El Gobierno de Río Grande do Sul informó a través de un comunicado que “la suspensión ya fue comunicada a las 19 Coordinaciones Regionales de Salud, que a su vez deberán informar a los respectivos servicios de Vigilancia Municipal” de todas las ciudades del estado, según consigna la agencia EFE.
La determinación se tomó después de que un grupo de médicos de la organización Physicians in the Crop-Sprayed Towns, con sede en Argentina, y de la Asociación Brasileña de Salud Colectiva (Abrasco) cuestionaron si el larvicida tenía relación con los casos de microcefalia.
Hasta ahora científicos brasileños habían asociado el aumento de casos de microcefalia con el virus del zika, que al igual que el dengue y el chikunguña son transmitidos por el Aedes aegypti.
No obstante, hoy el secretario de Salud de Río Grande do Sul, João Gabbardo, señaló que pese a no estar comprobada la relación entre el larvicida y la microcefalia, la sola “sospecha” les ha llevado a decidir la “suspensión” del uso de ese tipo de insecticida, ya que “no se puede correr ese riesgo”.
En respuesta, el ministro de Salud del Brasil, Marcelo Castro, dijo que el larvicida suministrado por su cartera no representa peligro para la población.
“Eso es un rumor que carece de lógica y sentido. No tiene ningún fundamento. Es (el larvicida) aprobado por la Anvisa (Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria) y usado en el mundo entero”, afirmó Castro en declaraciones a la prensa.
Asimismo, el funcionario brasileño indicó que “el Pyriproxyfen es reconocido por todas las agencias de regulación del mundo entero”.
En un comunicado, la empresa fabricante del larvicida, Sumitomo Chemical, remarcó que “no existe ninguna base científica para tal afirmación” y recordó que el producto en cuestión tiene la aprobación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde 2004 y de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos desde 2001.
Según la OMS y esa agencia norteamericana, el larvicida “no es mutagénico, no es genotóxico, no es carcinógeno ni teratogénico” y, además, fue “sometido a rigurosos test toxicológicos que no demuestran efectos sobre la reproducción y el sistema nervioso”, explicaron desde la companía fabricante.
El Ministerio de Salud, en una nota de prensa, reconoció la autonomía del Gobierno regional para usar o no los insecticidas y larvicidas suministrados, pero aclaró que el Pyriproxifen tiene el respaldo de los órganos reguladores mundiales.
“Al contrario de la relación entre el virus del zika y la microcefalia, que ya tuvo confirmación en exámenes que comprobaron la presencia del virus en muestras de sangre, tejidos y líquido amniótico, la asociación entre el uso de Pyriproxifen y la microcefalia no posé bases científicas”, insistió.