En Argentina el 90% de la superficie de producción de granos es realizada a través del sistema de Siembra Directa para una agricultura extensiva sustentable.
Para detallar sus características, en el marco del Congreso Aapresid 2021, la doctora Carina Álvarez y Santiago Lorenzatti explicaron el modelo argentino y los beneficios en el ambiente y en la eficiencia productiva.
Nació cómo una respuesta a la necesidad de dar un salto cuantitativo a partir de un manejo adecuado que protege al suelo de la erosión hídrica y eólica, posibilitando la acumulación de agua y su uso más eficiente, sin hacer remoción del suelo y en combinación con otras prácticas sustentables.
Una buena siembra dependerá de una buena labor de cosecha, remarcaron. Con énfasis en la correcta distribución de rastrojos para generar una cama de siembra pareja. Luego, puede haber un barbecho químico o cultivo de servicio que hace una estrategia biológica para el control de malezas, además de contribuir a la fertilidad y protección del suelo, entre otros beneficios.
La sembradora es protagonista, y debe adaptarse para trabajar sobre esa cobertura voluminosa. Otras prácticas como la rotación de cultivos, la nutrición balanceada, el manejo integrado de plagas, y eventuales controles químicos completarán el esquema, que debe estar muy bien planificado.
“Los productores fueron actores principales del cambio y sinergizaron fuerzas y trabajo en conjunto con la ciencia, y muchos de ellos se agruparon en Aapresid” contó Lorenzatti.
Beneficios de la SD
- Sobre el suelo reduce la erosión, mejora la fertilidad por el aumento de MO y la actividad biológica.
- Hay un mejor aprovechamiento del agua por mayor retención de humedad.
- La rentabilidad se ve favorecida al estabilizar los rendimientos y reducir las labores y por lo tanto el gasto de combustible.
El mantenimiento de la cobertura viva y el manejo por ambiente son los principales desafíos. Lorenzatti subrayó que en el escenario actual agroalimentario y de cambio climático “la Certificación permite diferenciar el proceso por ser ambientalmente sustentables”.
La siembra directa consiste en la implantación de los cultivos sin el uso previo ni posterior de labranzas, mediante la utilización de equipos de siembras que deben tener la capacidad de poder cortar la cobertura superficial del suelo, abrir una pequeña línea de siembra, depositar la semilla en su interior y cerrar el surco abierto.
El control de malezas se realiza mediante el ajuste de las rotaciones y la intervención química en momentos específicos. A su vez, dado que no hay laboreo de suelos, y por ende no hay pulsos violentos de mineralización, la estrategia de fertilización debe necesariamente cambiar y adecuarse a las nuevas condiciones edáficas