Cuando era chico, a Frank Zappa siempre le preguntaban que quería ser cuando fuera grande. Y él siempre respondía lo mismo: director de orquesta. No pudo serlo. Al menos, en ese tiempo. De adolescente se convirtió en autor y compositor, también cantante y en un guitarrista único en la época de los 70. Tuvo el don de transformar, todo lo que se escuchaba en esa época, en “otra cosa”.
Su talento, sus fusiones y los neologismos en sus letras, transformaron lo que podíamos escuchar. Y algo muy particular, es que en el trasfondo de sus canciones, siempre hay un compromiso social. A veces con sorna, a veces, no tanto. Fue crítico con lo políticamente correcto y con la religión y fue un gran defensor de la libertad de expresión y de la abolición de la censura. En sus últimos años, antes de morir de cáncer de próstata, se dedicó a dirigir sus propias orquestas. Se sacó el gusto. El título de esta nota lleva el nombre de unos de sus temas icónicos: The torture never stops. Lo acompaño con uno de sus párrafos:
Moscas, todas verdes y zumbando, en sus calabozos de desesperación
Los presos se quejan y mean en su ropa y se rascan el pelo enmarañado
Una pequeña luz desde un agujero de una ventana a cien metros de distancia
Es todo lo que llegarán a conocer sobre la vida normal de cada día
Y apesta tan mal que las piedras han estado asfixiándose
Y lloran gotas verdosas
En la sala la bomba de fuego gigante funciona
Y la tortura nunca se detiene
La tortura nunca se detiene….

El 24 de marzo y el 2 de abril son dos fechas que tienen más cosas en común de lo que sabemos o imaginamos. Cuando Galtieri se enorgullece en declarar una guerra con Gran Bretaña por la soberanía en las Islas Malvinas, no aclaró quienes iban a ser los oficiales que comandarían las fuerzas de ataque. Pero también era obvio. Se iba a destinar la misma casta de oficiales que, desde el golpe de 1976, actuaba en la fuerza. Y así fue.
Lo que vamos a leer es muy fuerte. Pero es una increíble realidad oculta y encubierta. La principal causa de los castigos, eran consecuencia del hambre. Los alimentos iban a parar a manos de los oficiales y dejaban migajas para la tropa. Y el castigo, generalmente, no consistía en el calabozo. El castigo era mucho peor.
Ahogamientos y frío
En una oportunidad, un grupo de seis soldados, cazaron y se comieron una oveja. Fueron obligados a sentarse en el interior de un pozo, y enterrados hasta el cuello, sin abrigo y sin casco, diez horas por día. A otros los obligaban a colocar sus pies cerca del fuego, con sus borceguíes y medias, ordenándoles quedar inmóviles durante 24 horas, hasta que se produjeran ampollas en sus pies. Otros fueron obligados a ejecutar ejercicios sobre el barro con hielo, bajo la nieve, mientras sufrían amenazas de ejecución. En otra circunstancia, a un soldado le sumergieron la cabeza en agua fría mientras lo golpeaban por haberse quedado dormido en la guardia. A otro, tras haber robado comida destinada a los oficiales, fue obligado a comerla junto a sus propios excrementos.
Estaqueos
Un soldado fue estaqueado por ocho horas bajo una nevada, por un supuesto robo de comida, y otro, fue estaqueado cinco horas, atado de manos y pies y cubierto con un plástico durante un bombardeo nocturno. Había robado comida destinada a los oficiales. A muchos, cansados y muertos de frío, les efectuaban disparos entre sus piernas mientras les pegaban con una barra de acero usada para limpiar los caños de los fusiles. Luego eran estaqueados, atados de pies y manos durante 10 o 12 horas.
Hubo también un caso de estaqueo por más de dos días, le fracturaron la nariz de un culatazo, y luego fue alcanzado por la deflagración de una bomba. Le produjo una ceguera momentánea que derivó en permanente. Y otro caso terrible. Por las mismas razones, uno de ellos fue estaqueado, para luego colocarle una granada en la boca, uniendo el espolón con una soga a sus testículos.
Cifras
Más de 600 excombatientes se quitaron la vida después de la guerra, casi la misma cantidad que los que murieron en los 74 días de conflicto. Y además, hay unos 2.300 fallecidos posguerra, en su mayoría a causa de Malvinas. La tortura nunca se detuvo…
*Las ilustraciones de esta nota obedecen a estampillas y mapas de colección. En el libro No Cosas de Byung Chul Han, su autor hace mención al coleccionismo como una de las pocas actividades que mantendrán la memoria activa en la Humanidad.
