En las elecciones presidenciales de Paraguay de este domingo, el candidato del Partido Colorado, Santiago Peña, se impuso en la única vuelta y superó a su rival de centro-izquierda, Efraín Alegre. Con la victoria del conservador, se consolida la hegemonía de esta formación política que ha gobernado el país de forma prácticamente ininterrumpida durante más de siete décadas.
Los paraguayos mantienen su rumbo político, el mismo que han llevado durante más de setenta años. El Partido Colorado, la gran máquina electoral y de Gobierno de Paraguay, revalida una vez más su mandato en la presidencia. Esta vez, el rostro es el de Santiago Peña, el joven conservador que se impuso este domingo 30 de abril en las elecciones.
Con prácticamente el 100% de los votos escrutados, Peña consiguió el 42,74% de las papeletas. Su principal contendiente, Efraín Alegre, líder de una amplia coalición de centro-izquierda, Concertación Nacional, que buscaba revertir el continuismo tradicional paraguayo, acumuló el 27,48% de los votos. Su resultado fue significativamente inferior a lo que proyectaban las encuestas y los propios representantes de Concertación Nacional.
En tercer lugar, el candidato de tintes autoritarios y antiparlamentarios Paraguayo Cubas, que quería dar la sorpresa en estas elecciones, cosechó el 22,92% de las papeletas. Con más de 690.000 apoyos, su propuesta, aunque no fue suficiente para alcanzar la presidencia, podría quedarse en la arena política paraguaya.
La participación en estos comicios superó el 63%.
Mario Abdo Benítez, presidente saliente del país, felicitó “al pueblo paraguayo por su gran participación en esta jornada electoral y al presidente electo”. “Trabajaremos para iniciar una transición ordenada y transparente, que fortalezca a nuestras instituciones y a la democracia del país”, aseguró en un mensaje en Twitter.
Primer discurso de Peña
En el discurso de celebración por su victoria, el nuevo presidente agradeció a su familia y convocó a la unidad y al consenso para alcanzar “un destino de bienestar colectivo y de prosperidad sin exclusiones”. Ante decenas de seguidores en Asunción, Peña prometió que no defraudará a los paraguayos. “Vamos a desterrar el fatalismo de que estamos condenados a nuestro presente. Somos los dueños de nuestro propio destino”, dijo.
También destacó la importancia de abordar el problema de la desigualdad en el país, afirmando que “empezaremos a diseñar el Paraguay que queremos, sin groseras desigualdades”. Peña concluyó llamando al aplazamiento de las diferencias: “Ha llegado el tiempo de postergar nuestras diferencias para priorizar las causas comunes que nos unen como nación”, declaró.Con esta victoria, el Partido Colorado consolida su hegemonía en el país, donde lleva gobernando desde hace 76 años. Peña, un economista de 44 años y miembro de una de las familias más poderosas del país, basó su campaña en la promesa de atraer inversiones económicas y generar empleo.
Fue ministro de Hacienda entre 2015 y 2017 y exmiembro del Banco Central entre 2000 y 2009. Se ha comprometido a crear 500.000 nuevos puestos de trabajo, ofrecer guarderías gratuitas para madres trabajadoras o en formación, llevar a cabo un plan integral de lucha contra el tráfico y consumo de drogas y mejorar el acceso a la vivienda.
Paraguay en la geopolítica mundial
Además de los retos nacionales que Peña deberá enfrentar, la coyuntura geopolítica también será una prioridad en la agenda del futuro presidente. Para empezar, la victoria del partido Colorado en las elecciones presidenciales de Paraguay supone un freno a la llamada “ola rosa” que ha venido marcando Latinoamérica en los últimos años. Una derrota del partido centenario habría significado otro giro hacia la izquierda en la región, en línea con países como Chile, México, Colombia o Brasil.
Pero más allá de la región, la elección de Peña también tiene repercusiones en Medio Oriente y Asia. El representante del Partido Colorado ya anunció su intención de trasladar nuevamente la embajada paraguaya en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, una medida que ya había tomado Cartes en 2018 y que había sido revertida pocos meses después por Abdo Benítez, mostrando una vez más las diferencias entre corrientes dentro del mismo conservadurismo.
Además, Paraguay es el único país en Sudamérica que reconoce oficialmente a Taiwán y no mantiene relaciones diplomáticas con China, a pesar de ser uno de sus principales socios comerciales. Alegre había planteado “analizar” el futuro de las relaciones entre Asunción y Taipéi, con la intención de estrechar lazos con Beijing, pero el resultado de las elecciones hace pensar que el país se mantendrá con su decisión histórica de apoyar a la isla.
De hecho, la embajada de Taiwán en Asunción fue de las primeras en reaccionar a la victoria de Peña: “Seguiremos trabajando en esta fructífera relación de socios prósperos”.
Con France 24, AFP y medios locales