Es uno de los íconos más venerados de los “santos populares”, y si bien no es reconocido por la Iglesia católica, ha tenido algunos acercamientos importantes. Cada 8 de enero, cientos de miles de devotos del gaucho ponen a la ciudad correntina de Mercedes en el centro de la escena, con una de las fiestas más importantes de la provincia.
Promesas, desesperación, esperanza, costumbre y hasta curiosidad por lo que representa. Los motivos pueden ser varios pero el protagonista es el mismo: el Gauchito Gil, uno de los “santos populares” que tiene nuestro suelo argentino y que como cada 8 de enero, volvió a poner a la ciudad de Mercedes, en la provincia de Corrientes, en el centro de la escena.
Entre las muchas expresiones de nuestra fe popular, en Corrientes sobresalen dos: la veneración a la Virgen de Itatí -reina del Paraná, del amor y patrona y protectora de la Provincia- y al “Gauchito Antonio Gil”.
Pero quién fue este gaucho que supo cosechar cientos de miles de seguidores -su buena cantidad de detractores-, y hasta sin integrar el santoral católico -no tiene reconocimiento oficial de la Iglesia católica- logró que varios obispos con jurisdicción en los lugares donde se lo venera desde hace varios años acompañen lo que bien podrían llamar “fiestas paganas”.




La figura del Gauchito Gil está ampliamente extendida por todo el país. Alcanza con salir a la ruta y recorrer nuestro amplio territorio y toparse, en la región que sea, con numerosas ermitas en honor, sobre todo en lugares en los que ha fallecido alguien.
Pero lo cierto es que su historia no queda del todo clara. O al menos, no existe documentación respaldatoria para poder confirmar con rigurosidad los detalles de su paso por este plano.
Su historia
Por lo pronto, se sabe que se llamó Antonio Mamerto Gil Núñez, que nació un 12 de agosto de un año que podría ser el 1847 -aunque nunca pudo establecerse-, en Mercedes, provincia de Corrientes, en una zona que en guaraní llamaban “Paiubre” –‘el que más come de sus entrañas’ que bien podría tener relación con el río Corrientes-.
Hijo de Encarnación Núñez y José Gil de la Cuadra, se dice que amaba los bailes y las fiestas, en especial la de San Baltazar, el ‘santo cambá’ -negro-, que era devoto de San La Muerte, que tenía un excelente manejo del facón y que su mirada hipnótica era temible para los enemigos y fulminante para las mujeres.
Se lo debe contextualizar en la época de la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay (1864-1870), de la que participó. Luego de ello, fue reclutado para formar parte de las milicias federales que luchaban contra los liberales.
Sin embargo, la historia cuenta que Ñandejára, el dios guaraní, se le apareció en los sueños y le dijo: “No quieras derramar sangre de tus semejantes”. Por lo que no lo dudó y desertó.
Tres versiones
Como muchas leyendas populares, la del Gauchito Gil fue contada de distintas maneras, sentando sus bases en aquella persona que efectuara el relato, y con los matices y condimentos lógicos de cómo la haya conocido.
En este caso, existen tres diferentes versiones para interpretar las vivencias de este gaucho, que fue asesinado un 8 de enero de 1878 y cuyos restos descansan desde entonces en el cementerio de “La Merced”.
Honda expresión correntina de nuestra fe popular
en la cruz de Antonio Gil el pueblo viene a rezar
y a su modo, clama al cielo por la justicia social
y por ese catecismo que no le supimos dar.
Correntino ité, gente fiel de más,
Si te alzaste fue, por tu libertad.
Bravo cuimbaé, limpia sangre avá,
Moriste en tu ley, por la libertad
“Antonio Gil”, canción compuesta por el cura y músico correntino, Julián Zini
La primera de ellas sostiene que Gil les robaba a los ricos para ayudar a los pobres, en una suerte de “Robin Hood autóctono”. Lo que le valió el amor y la complicidad de la peonada correntina que lo empezó a conocer como a un justiciero, como a un héroe que protegía a los humildes, que vengaba a los humillados y que sanaba a los enfermos. Fue el pueblo quien lo protegió, lo alimentó y lo cuidó hasta que lo capturaron.
