El mundo está viviendo modificaciones simultáneas que se han acelerado en los últimos años, como los efectos de cambio climático, del covid y geopolíticos por la guerra en Ucrania con tensiones en los mercados globales de alimentos con nuevos estándares y requisitos a nivel internacional.
En la interconexión entre clima-naturaleza-personas no se pueden desconocer que las acciones que el ser humano toma sobre los recursos y naturaleza afectan al ambiente porque cada acción conlleva una respuesta que muchas veces puede presentarse en forma inmediata o luego de un período de tiempo más largo. Tales como los incendios forestales, la pesca ilegal, la tala indiscriminada, la actividad minera, la degradación de la superficie terrestre llevando a la pérdida de fertilidad del suelo y la variabilidad en las temperaturas de distintas regiones del globo.
Los cambios climáticos han existido desde el inicio de la historia de la Tierra. La novedad reside en que viene a sumarse lo causado directa o indirectamente por la actividad humana. Desde 1900, el planeta se ha calentado más de 1 grado Celsius o 1,8 grados Fahrenheit. Cada una de las últimas cinco décadas ha sido sucesivamente más cálida que la década anterior. La Tierra ahora es más cálida que nunca en al menos 12,000 años. De hecho, 19 de los 20 años más cálidos han ocurrido desde 2001, con la excepción de 1998.
Otra evidencia del calentamiento incluye la frecuencia de eventos extremos, el derretimiento de los glaciares y las capas de hielo terrestres, la reducción del hielo marino del Ártico, el aumento del nivel del mar global, una temporada más larga sin heladas, cambios en las temperaturas extremas, aumentos en la humedad atmosférica y tiempos de floración más tempranos para muchas plantas y árboles.
La quema de combustibles fósiles representa aproximadamente las tres cuartas partes de las emisiones de gases que atrapan el calor de las actividades humanas. La cuarta parte restante de las emisiones proviene de la deforestación, la descomposición de los desechos orgánicos y la agricultura.
¿Acuerdos?
En esta carrera contra el tiempo hay intereses y mezquindades, oportunidades y desencuentros. Modificar la forma de estar en el planeta, y realizar un abordaje multisectorial del cambio climático, en pos de su mitigación es lo que en la actualidad se está en acuerdo, pero faltan acciones concretas que involucren a los mayores responsables.
El Acuerdo de París determinó la reducción de las emisiones netas a cero hasta 2050 para limitar el crecimiento de la en temperatura en 1,5°C. Para ello es crucial una economía circular fundamentada en la energía renovable, con un el rol crucial del sector de agroalimentaria e industrial para reducir las emisiones y alcanzar el objetivo.
En el 2016, se incluyeron “tres pilares” para la lucha contra el cambio climático: limitar el aumento de la temperatura global, tomar medidas de adaptación y mitigación, y por último atender las cuestiones de financiación de esas políticas, aunque este último no fue tenido en cuenta por algunos de los países desarrollados.
La climatóloga de la organización Naturaleza, Dra Katharina Hayhoe, explica que “el cambio climático es un multiplicador de amenazas global en la salud hasta la economía, la infraestructura, y empeora los problemas existentes. Aumenta el riesgo de crisis y conflicto, particularmente en las regiones pobres e inestables del mundo”.
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas advierte que una de las principales amenazas para los humanos como resultado del cambio climático es la inseguridad alimentaria, especialmente en el Sur Global, donde las personas dependen de la agricultura a pequeña escala para alimentarse y son más vulnerables. La Organización Mundial de la Salud estima que en los 20 años posteriores a 2030, el cambio climático causará “aproximadamente 250.000 muertes adicionales por año, por desnutrición, malaria, diarrea y estrés por calor”.
Todo sigue ocurriendo sin grandes cambios.
El papel de la agricultura en la región y en Argentina
El Subdirector General de la FAO y Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, Mario Lubetkin, considera que “la evidencia científica pone de manifiesto la urgencia de acelerar la acción climática a nivel global y regional cuanto antes”.
Desde la FAO sostienen la importancia de ir hacia sistemas agroalimentarios más sostenibles e inclusivos. Argentina es pionera en avances de biotecnología para el agro y siembra directa.
Anteriormente se tomó una decisión durante la conferencia de la ONU sobre el cambio climático (COP23) en noviembre de 2017, reconociendo oficialmente la importancia de los sectores agrícolas para adaptarse y mitigar el cambio climático y ha representado una oportunidad para que los países compartan sus experiencias. “Hay un potencial único en la agricultura para hacer frente al cambio climático y sus impactos”, sostuvieron.
En este sentido, Miguel Taboada, docente de Edafología en la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), expresa que, pese a que es una amenaza, el cambio climático también presenta una oportunidad para implementar buenas prácticas agrícolas que aumentan la capacidad de los suelos de almacenar carbono y así evitar que la temperatura global siga elevándose.
Para Taboada hay una oportunidad para generar estrategias en línea con las llamadas soluciones basadas en la naturaleza, que son prácticas que tienden a aumentar los niveles de carbono almacenados en la tierra de forma estable. “Nuestros suelos pueden contribuir con la mitigación del cambio climático, y para eso debemos promover una mayor captura de carbono en ellos”.
En la Argentina, los suelos con mayor potencial para mitigar el cambio climático son los de la Región Pampeana. Según Roberto Álvarez, docente de Fertilidad y Fertilizantes en la FAUBA, “hasta un metro de profundidad, los suelos pampeanos pueden aumentar su nivel de carbono un 200%; es decir, tres veces su contenido actual. Como tienen una capacidad muy alta para secuestrar carbono, la cuestión es darles el manejo adecuado para que ese potencial se realice”.
Al respecto, este año en Egipto en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, denominada COP27 por el número de la edición, Argentina fue con un mensaje unificado, tanto a través de las voces oficiales y privadas, al sostener que el país es parte de la solución al problema, en especial a través de sistemas agropecuarios sustentables y soluciones biotecnológicas tendientes a resguardar la seguridad alimentaria global.
Bajo la consigna de fortalecer la participación y posicionamiento de la región en los procesos internacionales de negociación, fue muy importante esta posición regional para frenar los embates de distintas voces que acusaban a las prácticas agropecuarias de América Latina como fuertes contaminadores del ambiente sin mediciones reales y sustento científico, pudiendo provocar la disminución del comercio hacia regiones como la Unión Europea con altos estándares de exigencias en la trazabilidad de los sistemas productivos sin tener en cuenta su pasado en la materia. Sumado al aumento del lavado verde, del greenwashing, que confunde y desorienta al consumidor.
La especialista en clima sostiene que para cambiar el rumbo hay que utilizar fuentes limpias de energía, reducir la emisión de gas de efecto invernadero, utilizar los recursos de manera más eficiente con soluciones planteadas en todos los niveles tanto internacional como en municipios y hogares. A nivel de las personas implementar soluciones simples de estilo de vida en los hogares, escuelas, comunidades y organizaciones.
En época de balance es necesario replantearse que se hace al respecto. El cambio climático afecta a todos, los impactos ya están aquí. La crisis climática requiere una acción urgente. El futuro está en nuestras manos y nuestras decisiones importan.
Con información de CCNow, FAO, Naciones Unidas, Ecowatch, Fauba Sobre la tierra y @naturaleza_org