a las otras especies nativas de ardillas que están presentes tanto en la selva misionera como en yungas”, indica Inés Kasulin, coordinadora nacional por el MAyD S del proyecto Fortalecimiento de la Gobernanza para la protección de la Biodiversidad mediante la formulación e implementación del ENEEI, que se articula desde la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).
El ENEEI dispone de 7 proyectos pilotos enfocados en situaciones concretas de invasión de especies exóticas: especies marinas, alga didymo, tamariscos, caracol gigante africano, rana toro, ligustro, castor y ardilla.
El piloto “Ardilla de vientre rojo y otras potenciales especies exóticas invasoras –mascotas-”, apunta a comunicar la problemática que vincula las invasiones biológicas con la tenencia responsable de mascotas y el tráfico de fauna y también a abordar los diferentes impactos que puede causar la introducción de una especie.
Por ejemplo, uno de los ejes es fortalecer las capacidades de INTA para el asesoramiento a productores y control para la reducción de daños que produce esta “especie en plena expansión y crecimiento”, dice Laura Guichón, investigadora del Conicet y su coordinadora.
Las medidas a impulsar en la Estación Forestal 25 de Mayo del INTA servirán para abordar este problema en otras localidades: Lujan, primer sitio de liberación en lo ‘70, Daireaux, Capitán Sarmiento, Salto, Escobar y San Miguel –Buenos Aires-; Rafaela y Cañada de Gómez –Santa Fe-; y La Cumbrecita –Córdoba-.
Controlar su dispersión
Desde el Ministerio de Ambiente consideran que las acciones y las estrategias con respecto a fauna silvestre, más allá de tomar consciencia sobre el mascotismo, se orientan “a la conservación de la biodiversidad”, dice Inés Kasulin.
En este marco, el proyecto piloto busca dar a conocer sobre esta problemática para que las instituciones nacionales, provinciales y municipales estén capacitadas para dar respuestas al impacto que producen las especies exóticas invasoras. Asimismo, proponen acompañar con normativas en la materia.
Según Laura Guichón, los intentos actuales para hacer frente al roedor “responden a medidas aisladas que impulsan productores afectados en sus establecimientos”.
Por su parte, el objetivo es lograr “una estrategia nacional sobre especies exóticas invasoras de la que participen distintas instituciones y las provincias afectadas”, remarca Kasulin.
Las especies exóticas invasoras pueden constituirlas plantas, animales o microorganismos transportados voluntaria o accidentalmente por las personas fuera de su área de distribución natural, cuya introducción y propagación pueden causar severos impactos sobre los recursos naturales, la diversidad biológica, la economía, la salud p ública y la cultura.