Perseguir un sueño, aunque sea uno solo nos mueve a concretarlo, a llevarlo a la realidad, a construirlo al menos una vez en la vida. Esa es la historia que narra El Amateur – Segunda Vuelta; obra teatral que se ofrece en la sala Chacarerean Teatre, en Nicaragua 5565, Palermo, CABA, todos los jueves desde las 20 horas.
Y si de sueños se trata El Pájaro (Mauricio Dayub) y Lopecito (Gustavo Luppi) construyeron su amistad pese a algunas diferencias notorias, pero eso no es un obstáculo para ir detrás de un sueño, un anhelo que finalmente los une.
Un horizonte de gloria y hazaña, los embarca en una empresa en la que seguir hasta darlo todo y sin importar las consecuencias. Lo importante es lograr un triunfo que de por sí es efímero, pero que logra trascender más allá de la vida y la muerte.
En el medio, los diálogos entre ellos, son por momentos disparatados y llenos de ternura de una amistad que se aparece de a poco, pero entrañable. Es en esos diálogos cuando fugazmente se pasa de la risa y al momento se asoma al abismo de un pensamiento profundo y hasta desgarrador.
El Pájaro y Lopecito se meten de lleno en esa empresa que al principio es apenas una ilusión, pero que termina por unirlos: el sueño de uno es ahora el sueño del otro. Apasionados, ocurrentes, detrás de cada actitud, esa de alentar y no aflojar antes de tiempo, no es más que una prueba de amor incondicional.
Una historia que a primera vista goza de una simpleza impregnada por los personajes, pero que adquiere una profundidad humana que es inevitable, a medida que transcurren las escenas. Altamente recomendable, por las actuaciones y por el trabajo físico de ambos actores.
Lo que deja El Amateur se puede resumir –sin intención de caer en el reduccionismo- en una frase que allí se dice: “Soñar tan alto que te queme el Sol… pero no quema”.
Con un vestuario que los define como personajes y una puesta en escena muy eficiente que conmueve y lleva a que esta historia se convierta en un mensaje entrañable y teñido de pasión. Y con ello, un preciso y correcto manejo del espacio que ofrece el escenario y un juego de luces acorde a los momentos.
Un detalle: los actores culminan su labor agotados de cansancio; el público, abandona la sala bailando.
Los actores – Mauricio Dayub y Gustavo Luppi- trabajaron con la dirección de Luis Romero y con la música original de Jaime Roos; la escenografía y el vestuario de Graciela Galán; el diseño de iluminación de Matías Sendón; y la fotografía de Marcos López.
La asistencia en la dirección estuvo a cargo de Edgardo Millán y la de escenografía y vestuario de Mariela Solari; el operador de luces es Pablo Gómez y el de sonido, Franco Planel; maquinaria, Samuel Nubile; la realizadora de vestuario es Lidia Benítez; y en la escenografía Gabriela Kohatus. Mariano Sivak y Oscar Feliciano Marín. La coreografía, la hace Edgardo Millán y el diseño gráfico Julieta Garione. La producción ejecutiva recayó en Micaela Labanca y la producción general en Mauricio Dayub quien también es el autor.