¿Qué hecho puede alterar el goce de unas merecidas vacaciones en una isla griega? ¿El barullo de otros turistas? ¿El reflejo de un mal recuerdo? Preguntas, solo algunas de las tantas que se suceden a partir de ‘La hija oscura’, primera película dirigida por la actriz Maggie Gyllenhaal, donde Olivia Coleman encarna a Leda, “la heroína” de la novela escrita por Elena Ferrante. Lo que a priori representa el disfrute de una mujer de mediana edad durante un verano, transmuta en cierta densidad generada a partir de la pérdida de una niña en la playa. Así, las mieles de un buen resort y las fantasías propiciadas por algún potencial cortejo, devienen en una atmósfera incómoda que relega cualquier ilusión de relax.
Las circunstancias de la eventual desaparición de la pequeña, son resueltas por la propia Leda quien la encuentra sana y salva, situación sin embargo que la retrotrae a una vivencia dolorosa y similar con una de sus hijas. El agradecimiento de la joven madre preocupada, Nina (Dakota Johnson), relega la angustia momentánea por culpa de otro “extravío”, la muñeca de la nena rescatada que Leda atesora en secreto durante toda la historia promoviendo aún más incómodos interrogantes para el espectador.
Entre flashbacks de la vida de la protagonista y los vaivenes que transita durante su descanso, el film que irrumpió en Netflix y derivó en sendas nominaciones a la 94° edición de los Oscar: Colman (como mejor actriz), Johnson (mejor de reparto) y al mejor guión adaptado, dispara hacia el espectador preguntas que superan el argumento. La periodista y crítica literaria Miriam Molero accedió a recorrer esta tarea para Oxímoron, ensanchando las posibilidades de respuestas a partir de la lectura de la novela en cuestión y los matices nada menores al momento de separar las aguas, entre una madre que es hija ¿o viceversa?

-Si pudieras describir a ‘La hija oscura’ qué dirías, ¿es sobre la maternidad, los mandatos, el costo de ser fiel a los deseos, otro?
– Una cosa es ‘La niña perdida’ que es un volumen de la tetralogía ‘Dos amigas’ de Ferrante y otra, ‘la hija oscura’ que es una trilogía anterior. Entonces puedo hacer una comparación entre película y libro. Diría que el film me dio la sensación en base cierta a la maternidad y a los roles del cómo “debe ser”. Son obligaciones que la sociedad le exige y sobre todo si se trata de la sociedad italiana.
Lo que señala la película es el personaje de Olivia Coleman, como una mujer fuera de lugar. De hecho está de vacaciones, pero se detiene en los celos de esa mamá joven y de esa hija que ve en la playa y también en la culpa. La imagen de lo que ve, la remite al abandono durante tres años de sus dos hijas cuando eran chiquitas, de 6 y 4 años (NdeR: en ese momento Leda había privilegiado el vínculo con un profesor y sus estudios, dejándolas al cuidado del padre) . En este sentido, el robo de la muñeca es como una forma de romper la armonía, entre esa mamá y esa nena, hundiéndolas en un malestar absoluto.
-¿Pero decís que difiere del libro?
-En el libro he descubierto algo mucho más interesante. Creo que por las características del personaje debió haberse interpretado con una actriz como Mónica Bellucci. Sucede que la profesora de la novela que está de vacaciones es una mujer bellísima. Una mujer que detenía la mirada de los hombres, que estaba acostumbrada a que ellos la miraran y a medida que crecían sus hijas de alguna manera fue no resignándose a perder esa mirada. En el relato de Ferrante hay una especie de seducción a los amigos adolescentes de las hijas. Y específicamente señala mucho el cuidado del cuerpo, de no perder la línea.
¿Y en el film no es igual?
