Siguiendo con el relato de la primera vez, quería contarles que para nosotros ir a comer afuera era una fiesta. Salir del menú cotidiano y casi aprendido de memoria, era una gloria. Podíamos pedir aquello que sabíamos que jamás se haría en casa.
Hasta corríamos el riesgo de que no nos gustara. Por nuevo. Por desconocido. Pero valía la pena. Eran situaciones sin marcha atrás y excitantes.
Además, uno depositaba la confianza en que el cocinero de turno siempre iba a hacer algo más rico, aunque así no fuere. Era la novedad. Y con eso bastaba y sobraba. Mi viejo tenía una debilidad con Lo Prete. Nunca le pregunté por qué. Pero no hacía falta. Ibamos seguido y obedientes. Y, la verdad, estaba buenísimo.
Había de todo, pero uno de los platos favoritos, era la Torta Pascualina. Mi vieja la hacía exquisita y ahí también.
Aquí les cuento:
INGREDIENTES
- Tapas para tarta hojaldrada
- 2 atados de espinacas
- 4 cebollas medianas picadas
- Sal, nuez moscada, pimienta, orégano
- 1 taza miga de pan remojada en leche y escurrida
- 100 g de queso rallado
- 3 huevos crudos
- 9 huevos duros
PREPARACION
Lavar y escurrir la espinaca. Picar finamente. Cortar la cebolla pluma y caramelizar.
Colocar la espinaca y la cebolla en un bol. Agregar los huevos batidos, la miga de pan, el queso rallado y los condimentos. Mezclar y dejar reposar.
Aceitar una placa y colocar la masa. Repartir el relleno y ahuecar con una cuchara para colocar los huevos duros cortados por la mitad.
Cubrir con la otra tapa. Pinchar toda la superficie con un tenedor y hornear a 180º durante aproximadamente 20 minutos o hasta que veamos que la masa esté dorada.

Chiquín
Creo que todos los que frecuentábamos la Avenida Corrientes en esa épocas, ya sea buscando discos, libros o espectáculos, queríamos acabar la jornada con una buena cena. Había bastantes opciones. Por supuesto que Pippo, Chiquilín y también, dejando las pizzerías de lado, Chiquín.

Chiquín era el más chico y menos “pretencioso”. Pero pagaba.
Las ranas y el chicken pie eran especialidades de la casa. Tras la crisis de 2001 cerró sus puertas y hubo un gran trabajo de restauración que demandó casi dos años y sirvió para poner a punto la boisserie y la puerta giratoria de roble y ébano del acceso principal.
En 2005 volvió al ruedo, renovado con el carácter y la decoración intactos, pero no el menú. Así y todo, la secretaría de Cultura porteña lo declaró “Testimonio vivo de la memoria ciudadana”
El cierre total, fue en silencio.
Y un plato típico del viejo Chiquín eran sus Escalopes al Marsala.
INGREDIENTES
- 4 escalopes de ternera
- 1 vaso de vino Marsala
- 1 cucharada de harina
- 40 g de manteca
- Sal y pimienta
- 2 cucharadas de aceite
PREPARACION
En primer lugar para que la carne esté más tierna le damos unos golpes con un martillo de madera. Este procedimiento rompe las fibras musculares de la carne, la hace más fina, (con lo cual pesando lo mismo los filetes son mas grandes) y resulta ideal para carnes que quieres empanar.

En un recipiente ponemos la harina, pimienta y sal junto a la carne, lo combinamos todo. En una sartén con aceite y un poco de manteca mezclados freímos los filetes durante 3 o 4 minutos por lado. Retiramos la carne y la dejamos reposar.
Aprovechamos el aceite y líquido de cocción de la carne al que añadimos el vino Marsala. Sofreímos a fuego fuerte durante un par de minutos, para que reduzca un poco. Añadir de nuevo la carne a la sartén. Cocinamos durante un minuto y añadimos el resto de la manteca, sal y pimienta.
A la hora de servir la carne estará ya impregnada en la salsa, el resto lo añadimos por encima.
Con puré de papas, va maravilloso.
El Tropezón
“No vayas a lecherías a pillar café con leche.
Morfate tus pucheretes en el viejo Tropezón.
Y si andás sin medio encima, cantale ¡Fiao! a algún mozo.
Es una forma muy digna pa’ evitarte un papelón”
Esto lo cantaba Carlos Gardel casi 100 años atrás, a su restaurante preferido: El Tropezón.
Por este local pasaron grandes figuras como: Federico García Lorca, Irineo Leguisamo, Lola Membrives, los Discépolo, Aníbal Troilo, Ricardo Balbín, Alfredo Palacios, Irigoyen y, por supuesto, Carlos Gardel, que ocupaba la mesa 48.
A pesar de que el emblemático restaurante permaneció cerrado durante 34 años, en el 2017 su leyenda volvió a cobrar vida, pero ya no tiene nada que ver. Es otra cosa.
En su vieja carta se destacaban las Manzanas asadas.

INGREDIENTES
- Manzanas reineta
- Manteca
- Azúcar
- Canela
PREPARACION
Se lavan las manzanas y se corta la parte superior. Se hace también un pequeño corte en la base, para poder asentarlas de manera correcta en la bandeja donde se tenga intención hornearlas. Se les quita el corazón con ayuda de un descorazonador.
Se ponen las manzanas en la bandeja que se utilizará para hornear y se espolvorean ligeramente con azúcar.
Se añade un trocito de manteca en el hueco que se ha hecho con el descorazonador. Espolvorear un poco de canela. Se tapa la bandeja con papel de aluminio para evitar que se queme la superficie y así facilitar un caramelizado y cocción uniformes.
Se introduce en el horno a 200 º durante aproximadamente una hora. El tiempo dependerá un poco del tamaño de la manzana, su grado de madurez y la cantidad de manzanas que se asen a la vez, pero se necesitan, al menos, 45 minutos.
Una vez asadas, se sacan del horno y se deja que se templen antes de servirlas regadas por su propio jugo de cocción. Se acompañaban con crema o helado, a gusto del comensal.
Y así terminamos con nuestra recorrida por el Buenos Aires de hace tiempo y que sigue resistiendo con muchos y excelentes restaurantes y bodegones. No se los pierdan. Porque nunca sabemos hasta cuando los tendremos.
¿Cual es tu bodegón favorito?