Durante 8 meses, Gimena y sus siete hijos vivieron en un micro escolar abandonado, estancado en una de las polvorientas calles de la villa La Chatarra del barrio Parque Barón, en el partido bonaerense de Lomas de Zamora. Víctimas de una situación de violencia familiar, la mujer decidió huir de su hogar, y para no quedarse en la calle, optó por subirse a ese colectivo que le ofrecieron unos conocidos y que les cambiaría la vida. Gracias a vecinos solidarios, hoy tienen una casa.
Son rostros de una pobreza que se extiende en el país, en el que el 40,9 % de la población sufre esa condición, pero que se agrava en el Conurbano bonaerense, donde ese índice se ubica en un 47,5% y los indigentes rondan el 13,6% de los habitantes del mayor conglomerado urbano del país, según datos oficiales difundidos por el INDEC, y protagonistas de acuciantes realidades que demandan, más allá de solidaridad ciudadana, urgentes respuestas por parte de los gobiernos.
En nuestra historia, las necesidades que sufrían Gimena y sus hijos a causa de la precariedad en la que se desarrollaba su vida, fueron detectadas por un matrimonio vecino, el de Clarisa y Maxi, que comenzaron a ayudarlos como podían, básicamente con algo para comer. Lo que nunca imaginaron es que terminarían organizando un merendero para el barrio, donde en la actualidad concurren unas 150 personas a diario.
Ellos fueron, además, los que dieron a conocer la historia de Gimena a través de las redes sociales, interesando a un pequeño grupo de mujeres que regularmente se acercaba La Chatarra para colaborar con las familias del lugar y el merendero durante este tiempo de pandemia que terminó de complicarlo todo. Y rápidamente se pusieron en campaña para mejorar las condiciones de vida de esta numerosa familia.

Romina Monzón, Gabriela Castañeda y Maite Viñao supieron que debían hacer algo y vaya que lo hicieron. En poco tiempo, lograron reunir el dinero para comprar una casa prefabricada y los materiales de construcción que se utilizaron para edificar parte del nuevo hogar. Y no sólo eso, también consiguieron que pueda obtener el DNI para algunos de sus niños y que se los escolarice.
Ellas estaban muy preocupadas, además, porque Gimena había dado a luz hacía muy poco a su séptimo hijo y seguía viviendo en esa precaria situación. Así fue, que comenzaron a convocar a amigos y conocidos, mientras organizaban una rifa. El motivo de la causa hizo que muchos se sumaran, incluso con donaciones particulares, y que en dos meses se pudiera recaudar lo necesario para comprar la vivienda.
Maite, en diálogo con El Ágora, destacó la solidaridad de tantos que, además de comprar rifas, acercaron ropa, alimentos, aportaron dinero u otros elementos necesarios, o colaboraron con su tiempo para instalar la casa en un terreno a la vera del Arroyo del Rey.

El jefe de Gabinete del Municipio de Lomas de Zamora, Guillermo Viñuales, se acercó a conocer a Gimena y a felicitarla por seguir adelante con sacrificio y honestidad, y destacó la labor de las tres lomenses: “Ellas, que representan a centenares de personas e instituciones, decidieron que no podían seguir durmiendo en un colectivo, que había que hacer algo; y lo hicieron”.
Aún falta mucho. Ahora deben construir un baño nuevo, porque el sector que la casa tenía destinado a eso terminó convertido en otro dormitorio, pero saben que lo lograrán.
Resiliencia
A lo largo de estos meses, Gimena fue experimentando cambios. Su experiencia familiar la habían convertido en una persona retraída, muy callada y que se sentía poco valorada, según manifestaron sus “ángeles guardianes”.
“Sin embargo, durante estos meses en que nos fuimos conociendo, su actitud cambió radicalmente, es más decidida, se sabe empoderada y con capacidad de gestionar cosas para ella y sus hijos”, describió Maite Viñao.
Así fue que, a pesar de las inmensas necesidades que aún tiene, Gimena no dudó en sumarse a este grupo de mujeres para ayudar a otros. Actualmente, colabora en la construcción de un baño adaptado en la casa de una familia de Ingeniero Budge, una localidad vecina.
“Ella es muy solidaria y ahora nos está ayudando con este proyecto en Ingeniero Budge. Son actitudes que nos movilizan y que nos enseñan que cada uno de nosotros podemos ser promotores del cambio”, concluyó Maite.