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Hay que pasar el invierno

Sandra Capocchi Por Sandra Capocchi
8 mayo, 2016
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Hay que pasar el invierno
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La invernada, periodo comprendido entre dos ciclos productivos y que en la región de la provincia de Buenos Aires abarca parte del otoño y el invierno, exige de los apicultores la implementación de medidas que permitan a las abejas disponer de un albergue que reúna condiciones apropiadas de salubridad para evitar enfermedades.

Una vez iniciada la invernada son escasas las posibilidades de modificar el estado de las colmenas por lo que resulta fundamental la preparación de las mismas, asegurando reservas y condiciones de hospedajes adecuadas que permitan transcurrir el periodo entre ciclos productivos sin mayores inconvenientes.

Consultados al respecto el doctor Martín Eguaras y el licenciado Leonardo De Feudis, ambos integrantes del Laboratorio de Artrópodos de la Universidad Nacional de Mar del Plata (U.N.M.d.P), señalan que “una buena invernada radica en lograr que las abejas dispongan de un albergue que reúna condiciones propicias de salubridad para evitar enfermedades que mermarían las cualidades de las colonias”.

Entre las consideraciones previas a una invernada a nivel poblacional resulta indispensable establecer un número de habitantes que sea apropiado para este período crucial. Se debe, en tal sentido, poseer al menos 8 cuadros cubiertos con abejas. “En el caso de no poseer esta cantidad de abejas es posible, previa inspección sanitaria, colocar cuadro con cría operculada de otra colmena para llegar al nivel poblaciones mencionado” indica Eguaras.

El periodo de invernada requiere un reservorio energético que alimente a las abejas hasta arribar al próximo ciclo. “Si las colmenas se encontrarán sin reservas el % de mortandad normal se elevará proporcionalmente a la falta de estas”, aclara De Feudis. Por eso, es necesario preparar cinco o seis cuadros con reservas energéticas tales como miel, jarabe de azúcar o jarabe de maíz de alta fructuosa, siendo el más recomendado aquel que posee el mayor porcentaje de fructosa. Debe prestarse especial atención a las reservas proteicas y en caso de ser escasas suplementar al momento de realizar el bloqueo de la cámara de cría.

Hay que tener en cuenta que cualquier factor que altere la capacidad de la abeja para acumular reservas corporales en otoño compromete la supervivencia de la colonia y el desarrollo primaveral tanto por la poca disponibilidad de proteína de calidad o por afecciones sanitarias.

 

El control sanitario

 

Es de fundamental importancia pone atención en los controles referidos al % de infestación de varroa (prueba del agua y detergente) luego de la extracción del acaricida. La varroa actúa como un parásito que absorbe la hemolinfa disminuyendo la masa corporal de la abeja, mientras que la Loque Americana es una enfermedad de las crías que las mata después que han terminado su estado de larva.

Respecto a la Loque Americana, los entrevistados indican que es necesario “realizar la revisión de todos los cuadros y, en el caso de detectar esta patología, eliminar las colmenas o marcarlas para paquetearlas en primavera previa separación y asilamiento en un apiario sanitario”.

No puede dejarse de lado la nosemosis o nosematosis, enfermedad producida por el hongo Nosema Apis que afecta el aparato digestivo de las abejas obreras, los zánganos y la abeja reina. “Es necesario tener valores de referencia para tomar la decisión de aplicar o no (el antibiótico) fumagilina”.

Acondicionamiento de la colmena

Los espacios ociosos de los cajones nucleros o cámaras de cría deben ser cubiertos por guardapiqueras o partidores con el fin evitar de ese modo la condensación de humedad. También se colocan bases o caballetes sobre los cuales son ubicadas las colmenas ya que de estar situadas sobre el terreno el panal absorbe la humedad derivando en la pudrición de la base. “Se ha comprobado que las colmenas aisladas del suelo comienzan a trabajar antes que las que se encuentran apoyadas en el piso”, acotan los expertos.

La metabolización de la miel por las abejas favorece la eliminación de humedad que se condensa sobre las superficies fría de la colmena. “Eso se puede disminuir colocando guarda piqueras, con entradas en ambos extremos, y así propiciar la circulación de una corriente interna que evacua gases, regula la temperatura y elimina la humedad” determina De Feudis.

Como las condensaciones de agua en las paredes de las colmenas es algo que se puede eliminar es importante tenerlo en cuenta para que las abejas dispongan de un especio saludable.

Al margen de todas las medidas precautorias que deben tenerse en cuenta, existen básicamente dos técnicas para la preparación de la invernada. Son ellas el bloqueo de la cámara de cría y colocación de reservas adicionales a las existentes en la cámara de cría.

Para la utilización de la primera técnica se requiere la existencia de una buena población de abejas, aproximadamente ocho cuadros. Consiste en la aplicación de cantidades copiosas de jarabe de azúcar o jarabe de maíz de alta fructosa, con el objetivo de bloquear la postura de la reina. Deben colocarse dos o tres libros de jarabe en un alimentador interno cada cuatro días hasta saturar todas las celdas de la cámara de cría. A este jarabe se le puede adicionar suplementos proteicos tanto líquidos como en polvo.

La segunda técnica, utilizada por los apicultores cuando las cosechas eran abundantes y el exceso de miel se dejaba para las abejas, consiste en colocar una medida alza llena con miel o un alza estándar con cinco cuadros equivalentes a 15 kilogramos de miel.

La ventaja de esta técnica es que no requiere alimentación artificial mientras que la desventaja se presenta cuando, dada la existencia de alzas arriba de la cámara de cría, dificulta las revisiones y expone el material apícola durante la época invernal favoreciendo su deterioro. Asimismo la diferencia de precio entre el azúcar y la miel eleva el costo considerablemente, por lo que esta técnica ha sido dejada de lado por los apicultores.

Etiquetas: abejasapudulturacolmenasinviernonosemosisvarroa

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