Durante la Jornada Mundial del Enfermo y también día en que el Papa Francisco declaró santa a la beata Mama Antula. En Argentina el arzobispo de San Juan, monseñor Jorge Lozano, sostuvo que fue pionera en destacar la dignidad femenina y su lugar en la evangelización en tiempos en que solo se consideraba a la mujer para ser madre o monja. Hablaba muy bien español y quechua, y misionaba en las comunidades originarias junto con los sacerdotes jesuitas antes de su expulsión en 1767. Fueron los quechuas quienes la bautizaron en su lengua como “Mama Antula”, diminutivo de Madre Antonia”.
La Santa emitió sus votos en la Compañía de Jesús, donde comenzó una vida retirada junto a sus pares, a quienes se las conocía como beatas. Allí se dedicó a educar niños, cuidar enfermos y asistir a los más pobres y vulnerables.
“Las beatas eran mujeres que vivían en sus casas, pero María Antonia sale de su casa y emprende un camino por todo el país, algo impensado en la historia latinoamericana”, explican José Torres de Argañaras y Damián Abregu, integrantes de la Familia Mama Antula, un grupo de fieles que le son devotos.
Por su parte, la familiar lejana, Graciela Fanti, que se dedicó a escribir las acciones de Mam Antula sostuvo que “aunque siempre, mi abuela, cuando se refería a María Antonia, le decía La santa. En el pueblo de Silípica, en el medio de la selva, para ellos siempre fue santa, fue una santa en vida”.
Que Mama Antula nos cure “las lepras del alma”
En su homilía leída en italiano, el Papa Francisco resaltó que “en un contexto marcado por la miseria material y moral”, la nueva santa “se desgastó en primera persona, en medio de mil dificultades, para que muchos otros pudieran vivir su misma experiencia”.
Así, Mama Antula “involucró a un sinfín de personas y fundó obras que perduran hasta nuestros días. Pacífica de corazón, iba ‘armada’ con una gran cruz de madera, una imagen de la Dolorosa y un pequeño crucifijo al cuello que llevaba prendida una imagen del Niño Jesús”.
También recordó que la santa argentina solía decir que “la paciencia es buena, pero es mejor la perseverancia”, e instó a que su ejemplo y su intercesión “nos ayuden a crecer en la caridad según el corazón de Dios”.
“Y hoy pensamos en María Antonia de San José, Mamá Antula. Ella era una vagabunda del espíritu. Viajó miles de kilómetros a pie, a través de desiertos y caminos peligrosos, para traer a Dios. Ella es hoy para nosotros un modelo de celo y de audacia apostólica. Cuando los jesuitas fueron expulsados, el Espíritu encendió en ellos una llama misionera basada en la confianza en la Providencia y la perseverancia. Invocó la intercesión de San José… Oremos hoy a María Antonia, Santa María Antonia de Paz de San José, para que nos ayude tanto. Que el Señor nos bendiga a todos”.
Mama Antula
La fundadora de la Casa de Ejercicios Espirituales de Buenos Aires nació en 1730 en Silípica, Santiago del Estero, y murió el 7 de marzo de 1799 en Buenos Aires. Cuando tenía 17 años María Antonia realizó voto simple y privado para consagrarse a Dios, añadiendo el nombre de San José al de su bautismo. Colaboraba con los sacerdotes jesuitas en tareas de apostolado y la realización de los Ejercicios Espirituales. Al ser expulsados por decisión del Rey Carlos III de España, ella, mujer audaz y emprendedora, recorrió a pie casi 5000 kilómetros promoviendo por las provincias del Norte y luego en el Río de la Plata la organización de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio.
En 1795, a los 65 años, fundó en la ciudad de Buenos Aires la “Santa Casa de Ejercicios”, ubicada actualmente en Avda. Independencia y Salta.
Los milagros que permitieron la canonización
Para llegar a la canonización, la Iglesia Católica comprobó dos milagros realizados por intercesión de María Antonia de San José de Paz y Figueroa. El primero de ellos se produjo en 1904, cuando una de las hermanas Hijas del Divino Salvador, Rosa Vanina, fue curada de una colecistitis aguda con shock séptico -enfermedad potencialmente mortal aún hoy- sin que la ciencia pudiera explicarlo cuando las beatas rezaron por su restablecimiento con reliquias de la santa.
El 2 de julio de 2010 el Dicasterio de las Causas de los Santos, a través de la autorización del papa Benedicto XVI, reconoció “las virtudes cristianas en grado heroico” de María Antonia de Paz y Figueroa, paso necesario para la beatificación. Y el 4 de marzo de 2016, el Papa Francisco hizo lo propio para reconocer el milagro de la sanación de Vanina Rosa por intercesión de Mama Antula y declararla Beata.
El segundo de los milagros se trató de la curación de Claudio Perusini, un santafesino que había sido alumno de Jorge Bergoglio y en 2017 sufrió un accidente cerebrovascular que lo dejó en estado vegetativo. Los estudios señalaron que le produjo un ictus isquémico con infarto hemorrágico, coma profundo y shock séptico con fallo multiorgánico. Una tomografía indicó, además, un infarto extenso del tronco encefálico.
Para los médicos, no había cura posible: o quedaba así por meses, e incluso años, o moría en el corto plazo. Hasta que un amigo suyo, jesuita, llevó una estampita de Mama Antula al hospital Cullen, donde se encontraba, y le rezó pidiendo un milagro. Y se produjo: el cuadro de Perusini se revirtió totalmente.
Con información de Vatican News, AICA, C5N, medios locales de Santiago del Estero.