-Es una mujer grande por eso hay alguna línea en la película que no tiene mucho sentido como cuando le dicen “¿cómo que tiene 48? ¡si parece de 40!”, pero vos como espectador decís no, en realidad Olivia Coleman parece más de 48. Ahí hay algo que no cierra. En cambio si bien en el libro es una mujer mucho más grande, parece más joven. Y todavía tiene mucha expectativa de seducción, como con el chico de la playa. En el caso de prestarle atención a la nena lo hace no por la relación entre ambas (madre e hija), sino porque la considera un par suyo, en cuanto a belleza. Sostiene la idea de que esa mujer, Nina, nada tiene que ver con esa gente, con esos italianos brutos y familia que la rodean. Toda esa parte de la belleza está olvidada en la película. O sea la belleza que es algo que también se pierde. Hay una belleza de juventud que de algún modo todos tenemos, pero otra que especialmente tiene la gente bella. Y eso está puesto en juego: la belleza y la seducción.
¿Encontrás otra diferenciación importante?
-Sí, cuando con su marido, muy a su pesar de ella que estaba en contra, recogen a una pareja de mochileros hippies y descubre un faro en la mujer. Leda ve una libertad que ella no tiene, una experiencia de vida que puede hacer, que existe y que se transforma en ese faro. En el libro hay algo importante: esa mujer que se lleva un artículo que Leda le entrega porque hacen superbuena onda, es quien luego se lo hará llegar al académico quien más tarde, lo destacará mencionándola durante un congreso. Entonces para ella esa mujer la ha rescatado. En el libro te das cuenta que lo que Leda quiera hacer también es rescatar a Nina. Tanto en la novela como en el film, se transforma en una referencia para Nina, quien la ve como una persona distinta, con la que puede hablar. A quien le puede preguntar si en algún momento esto se termina, a propósito de la opresión el apabullamiento y la demanda permanente de la maternidad. Esta cosa disociada de ser feliz e infeliz al mismo tiempo. De querer muchísimo a ese otro ser y por momentos no aguantarlo más. Entonces eso existe, pero es un rescate fallido porque en realidad esta chica no quiere ser rescatada.

El alfiler
“Es ahí cuando viene el tema de la muñeca y cuando tanto en la película como en el libro, surge el momento en que le atraviesa el alfiler. Pero fíjate una cosa, en la película se lo clava de frente y en el libro, Leda está de espaldas, siente el pinchazo hasta ver la punta de esa fina aguja, salírsele por debajo de las costillas. Con mucho odio, como a traición. Es muy gracioso lo que sucede después porque cuando a Leda la llaman las hijas porque no tienen noticias de ella, les dice ‘estoy muerta pero estoy bien’, como si se diera cuenta de que la otra chica la mató. No la mató pero de algún modo sí porque finalmente Nina quiere ser rescatada. Ese rescate era una fantasía de ella.
-En una escena Leda se define como “una madre antinatural” ¿Qué te significa esa frase?
-Me parece que es en el sentido de aquello que es “natural para la sociedad”; pienso que no es la madre que socialmente se espera que sea. Nunca lo fue. Como dice la directora de ‘La hija…’ aún hoy “hay una creencia mítica en la abnegación de las madres y la imposibilidad de creer que una madre puede no querer a sus hijos o necesitar un espacio o que la maternidad no es esa armonía publicitaria desde el embarazo en adelante”. Que hay muchas contradicciones, mucho pesar, muchos impedimentos, sobre todo en el siglo XX con el desarrollo de las mujeres a otros campos profesionales. Nadie se plantea si un hombre es un académico o si viaja a congresos. Para cuidar a los hijos está la mujer, parece natural y nadie juzgaría a ese hombre que se va.
Argerich
“Si lo pensás también es muy gracioso, en un documental que hizo la hija de Martha Argerich, (‘Bloody daughter’) hay una parte en la que Stéphanie le recrimina a la pianista cómo no fue una madre más presente y Argerich le dice que ella estaba tocando o dando conciertos por el mundo. Que estaba trabajando. Y uno piensa que los padres son ausentes pero para que exista tal reclamo debe ser una ausencia verdaderamente pronunciada. Yo creo que lo antinatural pasa por ahí. Y la película tiene repercusión porque como dice la directora “trae un tema que está bastante romantizado y hay que ver la parte oscura que tiene”.
-¿Qué representa la muñeca y todo el proceso de Leda en su cuidado?
