Un estudio del INTA Cañada de Gómez –Santa Fe– demostró los beneficios que aportan la avena y la vicia en las rotaciones de soja. Su incorporación mejora los balances de agua y de nutrientes para el cultivo principal y, además, protege la superficie de la erosión hídrica.
El objetivo de este trabajo fue evaluar el efecto de la inclusión de un cultivo de cobertura (CC) en una secuencia soja-soja, sobre las pérdidas de agua y suelo producidas por erosión hídrica. Esto se logró a través de la aplicación de lluvias simuladas, en distintos ambientes de un suelo erosionado perteneciente a un lote agrícola, según explicó la jefa de la Agencia De Extensión Rural Cañada de Gómez, Julia Capurro, quien llevó adelante la investigación como parte de su tesis de posgrado.
Para contextualizar, la ingeniera Capurro contó que la erosión hídrica es un proceso que provoca la disminución de la capacidad productiva de los suelos agrícolas, como resultado de la acción del agua que cae y se desplaza sobre la superficie de los mismos, ante la ausencia de una cubierta vegetal. “El impacto de las gotas de lluvia directamente sobre los suelos y la susceptibilidad de éstos a erosionarse, se combinan para generar importantes escurrimientos superficiales”, detalló.
Por otro lado, destacó que la inclusión de un CC durante el período entre la cosecha de soja en otoño y la implantación de la soja sucesora, a mediados de la primavera siguiente, permite mantener el suelo cubierto y producir un nuevo ingreso de residuos vegetales al sistema, tanto aéreos como radiculares. “La biomasa aérea producida por el CC permanece entera y anclada al suelo a través de sus raíces y de esta forma no es arrastrada por los escurrimientos superficiales, como sucede con los residuos de los cultivos de renta, los cuales son trozados y esparcidos por la cosechadora”, indicó.
Resultados
Los tratamientos del estudio – con cultivos de cobertura (CCC) y sin cultivos de cobertura (SCC) – consistieron en la presencia o no de un CC en base a Avena sativa en mezcla con Vicia sativa y los ambientes en que se probaron los mismos fueron la loma, la media loma y el bajo del un lote agrícola. Entre los resultados del trabajo, se determinó que las pérdidas totales de agua por escurrimiento superficial mostraron efectos del tratamiento y del ambiente altamente significativos, sin interacción entre ambos. Cabe destacar que, los mayores registros se dieron en la media loma sin cultivos de cobertura, donde se perdió el 48% de la lluvia aplicada, mientras que en el mismo ambiente con cultivos de cobertura, esa pérdida disminuyó al 28% del agua caída. En la loma y en el bajo los registros fueron similares, con 33 y 32% de agua perdida en las parcelas sin cultivos de cobertura, valores que se redujeron al 21 y 22% en las parcelas con cultivos de cobertura.
“La significativa disminución de los escurrimientos superficiales, en las parcelas CCC respecto de las SCC en cada ambiente, pudo generarse por el efecto de la cobertura vegetal, asociado al efecto de una más alta rugosidad. Estas condiciones, posiblemente, aumentaron la capacidad del suelo de resistir la acción erosiva de la lluvia, al impedir el contacto directo de las gotas con la superficie, e incrementaron la retención superficial del agua, mejorando su infiltración en el suelo”, explicó la técnica.
Luego, agregó: “En este trabajo, el relieve en loma y bajo, probablemente, no favoreció la dinámica del agua en la misma proporción que en media loma, por lo que las condiciones de cobertura y rugosidad no fueron afectadas en la misma medida, no obstante, alrededor de un tercio del agua aplicada se perdió por escurrimientos superficiales”.
Con respecto al efecto en las pérdidas totales de suelo, los mayores registros se dieron nuevamente en la media loma SCC, con 1.042 kg de sedimentos perdidos por hectárea, luego de la lluvia aplicada con intensidad de 60 milímetros por hora. Ese valor descendió a 165 kg.ha de sedimentos en las parcelas que tenían CC. En la loma y en el bajo los registros fueron de 376 y 156 kg de sedimentos perdidos por ha en las parcelas SCC y bajaron a 113 y 116 kg en las parcelas CCC.
El efecto de los CC fue de gran magnitud en la reducción de las pérdidas de suelo en loma y media loma, probablemente debido a la protección frente al efecto erosivo de la lluvia aplicada, así como a la acción mecánica de las raíces, con diferencias entre ambientes en función de su posición en el relieve.
Según se informó, no hubo diferencias significativas en la pérdida de suelo entre tratamientos en el bajo posiblemente debido a que, si bien las parcelas CCC mostraron los valores más altos de cobertura también las SCC presentaron valores elevados. Esto podría estar vinculado con la acumulación de residuos de cosecha de soja provenientes de los ambientes superiores, desplazados por los movimientos de agua en superficie, y pudo influir en su respuesta ante la lluvia aplicada, disminuyendo las pérdidas de suelo en las parcelas sin CC de este ambiente.
Como conclusión, Capurro señaló: “Hubo un elevado incremento de la rugosidad y cobertura superficial del suelo por la inclusión de los CC. Los procesos de erosión hídrica fueron mitigados en todos los ambientes que tuvieron la cubierta vegetal invernal. Las pérdidas de agua por erosión hídrica, fueron menores en las parcelas CCC y lo mismo sucedió con las pérdidas de suelo. En el ambiente media loma, por sus características topográficas, las diferencias en estos parámetros fueron de mayor magnitud”.