“Ya no tengo fronteras, vivo acercándome a la Argentina, esté donde esté, tanto con la música como con estas experiencias que me toca vivir, porque al contarlas allí, sigo caminando el puente y me siento cada vez más cerca”, explica Isabel de Sebastián en relación a Brooklyn, eventualmente su lugar en el mundo. Referente de aquellos raros peinados nuevos (basta revisar los shows con Metrópoli y su socio musical, Ulises Butrón, para confundirla con Cerati, Robertito Smith, Siouxie o Pat Benatar), hoy parece estar a años luz de sus participaciones en discos bisagras como “Privé”, de Spinetta (con ‘No seas fanática’) o “Signos” (‘En camino’).
Mucha agua entonces pasó bajo ese puente. El amor fue consecuente a su mudanza a Estados Unidos, hasta un renovado regreso en 2007, junto a su compañero, el pianista y compositor Bob Telson más ‘Trip’ disco bilingüe, ratificando experiencias. Siguieron álbumes solistas, el reconocimiento local (desde los Carlos Gardel, a colegas recuperando su ‘Héroes anónimos’, casi como himno ochentoso) aunque el espíritu inquieto la devolvió a Estados Unidos. Hoy desde allí, además de compartir su último trabajo ‘Corazonada’, Isabel oficia de corresponsal a través de sus redes sociales o desde el portal ‘El cohete bajo la luna’. Música y testimonio se corresponden, también en esta irrefrenable caminata.
¿Qué cosas extrañas de la prepandemia?
Extraño la libertad de movimientos, la posibilidad de encontrarme con amigos, salir a comer, ir al bar cerca de mi casa donde todas las noches podés escuchar una banda tremenda, enriquecerme con todo lo que las ciudades tienen para dar. Al principio me di cuenta que extrañaba también lo que antes no tomaba tanto en cuenta: poder mirar el cielo abierto, los árboles, sentir la brisa. Y me prometí valorar más estas cosas cuando todo esto pase. De Buenos Aires extraño familia, amigos y también algunas maneras y gestos, esa familiaridad que nunca podré tener con otra ciudad.
¿Cuáles fueron los hechos que más te movilizaron en Nueva York?
Me impactó mucho la terrible incertidumbre de no saber si tendrás respirador, llegado el caso, claro, y saber que no había lugar para tantos muertos, tan cerca de mi casa. Me pegó mucho vivir la consecuencia de las desigualdades de este sistema. Estados Unidos es el país con más muertos, con una mayoría desproporcionada de ellos hispana y afroamericana. El hecho que no haya salud pública es una de las causas. Pasé de las sirenas constantes de las ambulancias a las de la policía, con las protestas contra el racismo. Esa lucha me atraviesa, es universal.
Este rol también te reencontró con la escritura, incluso me decías que tus viejos influyeron en tal sentido ¿se potencia otra vocación?
Si, vengo de una familia de escritores, fue muy natural comenzar a hacerlo. Aparte, escribo canciones y textos cortos desde hace décadas. Con respecto a nuevas vocaciones, he pensado las ideas de los videos de mi último disco, tengo tres de ellos en gateras. Me he sentado junto al editor y me apasiona muchísimo el tema. Estoy estudiando fotografía con Adolfo Rozenfeld, a quien admiro profundamente. Ojalá pueda seguir creando videos y algún día poder hacerlo con la cámara en mano.
“Corazonada” se parece a una valija donde guardás melodías diversas pero también sensaciones atemporales ¿fue ex profeso?
Es linda la imagen de la valija y creo que sí, que es un disco atemporal. Quedaron canciones afuera porque buscaba una unidad, aunque los géneros musicales del disco sean varios y se mezclen como colores. El disco va apareciendo y te va marcando el camino a tomar. Uno sólo tiene que estar abierto, escuchando algo que viene de adentro, no es algo sólo racional.
Hay en ‘El vals’ y ‘Paloma’, mucho de nostalgia sobre aquello que no vuelve, ¿de qué tenés nostalgia en relación a lo histórico? ¿Y al rock?
Creo que en el disco hay nostalgia, pero que detrás de esa nostalgia hay una sonrisa. No es una nostalgia del pasado, tiene vitalidad y fuerza. No volvería atrás, aprendí a vivir con el tiempo, y no extraño más que a los que quise mucho y ya no están. No es de algo específico, es, más bien esa melancolía de saber lo difícil que es vivir. Pero igualmente, hay una propuesta de ir para adelante y no perder la posibilidad de la alegría.
Mucho se debate en torno de los setenta y no tanto con la década que la antecede. Como referente ochentosa, ¿qué elementos reivindicarías de este “adn”, si creés que son aglutinantes?
Rescato de los ’80 el hecho de la ruptura con cierto cánon, el del rock “tradicional” también la naturaleza experimental y la búsqueda de una expresión multimedia, con los videos y los guiños a lo performático. Ciertos sonidos no envejecieron bien, como el de las baterías electrónicas. Para mi generación, siempre será la década clave ya que salimos del terror y recuperamos finalmente la democracia
Tu versión española de ‘Si no hay nada más’ suena casi premonitoria de lo que nos toca, ¿lo percibís así?
‘Si no hay nada más’ es una canción deliciosamente existencial. ¿Quién no conoce esa desilusión frente a la realidad cuando la ilusión ha ido capturando nuestra imaginación? Desde muy temprano en la infancia, aprendemos a enfrentar las desilusiones, la vida las produce todo el tiempo, pero a pesar de esto, hay que seguir bailándola y celebrando el amor hasta el final, ese es el mensaje.
¿Qué tenés previsto con el disco en relación a la difusión, más allá de las alternativas digitales?
Con respecto a la difusión, esa es la pregunta del millón en esta época. Los canales tradicionales, la difusión radial está blindada. Queda la posibilidad de que se escuche y se comparta en las redes. Mi disco, que hubiera sido mainstream en otro momento, es “de culto”. Pero bueno, uno lo tira al aire y allá vá. Importa más llegar profundamente que llegar a multitudes.
Tu ir y venir te hizo testigo del desarrollo del #niunamenos, el #metoo y ahora las que generó el crimen de George Floyd ¿ rescatás alguna enseñanza desde Latinoamérica a USA? ¿Y viceversa?
Escribí en estos días sobre la idea de “Fraternidad”, la menos promocionada de las tres realzadas por la Revolución Francesa. No creo que pueda hablarse de una fraternidad universal, pero siento que del #NiUnaMenos al #BlackLivesMatter, existe una voluntad de cambio y una dimensión de unión que creo se sostendrá en el tiempo. Latinoamérica tiene un tesoro: la fortaleza de los vínculos afectivos. No quiero decir que aquí la gente se quiera menos, sino que hay una cultura individualista que no prioriza las relaciones afectivas como en los países latinos.
El día después de la pandemia te encontrará…
El día después me encontrará en Buenos Aires. Hay una canción ahi, eh! Quizás ese día la esté escribiendo.