La segunda, la menos popular, asegura que Gil encabezaba un grupo de matones que saqueaban y asesinaban a los liberales que se les cruzaran en el camino. Fue así que un grupo de militantes del Partido Liberal lo capturó, lo colgó de un árbol y lo decapitó.
Por su parte, la tercera y más divulgada, habla de un affaire que tuvo Gil Núñez con una viuda en su pueblo. Esta situación, derivó en el enojo de los hermanos de la mujer y de un comisario de la zona que tenía algún tipo de relación con ella por lo que tuvo que escapar del lugar.
A pesar de haber sorteado una y mil veces las emboscadas que le preparaban, la policía logró capturarlo mientras dormía una siesta luego de una noche de juerga en el marco de las fiestas por San Baltazar.
Sus dos amigos fueron abatidos al instante de ser descubiertos pero al Gauchito Gil no lo entraron las balas. Lo salvó un amuleto de San La Muerte que colgaba de su cuello y fue tomado como prisionero por el coronel Zalazar, acusado injustamente de desertor y cobarde.
Fue trasladado a Mercedes, desde donde sería enviado a los tribunales que estaban ubicados en Goya. Sin embargo, todos sabían que los prisioneros que tenían ese destino jamás llegaban a destino y siempre terminaban muriendo tras algún ” intento de escape en el camino, se producía un tiroteo y el preso irremediablemente moría”.
El pueblo se entera de la prisión de Gil y se moviliza buscando apoyo en el coronel Velázquez, quien junta una serie de firmas y se presenta ante Zalazar para interceder. Este hace una nota dejando al Gauchito en libertad que fue remitida a Mercedes pero ya había sido llevado hacia los tribunales.
La tropa integrada por el prisionero, un sargento y tres soldados se detiene en un cruce de caminos. El Gauchito sabía que lo iban a ajusticiar y le dice al sargento: “No me mates porque la orden de perdón viene en camino”. A lo que el soldado replica: “De esta no te salvás”.
Ninguno de los soldados de origen humilde, conocedores y respetuosos de las andanzas del Gauchito, se animó a ejecutarlo. Finalmente, el sargento lo degolló. Dicen que su sangre cayó como una catarata que la tierra se bebió de un sorbo. En ese mismo instante nació el mito y su asesino se convirtió en su primer devoto.
Antes de morir, Gil le había dicho a su verdugo: “Tu hijo está muy grave y se está muriendo. Cuando vuelvas a tu casa verás que es cierto lo que te digo… Pero no te preocupes, mi sangre de inocente intercederá ante Dios para que se salve”.
Luego de entregar a las autoridades la cabeza de Antonio Gil, el policía se fue a su casa y al llegar encontró moribundo a su hijo. En la desesperación recordó las palabras del gaucho e invocó a quien había matado hacía unas horas.
Entrada la madrugada,se produjo el milagro y su hijo logró sanar. Debido a esto, el hombre volvió a donde estaba el cuerpo de Gil, lo enterró, y con sus propias manos construyó una cruz con ramas de ñandubay. El sargento colocó la cruz, pidió perdón y agradeció.
La celebración
Una multitud de seguidores del Gaucho Antonio Gil se acercan cada 8 de enero al santuario ubicado en la intersección de las rutas 123 y 119, a 8 kilómetros de la ciudad de Mercedes, para rendirle tributo y agradecerle “por los deseos concedidos”.
Banderas,velas, cruces, atuendos, vinchas y pañuelos, tiñen todo de rojo, el color que lo identifica. Remeras con la figura del “santo de los pobres”, imágenes del gaucho, entre otras, forman parte del paisaje del lugar que recibe a delegaciones de distintas latitudes de Argentina y países de la región.
No importa cómo. Lo importante es llegar. Por eso son largas las caravanas de vehículos particulares, camiones, ómnibus de larga distancia, algún que otro valeroso micro escolar destartalado y caballos, mucho caballos.

