La langosta es una plaga voraz que amenaza a los cultivos, campos de pastoreo y montes naturales de distintos sectores productivos. Sus agrupamientos, llamados mangas, son capaces de consumir una cantidad de cultivos equivalentes al alimento que necesitan 2.500 personas en un día.
El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) estableció una red de monitoreo oficial que permite la identificación temprana de focos en estadios juveniles y el control en el momento oportuno, con el objetivo de disminuir su reproducción, evitar la dispersión, lograr una merma del nivel poblacional y mantener a la población de insectos en su hábitat natural.
El 29 de septiembre pasado, en la ciudad de Fernández, provincia de Santiago del Estero, se realizó una reunión encabezada por el Senasa y el Ministerio de Agroindustria de la Nación, en la cual se presentó un plan de trabajo para el control de la plaga de langosta durante la próxima temporada.
Este encuentro surgió a partir de la coordinación de las autoridades del Senasa y de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) para el abordaje de los programas de acridios –que incluye langosta y tucuras- y del picudo algodonero.
En este sentido, se resaltó el rol del productor, de denunciar su presencia. En los controles habrá una corresponsabilidad: los productores deberán actuar en sus campos y el Senasa en montes naturales o terrenos donde no haya presencia de agricultores.
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Campaña 2015-2016
En el año 2015 hubo una explosión demográfica que llevó al Senasa a redoblar los esfuerzos en la tarea. Según explica la directora de Sanidad Vegetal del Organismo, Wilda Ramírez, “el nivel de precipitaciones y lo poco riguroso que fue el invierno pasado crearon las condiciones para que apareciera una tercera generación en el año, que aumentó exponencialmente la densidad poblacional”. Y para dar una cabal dimensión del problema, grafica la profesional: “Se trata de los mayores niveles de reproducción y dispersión de la plaga en 60 años”.
Como respuesta a esta extraordinaria situación, el Senasa se puso al frente de las acciones coordinadas junto al Ministerio de Agroindustria de la Nación, otros organismos nacionales y los gobiernos de las provincias afectadas, a fin de monitorear y controlar focos de langostas en la región norte de nuestro país.
De esta manera, el Organismo dispuso la creación de equipos especiales conformados por más de 30 técnicos de seis centros regionales, quienes trabajan toda la semana monitoreando y controlando focos, así como también acudiendo de inmediato ante denuncias. A partir de la declaración de la emergencia de la plaga se abrió una línea telefónica, una casilla de correo electrónico y un número de Whatsapp para que los productores se comuniquen e informen la presencia de langostas en sus campos. Al respecto, Ramírez señala que estos canales “demostraron ser efectivos porque permiten brindar una respuesta rápida. En general, los equipos no tardan más de 24 horas en verificar una denuncia”.
Para la tarea de control se utilizan productos autorizados, los cuales se aplican a pie con motomochilas, o bien a bordo de camiones y tractores con máquinas turbosoplantes.También se emplean aviones para pulverizar sobre grandes superficies. Gracias a estas acciones, en lo que va del año los equipos técnicos lograron controlar más de 600 focos de langostas antes de que dañaran cultivos y detectaron nuevos sitios de oviposición para posteriores controles tempranos.
Más allá de los esfuerzos liderados por el Estado Nacional a través del Senasa, la tarea se complementa con el rol clave que juegan los productores, quienes también deben monitorear la plaga y efectuar controles en sus propios campos con productos homologados. “El control de esta explosión demográfica llevará tiempo y requerirá que el sector público y privado trabajen de forma coordinada y en cooperación permanente. Sólo así podremos disminuir las poblaciones de langostas hasta llegar a niveles que no representen un peligro para la producción”, concluye Ramírez.