Los argentinos tenemos algunos defectos y varias virtudes. Entre estas últimas, se encuentra la de haber sido los creadores de ideas que, en algunos casos, fueron revolucionarias.
Desde el bypass coronario, obra del querido e inolvidable René Favaloro, hasta la picana eléctrica, siniestra invención de Polo Lugones, hijo de Leopoldo.
Además tenemos al inventor y periodista Ladislao Biro, húngaro nacionalizado argentino. Su mente maestra creó no sólo la birome, sino también el perfumero, el desodorante a bolita, la caja automática de cambios, entre otros.
Contamos también con Hugo Kogan, diseñador industrial que concibió el inolvidable Magiclick. Y con la familia Drago, que introdujo el primer sifón de soda en el mundo. Muchos años después, en 1989, Carlos Arcusin realiza la jeringa descartable.
Por último, dos inventos que nos dieron una identidad en varios sentidos: el colectivo, originado por el gremio de taxistas, y las huellas digitales, implementadas por primera vez por Juan Vucetich otro inventor extranjero, esta vez croata, nacionalizado.
Estas últimas menciones, me dan pie para contarles de otra iniciativa, creada en Argentina y que nacepara ser primera en el mundo. Y tiene mucho de colectivo y de huella de identidad.
Se trata del Bachillerato Popular Travesti-Trans Mocha Celis.
“La Mocha” (Unidad de Gestión Educativa Experimental No. 16) es una escuela secundaria gratuita, fundada en el 2011, durante la gestión del Ministro de Educación Alberto Sileoni, con la misión de promover la inclusión de personas trans/travestis en la educación formal para subsanar la discriminación estructural que enfrentan.
Mocha Celis fue una travesti tucumana que trabajó con Lohana Berkins en la zona de Flores, en la Ciudad de Buenos Aires. Fue asesinada de tres tiros, se cree que por la policía, en una situación aún no esclarecida.
Mocha no sabía leer ni escribir. Cuenta Lohana que “cuando estábamos en los calabozos había otra trava súper erudita, y yo le dije: Aprovechemos que estamos adentro y enséñale a Mocha. Pero hacelo de manera que ella no se sienta menos”. Mocha murió sin poder terminar el secundario.
“La Mocha” cuenta con más de un centenar de estudiantes cada año, de entre 16 y 60 años. Es una escuela no exclusiva: también asisten personas no trans, pueden ser LGBTI, afrodescendientes, migrantes, madres solteras…
En Argentina, las personas travestis/trans experimentan un círculo de discriminación – violencia – exclusión – falta de opciones – vulnerabilidad que termina en una expectativa de vida de 40 años.
Siendo la primera escuela trans en el mundo, inspiró la creación de programas similares en Tucumán, Brasil, Costa Rica y Chile. Fomenta la inserción laboral con talleres como Proyecto Formativo, Entrenamiento Laboral, Orientación Ocupacional y Derechos Laborales. Genera talleres de formación en oficios, y otros que aumentan la autoexpresión y el autoestima.
Ya produjeron dos libros: La Revolución de la Mariposas con el Ministerio Público de Defensa y Travar el Saber con la UNDAV, Universidad de Madres de Plaza de Mayo y UNLP; un documental titulado “Mocha” y estrenado comercialmente en América Latina y Europa; una muestra fotográfica en conjunto con el Archivo de la Memoria Trans; obras de teatro, cortos documentales, recitales de poesía y festivales.
Desde el 2014, 5 camadas de egresades recibieron su título de Perito Auxiliar en Desarrollo de las Comunidades, permitiendo dar continuidad a su formación académica en cualquier universidad del país.
Varias han ocupado puestos en dependencias públicas (Ministerio Público Fiscal, Superintendencia de Seguros de la Nación, Ministerio de Transporte, Banco Provincia, Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Ministerio de Desarrollo Social) y en empresas privadas.
En ese entonces, con la primera camada, dijo el entonces ministro Alberto Sileoni: “Hablo en nombre del Estado Nacional para decirles que estamos orgullosos de que este acto se realice en este Ministerio. Es parte de la reparación que ustedes merecen. Estamos celebrando la igualdad de un Estado que los abraza y lucha contra los estereotipos”.
Virginia Silveyra, una de las flamantes egresades, fue la abanderada del acto portando la enseña nacional, junto a dos compañeros que llevaron la whipala, emblema de la diversidad cultural y la que representa el arcoiris del orgullo LGBT.
“Jamás pensé que iba a llevar una bandera siendo trans o que iba a terminar el secundario. Es increíble.Ahora voy a estudiar derecho en la Universidad Nacional de Avellaneda”, dijo Virginia.
En medio de un clima festivo, los egresados subieron al escenario para que las autoridades les entregaran sus certificados de Perito Auxiliar en Desarrollo de las Comunidades, luego de tres años de estudio.
A medida que bajaban del escenario, había quienes se encontraban con el abrazo conmovido familiar, como Carlos Ríos que, de la mano de su madre, remarcó “el ejemplo que somos para este país y otros países. Estoy orgulloso de ser parte de esta primera promoción y ahora tengo que decidir si estudio abogacía o traductor de idiomas”.
Para su mamá, Nery, “esto es un sueño”. La familia llegó a Argentina hace nueve años desde Bolivia y Carlos “siempre tuvo problemas para ser aceptado en las escuelas y en la misma familia. Entonces, cuando él vino y me dijo mamá hay una escuela para gente como yo, no lo podía creer. Incluso, vino su papá, a quien le costó mucho aceptarlo”.
Otras personas eran abrazadas por familias elegidas, como Rosa, de 71 años, que hizo un año en el Mocha Celis: “Fui enfermera del hospital Muñiz, acompañé mucho a este colectivo en sus momentos de mayor dolor, y sin ser trans pude estudiar con ellas y ellos y si bien terminé mis estudios en otro lado, sigo en contacto y hoy no podía faltar”.
“Imaginamos mucho este momento y no puedo creer que estemos haciendo el acto de la primera promoción en el Ministerio de Educación. Es el Estado que nos abraza”, cuenta Francisco Quiñones Cuartas.
Por su parte, Morant, activista trans y directiva, destacó que pensamos y repensamos esta escuela, sin dejar de hacer, para avanzar en el resarcimiento de la educación para las identidades trans.
Este año están a punto de cumplir 11 años de existencia. El año pasado con la pandemia tuvieron que suspender las clases y luego adaptarlas al formato virtual y ahí empieza otro proyecto que es el Teje Solidario,una red de cuidados y contención que abarcó a 1.000 personas en el AMBA.
“Muchas y muchos trans trabajan en la prostitución o trabajo sexual que es la única alternativa que tienen ante la exclusión de otros trabajos que, con la restricción de la modalidad, no las podían cumplir. Entonces empezaron a aparecer llamados de compañeras y compañeros que no podían salir a trabajar, comprar alimentos ni productos de primera necesidad y ahí se empieza a organizar, primero para les estudiantes de la escuela, pero después más ampliamente, la red el Teje Solidario, donde hay personas que donan dinero para hacer compras, otras que van a hacer las compras y las alcanzan hasta la casa de les compañeres”, cuenta Mati, colaborador en la Escuela.
A pesar de haber padecido muchas vicisitudes y ataques, hoy el Bachillerato sigue en pie y aumentando su matrícula año tras año.
Ojalá sea por muchos más.
Información Bachillerato Popular Trans Mocha Celis
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- Consultas generales: info@bachilleratomochacelis.edu.ar
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