Cada casa tenía su huerta o gallinero, era una costumbre traída por los inmigrantes, para ayudar a la economía familiar. Volver a las raíces es la tendencia del armado en un balcón, el patio o el jardín que brinda el gusto del trabajo en la tierra y el gusto a lo recién cosechado.
Los beneficios más destacables para tener una huerta propio, aunque solo esté formado por dos o tres plantas, son la ayuda al equilibrio biológico y psíquico, que se refleja en una mejor calidad de vida; el componente educativo que representa esta iniciativa para las familias con hijos, ya que se fomenta el respeto por la naturaleza y el ambiente; la mejora de la calidad del aire y la posibilidad de consumir con certeza alimentos frescos.
COMO DECIDIR EL TIPA DE HUERTO
Para elegir el tipo de huerta a implementar es importante escoger un lugar de la casa cercano a una fuente de luz natural, así como el espacio que vamos a destinar a esta aventura. Los más comunes son:
- Huerta sobre el suelo: son posibles sólo si se tiene jardín o un pequeño espacio de tierra disponible. Ofrecen muchas posibilidades al disponer de mayor superficie.
- Huerta en mesas o cajones de cultivo: se pueden construir con materiales reciclados y ofrecen grandes posibilidades y facilidades. Asimismo, es posible acoplarlos fácilmente al espacio disponible y funcionan también como objeto de decoración.
- Huerta en macetas: cuando se tiene espacio en diferentes áreas de la casa, esta es la opción perfecta, ya que las macetas se pueden repartir y recolocar individualmente.
- Huerta vertical: aparte de ser una pieza decorativa muy de moda, son la alternativa perfecta para pisos con poco espacio disponible.
Una huerta urbana didáctica en Pekín (China). Efeagro/Adrian Bradshaw
ELECCIÓN DE LOS CULTIVOS
La opción más razonable es empezar con pocos cultivos, sencillos y de fácil mantenimiento, y poco a poco ir ampliando su cuantía y diversidad, teniendo presente que hay ciertos cultivos que se pueden cultivar durante todo el año pero la mayoría son de temporada. Entre los más fáciles para empezar están:
- Todo el año: zanahorias, espinacas, acelgas, perejil.
- En primavera-verano: fresas, tomates, judías, guisantes, berenjenas.
- En otoño-invierno: guisantes, cebollas, pimientos, puerros, remolacha.
SIEMBRA Y MANTENIMIENTO
La siembra se puede hacer directamente en el emplazamiento definitivo de la planta, o en un semillero para protegerla en las primeras fases de desarrollo. Muchas veces esta última opción es la recomendable, no solo para proteger las plantas, si no para distribuir mejor el espacio y luego trasplantarlas cuando tienen cierto desarrollo.
Una vez tangamos elegido los tipos de cultivos que queremos, es también importante la elección del abono y el fertilizante, así como descartar productos que contengan químicos y velar por la seguridad, por lo que incluso ciertos abonos ecológicos recomiendan su aplicación con guantes y gafas protectoras, entre otros elementos de seguridad. Es fundamental seguir la dosis y periodicidad de aplicación que aparezcan en las instrucciones de cada producto.
Una huerta urbana en la provincia de Granada (España). Efeagro/Raúl Caro
El riego puede ser tanto manual, como por goteo programado, lo cual dependerá del tiempo disponible y la preferencia de cada uno.
La cosecha es el proceso más esperado por todos, pero hay que efectuarla en el momento oportuno. Algunos frutos, como el tomate, se recolectan cuando están maduros, pero otros, como el pepino o los calabacines, hay que recolectarlos antes de que maduren.
Una huerta en casa requiere de tiempo y dedicación, pero los beneficios que nos aportará merecen la pena. Además, se pueden establecer rutinas familiares de cuidado del huerto para repartir el trabajo, y los más pequeños disfrutarán mientras aprenden valores importantes de respeto a la naturaleza y sostenibilidad.
EfeAgro