Se estrenó el film/documental Mover (lo que no se ve), en el cine Gaumont, una propuesta de la cineasta Mara Ávila y quien también participa con una cuota importante de empatía y una alta dosis de sensibilidad e intuición, sin duda, dos caminos hábiles para sortear los laberintos de la razón.
Son atajos que nos llevan al terreno de otras miradas y otras percepciones que ayudan a ver aquello que no se ve, pero en una segunda lectura se aprecia una deslumbrante aventura al mundo de la danza. Un lenguaje corporal que es mucho más que una destreza, también conmueve al espectador, la delicadeza de su expresión.
La danza actúa como un nexo inevitable entre el arte de comunicar y el propósito del documental que es el relato de tres amigas que sortean las dificultades para el acercamiento durante la pandemia por Covid en la ciudad de Buenos Aires; una ciudad que aparece con muy poco movimiento y escasez de personas.
En ese contexto, Mover … traspasa los límites del formato documental, para insertarse en una historia cuyas protagonistas son tres mujeres conectadas por el arte, el cuerpo y la salud mental que se ve jaqueada por el aislamiento y que provoca confesiones y reflexiones acerca de lo que ha quedado en el camino de la vida, las decisiones y un relato que las lleva al campo de la intimidad.
Un documental que, en todo su devenir de imágenes, el espectador puede que pase por diferentes estados de ánimo y hasta provoque emoción ante el generoso despliegue de gracia y sentimientos, sin pasa por el filtro de una actuación forzada. Aquí todo es espontáneo; todo surge naturalmente y se muestra sin importar las consecuencias.
La narrativa del film deja en evidencia esa íntima conexión de tres mujeres que suelen compartir, sus pensamientos –algunos que rozan la intimidad-, sus experiencias y cada una en su espacio que logra compartir con las demás, mediante imágenes en las que la expresión del cuerpo es un lenguaje común entre ellas.
Mara Ávila, Caro Villa y Majo Nóbile tejen una historia que las une en plena pandemia y con un aislamiento que, en determinado momento, lastima, duele y provoca el llanto, la risa y la paciencia con la tecnología que a veces no ayuda para comunicarse.
Todo ese relato aflora puro y espontáneo, una singularidad de esta propuesta en la que la danza como un lenguaje se anuncia como como un ancla que las aferra a un terreno propicio para la reflexión sobre las emociones y los desafíos que aún restan sortear.

Rica en imágenes, con primeros planos de gran visibilidad expresiva y con momentos en que la cámara recorre habitaciones, barrios, obras en construcción paralizadas y la danza, mucho más que una expresión artística, un puente hacia otra mirada para ver aquello que no se ve.
Mara Ávila, ya conmovió al público con su primer documental Femicidio, una obra que, desde lo personal, marcó a fuego su camino en el cine nacional.
En palabras de la cineasta, durante la función para la prensa, expresó: “Tal vez el público y mi familia y amistades no puedan dimensionar el esfuerzo enorme que hice -y que hizo todo el equipo en el contexto de pandemia – para concretar esta producción audiovisual. Exponerse tiene su costo. Pero, como he aprendido en este tiempo -y parece ser una evidente ley en la vida-, todo lo que tiene un costo, también tiene un beneficio. En este momento se está jugando mucho en torno al dinero, al valor, al trabajo. Sigamos defendiendo nuestro cine argentino y todas las expresiones artísticas que hoy nos quieren quitar. Porque #cine es cultura. Y cultura es trabajo”.
El jueves 18 de enero se estrenó, a las 18.30 horas, en el Cine Gaumont de CABA y en forma simultánea en Cine.ar Play para todo el país, Cine.ar TV, y en espacios INCAA (Lobos y Caleta Olivia). Quizás el próximo sea Bariloche. Guion, dirección, producción, distribución y prensa: Mara Ávila. Duración: 69 minutos. Calificación: Apta para mayores de 13 años. Con apoyo a la postproducción del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales.