La producción de cerezas en la región del Alto Valle de Río Negro y Neuquén ha aumentado lentamente en los últimos años, a pesar de que el contexto económico del país no fue el más favorable. Esto se debe, entre otros factores, a las excelentes condiciones que presenta esta zona para su cultivo. De todas maneras, para obtener rendimientos sostenidos en el tiempo es necesario contar con un sistema de defensa activo contra heladas. La baja producción obtenida en las últimas temporadas (tardía acumulación de horas frío, primaveras frías con presencia de lluvias y heladas) y las diferentes políticas económicas y comerciales imperantes en nuestro país, ocasionaron que un mayor porcentaje de la producción se destine al mercado interno, cobrando una relevancia relativa mayor al de temporadas anteriores.
Gracias a la posibilidad de tener el mercado europeo, norteamericano y asiático de contra estación, la exportación de cerezas es un objetivo importante para Argentina y con grandes perspectivas de crecimiento. Pero estos destinos son lejanos y es necesario lograr un producto de calidad para arribar a ellos en buenas condiciones.
El INTA Alto VAlle recomienda que la fruta llegue con un “aspecto fresco” que se traduce en pedúnculos verdes, piel lisa y un color brillante. Para ello hay numerosos factores a tener en cuenta los que se describen a continuación. Cosecha El momento óptimo de cosecha está determinado por la variedad y las exigencias de los compradores.
El color de la piel de los frutos es el parámetro más utilizado para determinar su inicio, para ello se utilizan tablas de color con recomendaciones específicas para las distintas variedades. La firmeza es otro parámetro de calidad fundamental sobre todo para los mercados más lejanos y está fuertemente condicionado por la variedad y el manejo general del monte frutal.
Es sabido que los calibres más grandes son los más atractivos y los que logran los mayores precios en el mercado. Esto no sólo depende de la genética (variedad) sino que el vigor de la planta y el follaje juegan un rol importante. También el estrés térmico en el periodo de llenado de frutos combinado con cargas altas en las plantas, favorecen el ablandamiento de la fruta.
La cosecha de cerezas es una tarea muy intensiva y laboriosa, que debe realizarse evitando provocar golpes y marcas en la fruta que deterioran su calidad y su potencial de almacenamiento. La fruta cosechada debe enfriarse rápidamente y mantenerse en ambiente húmedo para evitar deterioro de los pedúnculos, reducir la respiración y retrasar o inhibir los procesos de maduración y senescencia.
Algunas consideraciones de manejo
La producción de cerezas de calidad es muy dependiente del manejo general del monte que se realizó en la temporada anterior, ya que desde que florece (fines de septiembre) hasta que los frutos maduran (noviembre/diciembre) tienen solamente entre 60 y 80 días de crecimiento, dependiendo del ciclo de cada variedad.
Cuando los cerezos florecen, tienen muy poca área foliar, por lo que en el período de brotación dependen de las reservas almacenadas para obtener los insumos necesarios para su crecimiento, hasta que las hojas se expandan y puedan suministrar los recursos necesarios.
El crecimiento vegetativo y el de los frutos, coinciden en el tiempo, compitiendo por los recursos disponibles. Es necesario entonces no fomentar el vigor del árbol en este momento, ya que puede afectar el crecimiento de los frutos, disminuyendo su tamaño y calidad final del producto. Por lo que la fertilización nitrogenada se aconseja realizarla a inicio de la temporada (primavera temprana) y luego en poscosecha con el objetivo de acumular reservas