Con una propuesta musical y mucho de cultural, Majo Carrizo se presentó junto al Cuarteto Criollo, en el escenario escalonado de El Tacuarí, en el barrio de San Telmo. Lugar de encuentro en la milonga, ahora los viernes el sitio ofrece recitales de música y en esta ocasión, Majo desplegó todo su talento.
Con cuotas inagotables de empatía hacia el público, María José transitó tangos clásicos, un estreno, valses, tango contemporáneo y milongas antiquísimas y todo sazonado con su particular impronta y que es inevitable, en esta intérprete que pone su voz y la expresión corporal en cada ademán y en cada gesto, al servicio de la historia de cuenta y canta.
Con pulcritud en la interpretación y sin estridencias Carrizo logra un perfecto equilibrio entre la interpretación y el relato tanguero que suele pintar un personaje, paisajes porteños y sentimientos olvidados y ocultos. Ella sola es capaz de llenar el escenario con su sola presencia.
No está sola en esto. El cuarteto que la acompaña suena compacto y melodioso (guitarra, bandoneón, guitarrón y contrabajo) alumbra el sendero donde transitan los tangos en un espectáculo sólido, bien plantado en el escenario y sobretodo entretenido.
Poco a poco Majo Carrizo está en la tarea de dejar de ser una promesa en el tango para convertirse una referente de la interpretación del género.
Y allí anduvo ella, por El Tacuarí de San Telmo y este modesto cronista que no hizo más que seguir “… esa voz que me dice al oído, yo sé que has venido por ella, por ella…”