Las noticias sobre la industria del litio se asoman cada vez con mayor frecuencia a la consideración del gran público.
Bolivia, Chile y Argentina, en orden de reservas, concentran cerca del 85% del mineral existente en salares del planeta, recurso fundamental hoy en día para la producción de baterías para celulares, computadoras y automóviles entre otra serie de artefactos que podrían funcionar con este metal liviano como combustible.
Sin embargo, las producciones son todavía muy bajas con respecto a su potencial. Solamente Chile junto a Australia tienen actualmente una producción relativamente avanzada y en escala.
Desde el momento en que el recurso se convirtió en estratégico por su potencial, comienzan a surgir distintas ideas, ambiciones y proyectos. Los números son demostrativos del beneficio o perjuicio que le puede causar a nuestra región su correcta explotación.
El precio de la salmuera sin procesar asciende a U$S 300 la tonelada, mientras que esa misma tonelada pero de carbonato de litio ya sube a casi U$S 6000, cifra impactante pero mínima si se la compara con el valor que se obtendría en el mercado si se lo purifica y se lo integra en baterías terminadas: entre 20.000 y 25.000 dólares al costo internacional.
Y sin entrar en revisionismos, se vuelven a plantear discusiones antiguas. ¿Quién o quienes se van a quedar con el mayor beneficio de este recurso? ¿El país que lo posee o el que tiene la tecnología para explotarlo e industrializarlo?
Bolivia, territorio lamentablemente experto en sufrir despojos, vuelve a tener otra oportunidad histórica, después de la plata, el estaño y el gas ahora tiene las mayores reservas mundiales comprobadas de litio en el salar de Uyuni.
Solamente que esta vez se anticipó y declaró los yacimientos de interés estratégico y nacionalizó toda actividad que tenga que ver con el recurso, aparte de contratar a profesionales belgas y chinos para promover esta industria, y en cantidades muy pequeñas empieza a establecer su producción.
Mientras tanto, en Argentina las aguas empiezan a moverse.
Los diputados Carlos Heller y Juan Carlos Junio han presentado un proyecto para declarar de interés público toda actividad industrial que tenga que ver con el tema y crear lo que podría llamarse una “YPF del Litio”.
Esto ya ha generado roces con las provincias que poseen los yacimientos y las empresas mineras que ya trabajan en el lugar, las que creen que pueden ser perjudicadas con las norma.
Se supone que finalmente el acuerdo llegará tomando como base los acuerdos petroleros actualmente en vigencia.
Por el lado del desarrollo, son varios los organismos que han empezado a moverse con el objeto de obtener desarrollos científicos para aumentar localmente el valor del producto.
Tanto la provincia como la Universidad Nacional de Jujuy, el Conicet, el centro de desarrollo de tecnología de YPF (Y-TEC), la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de La Plata y la Universidad Nacional de Córdoba se encuentran trabajando en la creación y desarrollo no solo de sistemas de producción del insumo básico sino en la posibilidad de fabricación de baterías terminadas.
El futuro de esta industria puede ser promisorio, pero andar con pies de plomo, y no de litio, será fundamental para competir en un mundo y un mercado donde los competidores son pesados, demasiado pesados….