Para poder producir durante todo el año la huerta orgánica necesita de la rotación de cultivos, del manejo y control de insectos, de los abonos orgánicos y asociaciones de plantas entre las cuales se encuentran las aromáticas.
Además de su uso tradicional en salud y alimentación, las plantas aromáticas tienen una especial función en las asociaciones de plantas dentro de la huerta orgánica: producen olores generando un clima químico variado y diverso. Con respecto a la interacción con otras especies animales, las plantas aromáticas tienen verdadero manejo de la situación entre los insectos consumidores primarios de vegetales. Es por esto que son tan importantes para mantener la biodiversidad de la huerta como estrategia de control.
Al diseñar nuestra huerta orgánica, como todo sistema orgánico que permite diversas asociaciones de plantas, deberemos considerar a las aromáticas como amortiguadoras de las poblaciones de insectos. Es que la diversidad de sus aromas y colores afecta los sentidos de los insectos y les provoca confusión, dificultándoles ubicar su hortaliza favorita. Algunas aromáticas también tienen acción repelente, como el ajenjo, la menta y el romero.

Desde la EEA: “EL Colorado” y la Agencia de Extensión Rural Centenario del INTA ofrecen distintas recomendaciones sencillas para obtener nuevas plantas a través de la siembra, el esquejado y la separación de matas.
La ingeniera agrónoma Patricia Sepúlveda, explica que “las plantas aromáticas son todas las especies vegetales que poseen un aroma y/o sabor que las hace útiles. Esta propiedad se debe a sus componentes o fracciones volátiles denominadas químicamente “esencias” o “aceites esenciales”, que están presentes en hojas, tallos, bulbos, rizomas, raíces, flores, semillas y frutos. La mayoría de estas hierbas también tiene propiedades medicinales”.
En la huerta agroecológica sus funciones son múltiples. Por un lado, contribuyen a la biodiversidad y favorecen que la huerta se parezca a un sistema natural en equilibrio donde conviven armoniosamente las verduras con las flores y las hierbas. “Su empleo en la huerta es una práctica agrícola común para atraer insectos benéficos (el perejil y el cilantro, entre otros), o para que actúen como “plantas trampa”. Por ejemplo, la albahaca se suele intercalar estratégicamente entre los cultivos para atraer pulgones y otros insectos transmisores de virus, de modo que estos no ataquen a las hortalizas”, aclara Sepúlveda.
También pueden utilizarse como medida curativa o preventiva de enfermedades, a través de la aplicación de purines, extractos y otros preparados caseros obtenidos por decocción, maceración o infusión de hojas, tallos y/o flores, según el caso.
En cuanto a su rol en el hogar y el ambiente, este tipo de plantas provee múltiples recursos: desde el condimento que realza el sabor y aroma de las comidas en la mesa diaria hasta la posibilidad de preparar tés, esencias, perfumes, cremas, ungüentos y otros recursos destinados al cuidado de la salud.
¿Qué técnicas se utilizan para su multiplicación?
Existen dos tipos de propagación: sexual, que se realiza por medio de semillas, y asexual, que se lleva a cabo por medio de cualquier parte vegetativa de la planta: esquejes, acodos, división de matas, etc. Como regla básica para cualquiera de ellas, siempre se deberá elegir la planta que presente las mejores cualidades en relación al tamaño de las hojas, fragancia y resistencia a enfermedades y plagas.
Las especies más comunes que pueden multiplicarse a través de semillas son el perejil, el hinojo, la albahaca, el cilantro y la menta, entre otras.
En cambio, para el caso del orégano, el estragón y el ajenjo, la práctica indicada es la división de matas, que consiste en obtener varias plantitas a partir de una planta adulta o planta madre, separándola en trozos con raíz, tallos y hojas. Para ello se corta tanto la parte aérea como las raíces antes de plantar, es decir que a cada plantita se le corta el extremo terminal, dejando solo unos pocos centímetros con hojas. Las raíces también se cortan un poco, para suavizar el estrés que les produce la división.