Todo es posible de soportar, hasta las altas temperaturas que esta época del año ofrece en la provincia de Corrientes, con tal de “cumplir” con la visita al Gauchito.
Los grupos chamameceros, folclóricos y elencos de baile, le ponen ritmo y alegría a la jornada. El humo de los asados, la cuota infaltable de fiesta. Los puestos de recuerdos, la inagotable posibilidad de llevarse algunos presentes para regalarse, regalar y seguir extendiendo así la innumerable cantidad de devotos que el Gauchito Gil ha sabido ganarse.
La Iglesia
La Iglesia considera al gaucho Gil un difunto cristiano. Por es que si bien no ha convalidado su veneración, permite que se celebren misas para rogar por su eterno descanso y hasta ha tenido algunos acercamientos.
Ricardo Faifer, el obispo emérito de Goya, diócesis en cuya jurisdicción está el santuario, ha visitado el lugar acompañado por diez sacerdotes. Fue él mismo quien al llegar a la diócesis en 2005, dispuso la Novena (o Novenario) -los nueve días de oración previos a la fecha en que se evoca una muerte- a la Cruz Gil.
Por si fuera poco, monseñor Adolfo Canecín, actual obispo de Goya, relató que durante una visita al Papa Francisco en 2017, le preguntó sobre cómo acompañar e interpretar la expresión religiosa que representa el Gauchito Gil.
“El Papa me recordó que cuando él era cardenal ya existía una novena para rezar por los difuntos y en honor a este gaucho correntino, que habían escrito los sacerdotes Luis Adis y Julián Zini. Puntualmente me pidió que la reeditáramos y la pusiéramos a disposición de los fieles para que la pudieran rezar”, explicó.
Esa novena ya fue reeditada, y hoy cuando es distribuida entre los fieles se les aconseja rezar tanto por el alma del gaucho Antonio Gil, como por el alma de todos los fieles difuntos. En la novena, se aclara, se pide que la devoción se centre “en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo y no en el difunto”.
En tanto, en varias provincias, a pedido de los fieles, párrocos celebran misa los 8 de enero en los santuarios, y hasta incluso le han dedicado plegarias y canciones.
Y desde este último lugar, emerge la figura de Julián Zini, quien supo conjugar su costado poético con su vocación sacerdotal. Fue el gran predicador de lo divino, pero también de lo mundano. De Dios y de lo terrenal.
Fue el propio Zini quien calificó a Antonio Gil como un buen cristiano: “Es lo que recogimos en la campaña, un buen hombre así como tanta gente por eso mucha gente se siente representada en Antonio Gil y no en otros hombres que pone la iglesia de otros santos y de otro tiempo y de otra cultura…”.
Cómo pedirle protección o un milagro
“La gente está reunida, dispuesta a celebrar las promesas cumplidas”, reza una frase del tema que la banda de rock quilmeña, Kapanga. El grupo liderado por Martín “Mono” Fabio le compuso al gaucho una canción en su honor, como forma de agradecimiento de algún favor solicitado.
Del mismo modo que con su vida, se registran múltiples formas mediante las cuales se le hacen pedidos al Gauchito Gil.
Una de ellas consiste en escribir sobre una cinta roja lo que se necesita y dejarla por la noche en un cruce de caminos,apoyada en la rama de un árbol, de un alambrado o en un palo clavado en la tierra. Si es una caña tacuara, dicen que es mejor, aunque se puede usar una caña común o un palo de madera sin problemas.
Otra es encender una vela roja, tomar una cinta colorada y se la hace pasar, todo el largo de la cinta, de un extremo a otro entre los dedos, a modo de rosario, allí en ese momento se le hace una oración al Gauchito, se le pide que interceda ante Dios por nosotros, y al finalizar se reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Credo.
Luego se toma la cinta y se la lleva a un cruce de caminos, cerca de un árbol, si las condiciones lo permiten, se enciende una vela roja también. En tanto, hay personas que le encienden una vela colorada en un cruce de caminos y le hacen el pedido allí o realizan una novena comenzando un día lunes.