Este no será un buen artículo periodístico si nos atenemos la las buenas prácticas de la prensa.
Un buen periodista debe ante todo saber desprenderse de cualquier referencia emocional y describir lo que sucede con la mayor imparcialidad posible.
Pero de vez en cuando surgen situaciones que aunque estén dentro de lo probable, hacen tambalear la estantería de quien hace periodismo, con una vana sensación de descreer de lo que se entera.
Falleció Reutemann, Carlos, el Lole. Como se prefiera nombrarlo, y los que hemos disfrutado o sufrido con sus campañas vamos a demorar en asumirlo.
¿Fue el mejor piloto según afirman sus fanáticos?
Seguramente no .
¿Fue uno de los mejores de su época? Sí, sin lugar a dudas.
Uno de los elegidos en una era romántica y peligrosa, muy peligrosa, donde muchos de sus rivales quedaron en el camino.
Amado por muchos y denostado por otros tantos mientras fue deportista, continuando en esa condición cuando se dedicó a la política.
Consiguió que un país entero se convirtiera en “tuerca” luego de los 5 campeonatos de Fangio quince años antes.
Consiguió que en base a su capacidad fuera contratado por los mejores equipos de la Fórmula 1.
Logró que haber perdido el tan largamente buscado título mundial por un hocico diera una razón más a los autores de la maldita frase “el segundo es el primero de los perdedores”.
Fue un piloto versátil, uno de los pocos que subió al podio en Rally, Sport Prototipos y Fórmula 1.
Fue despectivamente llamado campeón de la mala suerte, hecho discutible si los hay….
Fue un ejemplo de caballerosidad deportiva, algo que muchos campeones con tres, cuatro o siete títulos no pueden afirmar.
Fue para mí, por una cuestión de edad, un referente de deportista.
En las buenas y en las malas.
No lo conocí personalmente, apenas una foto y un breve intercambio de palabras, pero haber seguido su campaña desde los 11 hasta los 20 años con peleas, discusiones, alegrías, expectativas y tristezas bien me habilitan para escribir este mal artículo periodístico.
Pero hay un logro que Carlos nunca sabrá: haber conseguido que me levantara un domingo a las 7 de la mañana para sentarme frente al televisor descalzo, en shorts y remera muerto de frío a ver sus carreras, algo que ni mis viejos consiguieron …
Hasta siempre Lole. Te vamos a extrañar.
Fotos: fast-mag/ Visión Auto/ motorsport