Un lujo realmente poder hablar diez minutos con Lucas Lagrange, el lapridense que fue jurado en el histórico evento del Centenario de Angus en la Sociedad Rural de Palermo. Un lujo porque fue durante cuatro días (entre el martes 24 y el viernes 27 de mayo) el hombre más observado en las pistas (en la externa y en la indoor), ya que decidía qué toro, vaca, ternero, ternera o vaquillona eran los mejores.
Un lujo también porque la entrevista nos la brindó, en exclusiva (gracias a la gestión del jefe de prensa de la Asociación Argentina de Angus, Roderick Mac Lean), a campoindustria.com y a Sandra Capocchi (El Ágora), el viernes, unas horas antes de que definiese a los súper grandes campeones del Centenario Angus, en el escenario donde estaban todas las autoridades. Fue al mediodía, cuando finalizó la jornada matutina (que había arrancado a las 9 en punto y finalizó a las 12) y se sentó a hablar con la tranquilidad de cualquier hombre del interior pese a que a las 14 debía retomar su responsabilidad en la pista.
Alto (pasa el metro ochenta), delgado, de paso firme, mirada penetrante mientras elige la mejor hacienda (que acompaña con sus manos tomadas por detrás de si cuerpo) y un gesto tremendamente adusto que no condice para nada con la amabilidad que demuestra cuando arranca la charla. Antes de anunciar con sus dedos el primero, el segundo y el tercero, consulta con su hermano Juan Pablo, su ladero y hombre de confianza. Mantuvo ese rictus imperturbable hasta los últimos segundos de la jura, cuando debió elegir al Supremo Campeón del Centenario entre el negro de la cabaña Inambú y el colorado de Indio Nuevo: caminó lentamente, se ubicó entre ambos toros y allí impactó su mano derecha con fuerza (VER VIDEO), como una descarga de emociones, sobre el lomo del colorado de la cabaña de Indio Rico. Ahí ya tenía puesto el saco gris que le entregó la Asociación Argentina de Angus, al mejor estilo del Master de Golf de Augusta (allí, el saco tradicional es verde).
“Como jurado arranqué hace unos cuantos años. En mi primera exposición, y siempre lo cargo a Ricardo Orazi, quien fue mi maestro, porque me invitó de secretario porque dijo que yo debía jurar. Fue en Coronel Suárez, en la zona mía. Después me eligieron para jurar en Olavarría, luego Bolívar, Junín, salté a la Exposición de Otoño, y desde 2012 debo estar jurando”. Y agregó: “Esto me gusta y me divierte. Yo nací, me crie y vivo en el campo, por lo que uno siente pasión por lo que hace, amor por las vacas. Jurar…Se jura todos los días en el campo para elegir a los animales, al que le gusta seleccionar y se arma una cabaña, se selecciona un toro, por lo que uno arranca jurando de esa manera. Después te llaman si les gusta el trabajo para alguna exposición y clasificar los animales, pero básicamente es lo mismo que hacemos en el campo: darle prioridad a uno u otro”, comenzó contando Lucas (47), padre de Aylén y Lautaro.
Con una particularidad, no sólo tenés Angus sino también animales Hereford…
Tengo algunas vacas Hereford, sí. Hace unos años debuté con la ternera número dos, de pédigree, en Palermo. Fue en 2010. Ahí saqué una ternera campeona cuando debuté con una RP2. Angus tengo desde siempre, porque comencé en 2003, en 2005 compré mis primeras vacas de pédigree y después vine a Palermo.
¿Tu familia también es ganadera?
Sí. Mi papá (Ricardo) es ganadero, mi abuelo (Juan José) fue ganadero y mi bisabuelo (Juan Román) también fue ganadero, y mi tatarabuelo (José). Somos de tradición ganadera y vivimos en el campo, cerca del pueblo. Yo me crié en el campo trabajando con mis padres y mis cuatro hermanos. Yo soy el más grande y me quedé en el campo con mis viejos (Ricardo y Esther Sara), pero luego mis hermanos arrancaron para otros rumbos: Diego es periodista y abogado, Giselle también es abogado y como Diego viven en La Plata, Juan Pablo –que es diez años más chico que yo- hace el mismo trabajo que yo y ha trabajado conmigo en el campo y en otras cabañas importantes, y María también es abogado. Es decir, somos dos cabañeros y tres abogados, como siempre digo. Mi papá siempre fue un productor ganadero comercial y a la cabaña la arranqué yo y la bauticé con el nombre original del campo, San José.
