La 30.ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) finalizó este sábado en Belém, donde la presidencia brasileña presentó un balance que destacó avances metodológicos, acuerdos complejos y la apertura de nuevos espacios para fortalecer la acción climática internacional.
En una conferencia de prensa, el embajador André Corrêa do Lago, la secretaria ejecutiva del Ministerio de Medio Ambiente, Ana Toni; la negociadora jefe Liliam Chagas; y la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, detallaron los principales resultados de la cumbre.
Corrêa do Lago recordó que la conferencia inició bajo fuerte presión negociadora y con más autonomía para los codirectores. Explicó que el paquete de adaptación —uno de los más difíciles de la COP30— comenzó con más de 100 indicadores y terminó con 59.
“Solo hubo consenso en el 10% de estos indicadores. Reorganizamos las métricas y continuaremos las discusiones en junio en Bonn”, señaló el embajador.
Sobre la discusión energética, afirmó que existen “dos maneras de avanzar” en la hoja de ruta para eliminar los combustibles fósiles, retomando un debate que ya había generado tensiones desde Dubái. Aun así, valoró el rol político del presidente Lula al colocar el tema en el centro: “Su discurso permitió que se convirtiera en una agenda estructurante”. Aunque no hubo consenso, Brasil seguirá impulsando estudios y líneas de acción para orientar la transición global.
La secretaria ejecutiva Ana Toni destacó que la COP30 alcanzó “consenso sobre un tema tan complejo” y avanzó hacia una agenda de implementación más concreta, sin retrocesos respecto del Acuerdo de París. Subrayó la presentación de 120 planes de aceleración en combustibles comerciales, industria verde y carbono, además de 29 documentos aprobados.
“No dimos todos los pasos que queríamos, pero dimos pasos firmes”, afirmó. También señaló que la adaptación alcanzó “un nivel superior, por encima de cualquier otra COP”, con el compromiso de triplicar la financiación internacional hacia 2035.
Otro punto resaltado por Toni fue la inclusión inédita de mujeres y niñas afrodescendientes en la agenda climática, junto con un fortalecimiento de la agenda oceánica.
Para Liliam Chagas, negociadora jefe de la delegación, los países vulnerables lograron unificar posiciones, y los indicadores aprobados servirán como guía para políticas públicas: “Esto indicará el progreso de cada país y cómo seguir adelante”. También anunció el fortalecimiento del Acelerador de Acción Climática Global, que funcionará como espacio permanente para impulsar medidas concretas más allá de la negociación formal.
Chagas celebró además la creación de un foro internacional sobre comercio y clima, un tema central para Brasil, y destacó innovaciones políticas como el reconocimiento de grupos afrodescendientes como sectores vulnerables, el refuerzo del rol de las tierras indígenas como sumideros de carbono y la incorporación de representantes comunitarios en el proceso.
Al evaluar el cierre, la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, afirmó que la postura pública del presidente Lula permitió integrar mitigación y adaptación en una misma dirección estratégica.
“No podemos adaptarnos indefinidamente, pero tampoco podemos pensar solo en mitigación sin considerar a los más vulnerables, que necesitan recursos financieros, tecnología y solidaridad”, sostuvo.
Silva destacó que, mientras los países ricos ya tienen medios para abandonar los combustibles fósiles, los países pobres o dependientes del petróleo requieren condiciones que aún no existen. “Después de más de 30 años esperando soluciones, necesitamos bases reales para dejar esa dependencia”.
La ministra recordó, además, que la transición energética debe ir acompañada por el fin de la deforestación. “Solo Brasil tiene hoy un objetivo claro y su hoja de ruta, pero queremos que todos los países establezcan las suyas”.
Entre los mecanismos destacados, mencionó el Fondo para la Conservación de los Bosques Tropicales (TFFF), un instrumento financiero que deja atrás el modelo de donaciones y busca movilizar inversión privada a partir de recursos públicos destinados a proteger bosques y biodiversidad.
Consultada sobre el legado de la COP30, Silva señaló que la conferencia amplió la comprensión pública sobre el cambio climático e incorporó los conocimientos de las poblaciones amazónicas, que conviven con aislamiento, desafíos logísticos y acceso limitado a alimentos, agua y medicinas.
“La Amazonia no solo recibe un legado, sino que también lo ofrece”, expresó. “Ofrecimos lo mejor que teníamos: nuestros paisajes, nuestras bellezas acústicas, visuales y pictóricas. La Amazonia es una explosión de vida capaz de transformar cada mirada”.
Con información de la Agencia Brasil EBC




