¡Las armonías de “Surf’s Up”..! Alguien diría que esos chicos malcriados y rebozados en arena habían estado escuchando un buen rato esa biblia del doo-woop que resultó aquel tapado resumé del género titulado “I Dig Acapella”, editado por Cat-Time Records en 1965. La habían estado escuchando para adelante y para atrás. La dieron vuelta, sacudieron y exprimieron cada pulpa de tono y cada pausa de acidez; lo grave y lo valiente que flotaba ingrávido y glorioso sobre el sendero allanado que invitaba cada surco, como auténticos arqueólogos de la armonía vocal estereofónica.
¡Dubu-du-da-da-da-daaa-aaaaaaaaaahhhhhh! Los Zircons templando “Lone Stranger”… los Five Fashions coreando una tormenta de gargantas en “This I Swear”. ¡Cómo no prestar atención a lo que escuchaban! Aquellos otros singles neuróticos de los Dovells, como “Bristol Stomp”…
Todo esto y mucho más, degenerado por la iluminación desalentada de un visionario Brian Wilson (y la pequeña ayudita de una amplia batería de fármacos) fue lo que entre 1966 y 1967 empujó a los Beach Boys a componer obras maestras en miniatura, como ese diamante en bruto que es “Surf’s Up”, la cómica opereta “Heroes And Villains” y, claro, el optimismo galvanizado de “Good Vibrations”.
Se internaron en los estudios (junto al resistido Van Dyke Parks, lapicera en mano) y registraron lo que sería “SMiLE”, el más famoso y el más misterioso de los discos incompletos de la historia. Un álbum que recién ahora, para gozo de sus cultores, finalmente termina viendo la luz. Lánguidos sketches psicodélicos propulsados por el LSD (“Do You Like Worms?”) acompañados de vignettes sonoras de fácil resolución, como “Cabin Essence” y “Vega-Tables”.
Cuenta la leyenda que, por entonces, el único que timoneaba el barco “SMiLE” era Brian Wilson (Mike Love sencillamente detestaba el proyecto) y que cuando llevaron las cintas a Capitol, los de la discográfica los echaron a patadas porque esperaban algo más en la línea del laureado antecesor “Pet Sounds” (1966), un disco que hasta los Beatles confesaron querer emular cuando hicieron “Sgt. Pepper’s”.
De modo que el largamente esperado lanzamiento llegó ahora como “The SMiLE Sessions” (Capitol) y, para estar a tono con estos tiempos de superboxes grandes como containers y i-Tunes a rolete, lo hizo de manera titánica, descomunal, en un box set que incluye bastante de las ochenta sesiones del disco nunca completado en sus nueve meses de proceso.
La nueva cajita feliz presenta 5 CD’s con material inédito, 2 elepés, dos singles de 7”, un book de 60 páginas regadas de fotos inéditas, un póster y una reproducción del arte que Frank Holmes diseñó para la edición original del álbum. Y si entre nosotros hay algún desprendido del dinero al que le sobren 6.000 dólares, existe una edición premium que incluye una fantástica tabla para surfear firmada por cada uno de los Beach Boys. Todo sea por esa sonrisa.