El director de orquesta, pianista y filántropo argentino Daniel Barenboim fue distinguido por el gobierno español con la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, en atención a sus “méritos y circunstancias”, y previa deliberación del Consejo de Ministros.
El decreto fue firmado por el Rey Felipe VI, tras la propuesta del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación que dirige José Manuel Albares.
“En atención a los méritos y circunstancias que concurren en el señor Daniel Barenboim, a propuesta del Ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión vengo en concederle la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil”, reveló el diario oficial.
Nacido en Buenos Aires en 1942 como hijo de dos profesores de piano judíos de origen ruso, Barenboim se mudó con sus padres a Israel con apenas diez años. Con cuatro pasaportes -argentino, israelí, palestino y español- empezó a desarrollar su carrera musical desde muy joven.
En las décadas de los 50 y los 60 viajó alrededor del mundo y sentó las bases de lo que sería su segunda carrera, la de director. Desde 1967 es un habitual en los podios de las orquestas en Berlín, Nueva York y París. En julio de 1987 fue nombrado director artístico de la Ópera de la Bastilla de la capital francesa, en 1991 se convirtió en el sucesor de Georg Solti al frente de la Chicago Symphony Orchestra y un año más tarde compaginó ese cargo con la dirección de la Ópera Estatal de Berlín (Staatsoper).
Sin embargo, desde 1999, junto con el desaparecido escritor de origen palestino Edward Said, el artista se convirtió en un gran exponente buscador de la paz, rompiendo las grietas globales y dando junto con Said, un mensaj esperanzador. Barenboim fundó la West-Eastern Divan Orchestra, un taller de música con sede en Pilas (Sevilla) para reunir jóvenes de Egipto, Siria, Líbano, Jordania, Túnez e Israel, con la finalidad de crear música en un terreno neutral.
Barenboim ha recibido numerosos galardones en favor de la paz, como el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia (2002), el Premio de la Tolerancia de la Academia Protestante de Tutzing (2002) por sus esfuerzos para unir a palestinos a israelíes, la medalla Buber-Rosenzweig y el Premio Wolf de las Artes en Jerusalén (2004).