Presente siempre al momento de rescatar el virtuosismo y talento del sentir uruguayo, el bajista, compositor y cantante Daniel Maza se ubica entre los primeros. Una demostración de su talento queda explícita en su flamante trabajo Melomazeando (Los Años Luz Discos), donde a partir de composiciones propias y ajenas late a través del candombe, el jazz, el funk y el rock. A días de presentarse con dos funciones en Bebop Club (Uriarte 1658, CABA) el próximo 22 de julio a las 20 y a las 22.45, el artista compartió sus impresiones y expectativas con El Ágora.
¿Qué significa para vos lanzar un nuevo disco y por qué Melomazeando?
-Cuando saco un nuevo disco la verdad que es maravilloso. Los discos primero los hago para mí. Me tienen que gustar, y si eso sucede, ahí creo que va a haber alguna gente que le va a gustar, me gusta que la gente me cuente qué le pasó al oir el disco. Ojalá fuera un éxito de taquilla, pero al menos sé que a alguna gente le va a gustar. Melomazeando es porque cuando lo grabé quise que fuera “Cantando melodías con el Maza”. Cuando uno va a un concierto de jazz se va de ahí pensando que los músicos se tocaron todo, pero cuando uno quiere recordar la melodía, eso no sucede. Este disco tiene melodías. Creo que Melomazeando resume eso. Mi sueño es que un día doble en una esquina y me cruce con alguien que venga silbando (igual creo que no se silba más!) o tarareando un tema mío. Ese día invito a esa persona a comer, tomar un café, le hago un asado, pasar el día juntos (risas). Me muero si un día me pasa eso. Me imagino lo que debe sentir la gente a la que le cantan sus temas en la cancha de fútbol! Me conformo con cruzarme en la calle con alguien que venga tarareando un tema mío. Sería lo más grande de mi vida.
¿Qué evaluación hiciste para la selección de temas de Melomazeando?
-La verdad es que no hice ninguna evaluación de la selección. Están los temas que salieron para ese disco. No es que soy un compositor prolífico, no me puedo sentar a componer: los temas me los encuentro; algo los dispara. Y hay un determinado momento en que aparece un tema y luego el otro, y el otro… Y ahí me doy cuenta de que va a ser un disco. Cuando sale algún tema entero empiezo a preguntarles a mis amigos músicos, por ejemplo a Hugo Fattoruso, y le pregunto: “Hugo, conocés este tema?” , o a Ricardo Nolé, o a Lew. Se los pregunto por las dudas… Y en realidad en Melomazeando están los temas que son para ese disco. Por ejemplo, “Candombe pa’la”, en la pademia lo grabé por separado y ahora hicimos una nueva versión con la banda. Y hay una versión de “El danzón”, que la grabé con el Hugo también en la pandemia. En síntesis, no hubo ninguna evaluación. El disco salió así, con los temas que tienen que estar ahí.
Con algunos decidiste considerarlos a modo de homenaje ¿siempre concebiste tus canciones como regalos?
-Nunca hago los temas como homenajes. Los compongo y luego sí se los muestro en el caso que sea dedicado. Por ejemplo el “Tema de Benja” es para mi nieto , “Tema de Astor” es mi otro nieto, “Para Marcelo” es para mi amigo Marcelo, “Candombe pa’la” es para mi pareja, La Piojo… Los compongo para mí, como que tengo que decir algo en ese momento, o algo me lo dispara en un momento componer ese tema, y después les cuento que ese tema lo compuse pensando en esa persona. No son homenajes, son dedicatorias. Que son “dedicados” es la palabra justa.
Te tocó atravesar diferentes géneros y momentos de la música ¿cómo caracterizarías a este presente, tanto en lo personal o en el interés del público en general?
-Estoy en un momento en que la gente por suerte está viniendo a verme. Creo que está yendo a ver a todos los músicos, y eso es sumamente gratificante. Tocar y que vengan a escucharte, que esté lleno el lugar, es super importante. Pero siempre está esa duda de si la gente vendrá. Creo que es un momento en que la gente va a a ver propuestas, hay variedad: jazz tradicional, fusión, candombe… Y la gente está respondiendo. O sea que hay un interés. Antes era más difícil. Creo que esto pasó después de la pandemia. Apenas terminó todos empezamos a tocar con entradas agotadas. Eso demuestra que las propuestas son muy buenas; el nivel de músicos que tenemos nosotros es excelente. Creo que tenemos un presente maravilloso para hacer música.

La música rioplatense representa…
-Creo que la música rioplatense representa lo que somos. Todo lo que compongo tiene un poco de candombe, un poco de “tanguez” (hay un poco de tango en las melodías). Me sale eso naturalmente porque es lo que llevo dentro. Y trato de no contaminarlo. Creo que cada cosa que hacemos tiene un poco de nuestro aire
Entre el virtuosismo que distingue los estilos que recorres, hay también algo de romanticismo, pensando en ‘la última lágrima’ con tantas redes y vínculos virtuales ¿creés que el arte y la música en particular sigue siendo vital para enamorar o eso ya es cosa de premilenians?
-Creo que la música siempre es vital, siempre va a estar para enamorarse, para ponerse triste, melancólico. Particularmente mi música tiene ese romanticismo. Me gustan los boleros, las baladas… Hasta cuando compongo algo muy alegre tiene romanticismo. La música es vital para todos los estados. Depende de cada uno cómo lo toma
¿Te quedó alguna canción afuera del disco? ¿Visualizás el próximo proyecto?
-Como dije anteriormente, en el disco están los temas que tienen que estar. No quedó afuera ninguno porque nació así. Son los temas que tienen que estar en ese disco. No hay ni afuera ni pendientes. Como digo yo: el disco siempre sale entero. Cuando nace ya se sabe cuántos temas van a ser y no es una cosa para analizar. Simplemente es así… Y estoy contento y feliz con eso.
En la gacetilla decís “ahora viene la etapa de tocarlos”, ¿cuáles son los itinerarios inmediatos y aquellos soñados?
-Tocarlos es la parte más linda. Los proyectos inmediatos son presentarlos. Y lo soñado es que me empiecen a llamar de todo el mundo! Que la gente lo escuche en Alaska (risas), en Japón, y que digan “esto tiene que estar acá”, y que nos llamen para hacer giras por todo el mundo. Ese es mi proyecto soñado. Pero ya con poder tocarlo y bien, y que la gente venga a vernos y que le guste, alcanza.