-Ya dije la muñeca representa por un lado la disrupción, en la película parece ser que fueran celos. En el libro esa disrupción, ese quedarse con la muñeca tiende más a ver de qué modo explota. ¿Viste aquello que dice la izquierda ‘cuanto peor mejor’? O sea llevarlo todo a ese lugar de explosión. Sacarlo de ese lugar de fantasía. Pero por otro lado, en el film el robo está representado como un juego. Hay como una infantilización del personaje de Olivia, de esconder la muñeca, de comprarles vestiditos. Y en el libro hay una cosa bien interesante, porque da la sensación que a Leda no le gustan los chicos porque considera que no saben cuidar a las muñecas. A ella no le gustan los chicos pero sí las muñecas. Entonces surge el episodio de cuando le prestó a una de las hijas su muñeca y en dos o tres segundos la piba la destrozó. Después ella termina tirándola por la ventana y reventándola de la bronca. También le parece que esta muñeca que esconde está maltratada. Que está sucia, que tiene gusanos adentro, con barro, toda rayada. Entonces es como si esa muñeca tuviera que estar en mejores manos.

¿Cuál sería esa diferencia?
-En el libro ella no la esconde. La tiene pero todo el tiempo está pensando que la va a devolver. Por eso está la escena del film en la que se la ve en la terraza, cuando viene Giovanni (Ed Harris) y la ve. Pero hay otras escenas en las que Leda la esconde: en la alacena, detrás de los artículos de limpieza. Esto es como un juego, de trampa que en la película la vuelve un personaje más oscuro. En cambio en el libro está la idea de ‘ahora la limpio, la devuelvo y se va a poner contenta’. Hasta que finalmente esa devolución es donde de alguna manera se pone de manifiesto la voluntad de rescate. Y cuando todo explota se da cuenta que la otra no quiere ser rescatada.
– ¿Creés que llamar el film “la madre oscura” hubiera sido más disruptivo?
-Es interesante porque en verdad, ‘La hija oscura’ también es ‘la madre oscura’, porque en estas novelas de Ferrante la mujer es madre y es hija y en el libro está más subrayada la relación de ella con su propia madre y la relación con sus hijas como madre. Como había cosas que no había podido hacer con su madre, quiere hacerlas con sus hijas. Por ejemplo jugar con ellas como si fuera una muñeca. Odiaba eso pero igual se dejaba porque su mamá no se lo había permitido. Son como los dos roles a la vez. Lo que es interesante en la novela y se pierde en la película y se transforma en otra cosa.
– ¿En qué cosa?
-Cuando Leda en el film habla con sus hijas y ellas le preguntan consejos, sobre el pelo, pavadas, o trucos, busca consolarlas en algún aspecto de su arreglo personal. Ahí aparece como una figura empática. Mientras que en la novela tenemos que volver a pensar en Mónica Bellucci porque las hijas de Leda no tienen su belleza. Aparecen no agraciadas físicamente y es como si le reclamaran a su madre cierta mezquindad por el hecho de no haberles heredado su belleza. Entonces por tratarse de una mujer privilegiada, hay llamadas telefónicas pidiéndole consejos o consuelos, casi a modo de reclamo, de un resentimiento imposible de saldar porque las cosas son como son.
-Por último, ¿hay alguna escena que haya incidido desde lo personal, incluso en relación a la maternidad?
-No hay ninguna escena que me haya movilizado, la película me parece interesante, principalmente este claroscuro de la maternidad que plantea. ¿Si significó algo en el deseo de la maternidad? No porque nunca tuve ese deseo. Pero fíjate cómo es la cuestión social, yo no sólo no tuve deseos de ser madre, tampoco quise casarme. Soy soltera de pura cepa. Tuve la oportunidad de casarme muchas veces, pero no quise en las condiciones de mi generación, hoy las nuevas quieren pactar de otra manera. Pero nunca quise someterme a la voluntad de nadie. De hecho fui una hija muy difícil para mis padres.
Muy buena entrevista.
Muchas gracias!
¡¡Muy buena nota!! Excelentes análisis de la peli. Comparto la mirada.
Muchas gracias por tu devolución!!