La pieza teatral La Lengua es un Músculo, pero el Lenguaje es un Virus regresó a la cartelera porteña, en su cuarta temporada y ahora en el Teatro Picadilly (Av. Corrientes 1524, CA), los domingos a las 20.30.
Está escrita y actuada por Diego Carreño, se presenta en esta nueva etapa en una sala de la calle corrientes, pero esta vez con la dirección de Leandro Ait, quien introdujo algunos cambios en la puesta de escena para ofrecer una mayor visibilidad al protagonista y su historia.
Con la misma solvencia en la actuación Carreño le imprime a su personaje, varios de esos “hilar fino” en la elección de las palabras y la conceptualización de algunas figuras literarias como la metáfora, la paradoja y otras que aborda durante la obra.
En tal sentido, Diegro Carreño habló con El Ágora, para definir esta nueva etapa de la obra y que durante tres temporadas estuvo en la sala El Camarín de las musas.
¿Por qué el lenguaje y la lengua?
Porque son un elemento importante a la hora de encarar una obra de humor, pero también me llamaba mucho la atención esta frase de Williams Burrogs acerca de el lenguaje es un virus y que yo lo conocí a traves de un tema de Lory Anderson de la década del 80 y desde ahí comencé a investigar de qué se trataba. Y me gustó la idea de interpretar el lenguaje como un viurs.
Una hipótesis que transcurre en la obra…
Si y eso en la obra lo tratamos de demostrar y como los modismos van ganando terreno y se van metiendo en nuestro vocabulario y como se propala y genera contenidos. Hay frases que se ponen de moda e inmediatamente uno comienza a utilizarlas también.
¿Ese sería el gérmen del virus?
Sí, exacto. Burrogs decía que el lenguaje es un virus que viene del espacio exterior, ya que él escribía bajo la influencia de estados lisérgicos y por las drogas con las que experimentaba. Esa idea me parecía demasiada “tirada de los pelos” entonces me quedé con la primera frase “el lenguaje es un virus” que es más potente y que sucedía con esta persona (personaje) del que quería contar esta historia, Un personaje medio ermitaño que está obsesionado por algunas frases y cuya situación transcurre en un cerro.
Me quedé con esa discripción acerca de su obsesión.
Si, es que él estaba obsesionado por el significado de algunas frases o palabras. También me resultó interesante y sin afirmar que estoy inventando algo nuevo, esto de teatralizar las figuras retóricas y literarias como la paradoja, la metáfora, la paronomasia. Me resultaron todo un desafío y algo lindo para abarcar en palabras esta historia y con ellas le fuimos encontrando la forma de expresarla..
¿Hay modificaciones en la obra?
Sí, hay modificaciones porque cambió el director; esta versión está dirigida por Leandro Aíta y cambia… Bastante, si bien el texto es el mismo, algunas ideas sobre la puesta en escena, son muy distintas.
Llegaste a la cuarta temporada…
Sí y nos fue muy bien en las tres temporadas anteriores. Estuvimos tres años en el Camarín de las Musas y en esos tres años hicimos unas ciento cuarenta funciones y eso es mucho para un producto independiente; nunca me pasó esto y mucho menos con un unipersonal. Ademásde esas ciento cuarenta, una ciento veinte fueron con localidades agotadas.Eso me pone muy contento y también porque esa trayectoria anterior hizo posible que hoy estuviéramos en la calle Carrientes. Con esto logramos que la obra tenga mayor visibildad. Esto es una vidriera.
La obra
Con una actuación en la que predomina los histriónico y la expresividad, Diego Carreño, por momentos transita el terreno de lo desopilante y desata las risas del público que se reconoce en las frases y en las palabras, en un juego en que se mezclan las vicisitudes personales y familiares, pero también las de tinte académico.
El protagonista vive aislado en un cerro y lo que realmente ansía es obtener, de una buena vez, su título de Filólogo por el trabajó en su tesis durante veinticuatro años. Para ello debió transitar por varias figuras retóricas, como la paradoja, la metáfora, el oximorón y otras, a la que describe.
Todo sucede mientras escribe una carta a sus padres, a los que no le guarda rencor , en tanto que las palabras fluyen casi en forma descontrolada y cada una busca su contexto, su circunstancia que le permita no equivocar el significado, pero no siempre lo logra.
Una secuencia de palabras y frases, todas ellas ya conocidas, comienzan a ser cuestionadas y hasta adquirir otra dimensión; un significado que roza lo absurdo, pero que en realidad muestra un trasfondo maleable, dúctil cuyo significado tropieza torpemente contra lo establecido, contra lo que hasta hace un rato era una regla y una convención establecida y no ofrecía resistencia.
Frente a la aparición de palabras parecidas, cacofónicas y hasta fuera de su contexto “natural” sus significados se tornan confusos, hilarantes y hasta absurdos que provocan en el público risas, sonrisas y hasta exclamaciones; todas ellas justificadas.
Allí radica la investigación del protagonista quien insiste en escribirle una carta a sus padres en una antigua máquina de escribir, mientras bordea el planteo de William Burroghs quien en 1966 afirmaba que “el lenguaje es un virus”.
Y con esta premisa es cuando el humor de nuestro protagonista atraviesa toda la obra y se somete al desafío de crear la narrativa para intentar acercarse a una trama, utilizando la teatralización de las figuras retóricas, de un hombre adulto, solo, viviendo en un lugar aislado de toda civilización..
El actor
Diego Carreño, es actor y dramaturgo; estudió comicidad con Gabriel Wolf. Como actor, ha trabajado en gran cantidad de obras teatrales bajo la dirección de Leo Maslíah, Claudio Martínez Bel y Julia Calvo. A él pertenece la dramaturgia de esta obra, es además autor de las comedias “Tan sólo un gesto”, “Digital Mambo” y “Hombres Delay”.
Fue elegido mejor actor por “Hombres Delay” en el Festival de Humor Engrudo del Teatro Mandril en diciembre de 2017. La obra tuvo, además, una nominación al premio Mejor Obra en el mismo festival. Fue también premiado como mejor actor en el Festival Nacional de Teatro de Mar del Plata en 1998.
Obtuvo los premios: Mejor actor de reparto en el Festival Nacional de Teatro de Mar del Plata 1998. (Trabajos de amores perdidos). Mejor actor en el Festival de Humor Engrudo 2017 (Hombres Delay); y Mejor obra en el Festival de Humor Engrudo 2017 (Hombres Delay).