El maestro de ceremonias, Monseñor Diego Ravelli, cerró la puerta de la Capilla Sixtina, iniciando así oficialmente el cónclave para la elección del 267º Papa.
Antes la procesión de los cardenales, desde la Capilla Paulina hasta la Capilla Sixtina, fue acompañada por las letanías de los santos, unas noventa invocaciones a los santos y mártires para pedir protección sobre las obras del cónclave. Los cardenales electores ya están en la Capilla Sixtina, oficialmente arranca el cónclave para la elección del 267º Papa. Una vez cruzada la entrada, los cardenales llegaron a sus puestos, donde ya está preparado el equipamiento para la votación.
Las mesas cubiertas con cortinas rojas y manteles marrones están dispuestas a lo largo de toda la Capilla Sixtina en cuatro filas, ligeramente escalonadas, dos a la derecha y dos a la izquierda. Al final se realizará el juramento, que concluirá con el tradicional ‘extra omnes’ y el cierre de las puertas de la Capilla Sixtina. Los cardenales ocuparán cada uno su lugar y se cantará el Veni Creator, la invocación al Espíritu Santo. Luego jurarán, primero en forma colectiva y luego uno por uno.
La Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, que regula las disposiciones para la elección de un nuevo pontífice, estipula que los purpurados deben prestar juramento. El cardenal Parolin lee el texto completo y, a continuación, cada cardenal, con la mano sobre los Evangelios, dice: “Y yo, Cardenal N., prometo, obedezco y juro”.
Este es el texto del juramento:
“Nosotros los cardenales electores presentes en esta elección del Sumo Pontífice prometemos, nos obligamos y juramos observar fiel y escrupulosamente todas las prescripciones contenidas en la constitución apostólica del sumo pontífice Juan Pablo II ‘Universi Dominici Gregis’, emanada el 22 de febrero de 1996.
Igualmente prometemos, nos obligamos y juramos que cualquiera de nosotros, que por divina disposición, sea elegido romano pontífice, se comprometerá a desarrollar fielmente el Munus Petrinum de pastor de la Iglesia universal y no cesará de afirmar y defender hasta la extenuación los derechos espirituales y temporales, además de la libertad de la Santa Sede.
Sobre todo, prometemos y juramos observar con la máxima fidelidad y con todos, ya sea clérigo como laico, el secreto de todo aquello que en cualquier modo concierne a la elección del romano pontífice y todo lo que ocurre en el lugar de la elección y se refiera directa o indirectamente al escrutinio.
No violar en manera alguna este secreto tanto durante como tras la elección del nuevo pontífice, a no ser que el mismo pontífice confiera explícita autorización; jamás apoyar interferencias, oposición u otra forma de intervención con la autoridad secular u otro grupo de personas que quisiera interferir en la elección del romano pontífice”.
Cuando el último de los cardenales haya prestado juramento, el Maestro de ceremonias, monseñor Diego Ravelli, pronunciará la fórmula ritual “Extra Omnes”, o “todos fuera”, y quienes no deben permanecer en el cónclave saldrán de la Capilla Sixtina, que será cerrada con llave. Se presume que esto ocurra entre las 17:30 y las 18 horas. A partir de ese momento no habrá más ningún contacto entre los cardenales y el mundo exterior.
A puertas cerradas y lejos de las cámaras, los cardenales escucharán la meditación de Cantalamessa, al final de la cual tanto él como el Maestro de ceremonias abandonarán también la Sixtina. En ese momento, el cardenal decano —que dentro del cónclave será Pietro Parolin (Giovanni Battista Re no es elector)— preguntará a los cardenales si desean proceder con la primera votación. Para ello, basta con una mayoría simple.
Luego se pasará a la votación propiamente dicha para elegir al nuevo Papa, para la cual se requiere un quorum de 89 votos.
Acciones previas
Por la mañana se realizó la solemne misa “Pro eligendo romano pontífice” en la Basílica de San Pedro, oficiada por el cardenal decano Giovannio Batista Re, de la cual participaron los 133 purpurados que en las próximas horas comenzarán el proceso de elección del nuevo Pontífice. En la misa, a la que asistieron cinco mil personas, tradicionalmente se invoca al Espíritu Santo para que ilumine a los cardenales que participarán del cónclave en la Capilla Sixtina.
Después de la misa pro eligendo de esta mañana, los 133 cardenales electores tuvieron algunas horas de libertad, entre la residencia de Santa Marta y el almuerzo, antes de encerrarse en el cónclave para la elección del nuevo Papa. Los cardenales ocuparán cada uno su lugar y se cantará el Veni Creator, la invocación al Espíritu Santo. Luego jurarán, primero en forma colectiva y luego uno por uno.

Todas las miradas puestas en la chimenea del Vaticano
Privados de todo contacto con el exterior —incluidos sus teléfonos móviles—, los cardenales emitirán sus votos en secreto y en completo silencio, hasta alcanzar el consenso necesario para nombrar al nuevo líder espiritual del catolicismo.
Cuando los cardenales votan en el cónclave, queman sus papeletas, emitiendo humo negro para indicar que no hay decisión o humo blanco para indicar que han elegido un nuevo papa.
Todos los cónclaves, salvo uno, se han celebrado en Roma desde el siglo XV, y la tradición de quemar las papeletas de los cardenales se remonta a entonces.
Con información de ANSA, Vatican News y France 24.