¿Cómo viviste este Centenario Angus?
Para mí es un orgullo tremendo poder estar acá en Palermo y tener la posibilidad de jurar a estos animales. Es un gran honor, porque son cien años de historia y tener el privilegio de estar acá, es hermoso. Van a pasar varios años para que me dé cuenta de lo que fue estar jurando en esta exposición.
Aunque con vos hay un equipo…
Sí, por supuesto. Mi secretario es mi hermano Juan Pablo y nos ayudaron inmensamente Miguel y Marcelo.
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¿Este fue el mayor desafío que tuviste como jurado?
En 2018 juré en Palermo, pero este desafío ha sido el más difícil porque ha sido una exposición muy larga de cuatro jornadas de jura, con mucho volumen de animales y entonces se hizo larga por la gran cantidad de animales y las categorías que hubo. Es la primera vez que se jura el colorado y el negro aparte, y es la misma cantidad de animales que hay normalmente en Palermo pero fueron dos pasadas porque se juraron aparte negros y colorados. Más los lotes de pédigree y las vaquillonas puras controladas.
¿Cuál es el fenotipo de animal que buscás, que más te gusta, que te permite definir cuál es el ganador?
Mi campo es un campo de cría y estamos acostumbrados a que la vaca tiene que ser útil, así que yo trato de buscar siempre un animal moderado, de tamaño, carnicero, rústico. En ese marco trato de encontrar un animal de un frame mediano, con mucha carne, con buenos desplazamientos, todo dentro de un biotipo de mucho balance.
En la jura siempre hablás de equilibrio. ¿Para lograr eso como cabañero y como jurado, qué consejos le das al productor que quiere presentar un animal para ganar?
Cuando hablo de equilibrio o de balance trato de enmarcar todas las características deseables dentro de un animal. Y lograr ese equilibrio, de todas esas características reunidas en un animal. Esa es la parte linda e interesante de enmarcar una jura y hacer una selección, y tratar de combinar la mayor cantidad de características deseables. La raza Angus es una raza carnicera por lo que lo primero que buscamos es carne, y siempre –como dije antes- dentro de un balance, tiene que estar combinado ese animal. Es decir, combinar la carne con la calidad racial, con la estructura para que pueda desplazarse bien, con buenos aplomos, con buena capacidad corporal para que la hacienda pueda ingerir la mayor cantidad de pasto posible y traducir la carne a leche y a una madre eficiente. Esas son las características de la raza y dentro de un biotipo mediano y moderado.
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¿Qué balance haces de los animales que han encontrado, qué te sorprendió…?
Realmente, un nivel impresionante. De las terneras a las vacas y de lo que vimos de los teneros a los toros, del primero al último un nivel impresionante. Con lo que he elegido estoy más que conforme, encontré los animales que buscaba, por lo que me da la satisfacción de haber seguido un camino de trabajo para mí que fue exitoso.
¿Si te tenés que definir como jurado y cabañero, qué adjetivo te pondrías?
No sé. A eso lo tendría que decir la gente de afuera. Yo trato de ser lo más lógico posible. Me crié en el campo, ando detrás de las vacas y trato de utilizar la lógica y el sentido común de lo que es una vaca o un toro, aplicarlo a la vida real y esas características tienen que traducirse en eficiencia. Que lo definan otros, yo trato de ser lógico en lo que hago.
![Lucas Lagrange: “Jurar se jura todos los días en su campo para elegir a sus animales”](https://i0.wp.com/elagora.com.ar/wp-content/uploads/2022/06/XvYJuwsg-scaled-e1654216714374.jpeg?w=180)