La especialista de INTA Colorado, Ana María Forlin detalla las distintas maneras de multiplicación:
1.Multiplicación por semillas
La profundidad de siembra no debe sobrepasar el doble del diámetro mayor de la semilla. Es conveniente distribuir las más pequeñas superficialmente y taparlas con una fina capa de tierra suelta o mantillo bien desmenuzado; luego compactar con una tabla provista de un mango.
2.Multiplicación por división de matas
Cuando son adultas, algunas plantas están compuestas por plántulas unidas por la raíz que se denominan matas. Es el caso del lemmon grass, mil hojas, piretro, orégano, estragón y ajenjo entre otras. Una vez seleccionada la planta debemos retirarla con el pan de tierra procediendo luego a retirar suavemente la tierra de las raíces a fin de favorecer la multiplicación.
El mejor momento para desenterrar las plantas es al comienzo de la primavera, cuando aún tienen poca savia en circulación. Luego se eliminan tallos y flores viejas y se separan las plantas con cuidado en secciones con algunas raíces. A cada plantita se le corta el extremo terminal, dejando sólo unos pocos centímetros con hojas. Las raíces también se cortan; de esta forma suavizamos el estrés que le produce la división.
La plantación de estacas requiere de la protección de los rayos solares y de las bajas temperaturas. Es más conveniente un ambiente cálido con alta humedad ambiental para evitar la deshidratación prematura, sobre todo en el caso de hojas y brotes tiernos.
Dentro de la multiplicación por estacas se pueden distinguir tres tipos según la especie:
Gajos o esqueje: son los tallos de brotes nuevos y aún tiernos. Es el caso del ajenjo, albahaca, estragón, lavanda, orégano y salvia. Lo principal es cortar gajos de unos 10 a 15 cm de largo y 4 a 5 milímetros de diámetro, a los que se les eliminan las hojas basales dejando sólo 2 a 3 terminales.
Estaquillas: son los tallos semileñosos que crecieron durante el invierno. Este es el caso de la lavanda, el orégano, romero y tomillo, entre otros. Estas labores se realizan tanto en otoño como al inicio de la primavera. En ambientes controlados es posible realizar la multiplicación durante todo el año. Tanto los brotes tiernos como los semileñosos, desarrollan raíces en cuatro a seis semanas.

Estacas: las estacas se logran de fragmentos de tallos y ramas del año, de 15 a 40 cm de largo, que se cortan a fines de otoño luego de las primeras heladas. Echan raíces a lo largo del invierno y se transplantan al lugar definitivo al año siguiente. Se corta el extremo terminal a 15 cm de altura. En lo posible, tiene que ser semileñoso, del año y sin flores. La estaca se debe deshojar a contra hoja, para producir una herida en la corteza y de esta manera inducir la formación de un callo que luego dará raíces. Se recomienda sumergir en agua corriente el tercio que irá bajo tierra durante 48 horas. Esto lavará la superficie donde estaban las hojas y arrastrará la hormona que evita el enraizamiento.
Las estacas deberán luego ser colocadas en las macetas de forma vertical. En el caso de la lavanda, el orégano, el romero y el tomillo la multiplicación se realiza tanto en otoño como al inicio de la primavera a través de estaquillas, es decir, los tallos semileñosos que crecieron durante el invierno. Estas se cortan de 12 a 15 cm y se eliminan las hojas basales en las 2/3 partes de la longitud, parte que luego se sumerge en agua durante 48 horas para eliminar la hormona que evita el enraizamiento.
4. Estolones: Son tallos rastreros, superficiales, que emiten raíces y brotes, que cuando se trozan y se entierran dan lugar a nuevas plantas. Es el caso de las mentas y el estragón.
5. Bulbos: Los órganos subterráneos de las plantas bulbosas pueden ser de diferentes formas y reciben distintos nombres, como: bulbos, cormos, tubérculos, raíces tuberosas, rizomas y seudo bulbos. Como ejemplos tenemos el azafrán y el jengibre. La multiplicación se lleva a cabo por medio del incremento natural de nuevos bulbos a partir del inicial.