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Una técnica innovadora para el cultivo en las ciudades, donde los suelos son poco fértiles, es la organoponia.
Implementada desde hace más de 20 años en las áreas urbanas de Cuba, esta práctica permite crear un suelo fértil mediante el agregado de abonos orgánicos y, así, facilitar la producción de hortalizas para la comunidad.
Para llevarla a cabo, pueden construirse canteros con diversos materiales como maderas, piedras, ladrillos o bloques de concreto o utilizarse macetas, envases, bateas, tarimas, bolsas y caños.
Para iniciar una huerta organopónica, es fundamental disponer de un buen sustrato y planificar el espacio de cultivo, según las características de la especie que queramos producir, con el objetivo de asegurar el desarrollo de las plantas.
Sobre el sustrato
El cultivo en envases nos ofrece la ventaja de combinar, en las proporciones adecuadas, los materiales que utilizaremos para el sustrato. Un buen sustrato aportará nutrientes a las plantas, retendrá las cantidades necesarias de agua y drenará el exceso de humedad.
Para lograrlo, mezcle:
1 parte de tierra negra
3 partes de abono orgánico maduro
1 parte de arena gruesa, viruta o cascarilla de arroz
Planificar el espacio de cultivo en recipientes
Cualquier contenedor puede ser utilizado para producir alimentos, siempre y cuando no haya almacenado sustancias tóxicas o nocivas. Es
fundamental realizar perforaciones en la base del envase para favorecer el drenaje del agua de riego. La acumulación de agua produce la
asfixia de las raíces de las plantas.
Además es preciso tener en cuenta que de acuerdo con el tamaño final, la profundidad de las raíces y el tiempo de desarrollo de cada especie, emplearemos un envase y técnica de cultivo determinados. No todas las plantas requieren la misma cantidad de espacio
para crecer. Veamos un poco más en detalle estos aspectos:
– Profundidad de las raíces:
Alude a la extensión de las raíces. Las plantas con raíces superficiales como el perejil o las verduras de hoja no se extienden más allá de los 10 cm. En cambio, los tomates y los repollos tienen raíces más profundas y requieren, al menos, 30 cm de profundidad para
desarrollarse con normalidad.
– Tamaño aéreo:
Es el tamaño final que alcanza cada planta. Un ejemplar de rúcula puede medir entre 15 cm de altura y 5 cm de ancho; un repollo alcanza un tamaño de 30 × 30 cm y una planta de tomate, 40 × 40 cm.
– Tiempo en el recipiente:
Se refiere al tiempo transcurrido entre el transplante o la siembra (en el caso de la siembra directa) y la cosecha. Este período puede
demorar desde 45 días para la rúcula hasta siete meses para el tomate.
Además es preciso tener en cuenta que de acuerdo con el tamaño final, la profundidad de las raíces y el tiempo de desarrollo de cada especie, emplearemos un envase y técnica de cultivo determinados. No todas las plantas requieren la misma cantidad de espacio
para crecer.
Para conocer nuestro suelo:
La prueba del amasado
Esta es una técnica sencilla que nos permite reconocer los distintos tipos de suelo e identificar sus características.
Para realizarla, siga los siguientes pasos:
1- Seleccione una muestra del suelo sin cascotes ni terrones grandes. Agregue agua hasta lograr una pasta
homogénea.
Estire la masa y forme una cinta o choricito. Observe y determine qué tipo de suelo es.
Suelo arenoso
Si la cinta no queda formada o se desarma fácilmente, se trata de un suelo arenoso. Este tipo de suelo tiene muy buen drenaje, pero no retiene el agua de riego y presenta un bajo contenido de nutrientes.
¿Cómo lo mejoramos?
Mejoramos la retención de agua y la fertilidad de los suelos arenosos con el agregado de abono compuesto.
Suelo limoso
Si la cinta queda formada pero se rompe al apretarla, estamos ante un suelo limoso. Este tipo de suelo tiene algunas dificultades para el cultivo de
hortalizas.
Suelo arcilloso
Si logramos formar una cinta con facilidad, se trata de un suelo arcilloso. Este tipo de suelo posee un alto contenido de nutrientes y retiene una buena cantidad de agua, pero presenta escaso drenaje.
¿Cómo lo mejoramos? Los suelos arcillosos mejoran sus propiedades de aireación a partir del agregado de arena gruesa y abono orgánico.
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