La guerra está golpeando con dureza a la infancia palestina, incluso a los menores desplazados y refugiados en hospitales y colegios de las organizaciones humanitarias. Más de 3.000 niños y niñas palestinos han muerto por las bombas que el Ejército de Israel ha lanzado sobre la sitiada Franja de Gaza. Por ello y por las muertes de más civiles, las autoridades locales han acusado a Israel de crímenes de guerra ante la Corte Penal Internacional.
Otros 900 menores se encuentran desaparecidos bajo los escombros, según la ONU. Cuatro de cada cinco niños palestinos tienen síntomas de depresión, dolor y miedo, según Save The Children que en un informe publicado el domingo señalaba que, en las últimas tres semanas, “han muerto en Gaza más niños que el total de muertos en conflictos en todo el mundo cada año desde 2019”.
“En todas las guerras, son los niños los que sufren primero y los que más sufren”, escribe a diario Unicef en sus redes sociales para recordarle al mundo que la guerra en curso de Israel contra la milicia islamista Hamás es, también, una guerra que afecta indiscriminadamente a la infancia palestina. Las organizaciones humanitarias coinciden en que “un alto el fuego es la única manera de garantizar su seguridad”.
“El hecho de que Israel presente a los niños palestinos como ‘escudos humanos’ o ‘terroristas’ para justificar la violencia contra ellos y sus padres es profundamente deshumanizante”, critica Francesca Albanese, relatora especial de la ONU sobre DD. HH. en los Territorios Ocupados de Palestina, en su intervención ante la Asamblea General del pasado martes.
Se estima que en la Franja de Gaza viven 2,3 millones de personas. Más de un millón, el 50%, son menores de edad que viven encerrados en lo que se describe como “la cárcel más grande a cielo abierto”, debido al bloqueo que el Gobierno de Israel mantiene sobre el enclave desde hace 16 años, que impide –entre otras cosas– la libre movilidad de los gazatíes.
Hay una generación de infantes y adolescentes palestinos que no conoce nada más que las incursiones militares, los bloqueos, el eco de la guerra siempre presente; que crecieron escuchando el sonido de los aviones militares israelíes.
La escasa ayuda humanitaria que llega a cuentagotas al enclave no sirve para alimentar a toda la población gazatí atrapada, entretanto, Oxfam denunció que se está usando el hambre como “arma de guerra contra los civiles palestinos”.

Cada día, unas 160 mujeres gazatíes dan a luz bajo las bombas
La periodista palestina, Asmaa al-Ghoul describió en un libro cómo una madre gazatí se agarraba los senos inflamados por la leche y sollozaba: “¿Qué voy a hacer con todo esto ahora?”, después de enterarse de la muerte de su primer bebé, de pocos meses, tras un bombardeo israelí en el sur de Gaza, en el año 2014.
Esta semana, en esa misma región, Sabine, una madre desplazada, suplicaba por alimento para su recién nacido: “No tiene leche para beber. ¿Qué culpa tiene él? ¿Por qué nació en esas condiciones?”
La ONG italiana ActionAid señala que las mujeres de Gaza no producen suficiente leche para amamantar a sus bebés debido al estrés por los ataques y a la falta de acceso a una buena alimentación de la madre.
El Fondo de Población de la ONU estima que en Gaza hay más de 50.000 mujeres embarazadas, más de 5.500 gazatíes darán a luz a finales de noviembre. “Di a luz durante la guerra, en condiciones y circunstancias que solo Dios conoce. Aquí no hay agua, ni comida, ni refugio para el bebé”, decía Sabine, sosteniendo al pequeño Abdullah, a quién todavía no ha podido registrar para obtener su documentación.
Con información de France24.