Aunque ella realce el aspecto visual del arte, parece inevitable no suponer a todos nuestros sentidos en juego frente a cualquiera de sus obras. Es que el mundo Astorga no da lugar al relojeo distraído. Mirar en serio. Acaso nada mejor que animarse a recorrerlo a partir de esta entrevista.
– Carne, piel, paredes ¿cómo reconocés esta nueva etapa de tu producción artística y cuál es, si existe, el eje que conservás en el recorrido?
-Toda producción artística creo, está anclada en obsesiones, intereses, experiencias y la mía rodea la idea de PIEL y sus derivas. Es el eje de lo que produzco. Me interesan los lugares de contención, cómo se construyen, cuál es el contexto, lo que se recuerda, lo que se piensa o no sobre la vivencia, lo que nos identifica individual y colectivamente. Me importa lo social, lo político….toda esta batería de conceptos es la que se pone en juego a la hora de hacer o proyectar una pieza. Y como soy una artista visual me importan los materiales, las formas, los colores, las texturas, los objetos Todo tiene un significado, una evocación y me atrae intentar armar un “discurso inasible” porque cada uno VE lo que puede.

– ¿Cómo surgió Nosotras Proponemos? ¿Cuál es la cosecha hasta el momento y qué esperás en lo inmediato?
-NP surgió del hartazgo. Del hartazgo de las artistas mujeres y el lugar que ocupamos en este sistema del arte patriarcal. El detonante fue la muerte de Graciela Sacco, en 2017. A partir de una charla que mantuvieron dos artistas sobre lo que había padecido Graciela: la tristeza, la frustración, el destrato, etc. es que se genera la escritura de nuestro compromiso de práctica artística feminista. Somos una asamblea de trabajadoras del arte. La cosecha hasta el momento, es buena. Algunas situaciones se han movido, van cambiando. Ahora creo que al momento de armar una muestra o hacer una adquisición están un poco más atentos a que no pueden incorporar sólo artistas hombres. Hace poco, desde una institución me dijeron “qué bueno lo del tarifario, porque nos ordenó, tenemos más idea de cuánto pagar”- (el tarifario fue elaborado con otras organizaciones).Lo más importante es que ya no pueden pensar en hacer una exhibición sin tener un presupuesto para honorarios. No pueden pedirte una obra nueva para mostrar sin que no haya presupuesto para la producción. Somos los que proporcionamos contenido a las instituciones con nuestros trabajos. Todos cobran: el director de un museo, el guardia de sala, el curador, ¿por qué nosotros no?! Pero existen artistas que se conforman con pensar que todo le sirve de promoción, de visibilidad, para el CV y así, la pelea se hace ardua…Creo que todo parte de la educación. Mientras en las escuelas primarias la hora de plástica, de música sea la hora libre, es difícil poner al arte en el lugar que necesitamos para que la existencia sea plena. Todavía queda un largo trabajo por hacer.
– En más de una entrevista te referís al arte como una provocación a la mirada ¿cómo convive esta idea con la sobrevaloración de la observación a través de las redes?–
-El arte visual, es VISUAL. La imagen debe ser lo que cuente, relate, evoque, provoque y a eso me refiero. Que no haya palabras que terminen de describir lo que es. Se me viene a mi cabeza la imagen de la obra de Meret Oppenheim, “ Desayuno con pieles” o algunas instalaciones de Anna María Maiolino, para mí frente a esas obras visuales, no hay palabras que las terminen de definir, ni aun la del artista. Las redes no están hechas para el arte. Podés ver muchas imágenes que son la representación de una obra, son fotos. A no ser, que esa imagen esté pensada para el medio “redes” y utilice ese formato bidimensional, que tenga en cuenta el medio al momento de ser proyectada o sea una fotografía. Uno puede ver la foto de una instalación de Mona Hatoum pero jamás va ser lo mismo que estar frente a esa instalación. No hay una relación espacial corporal. No es la obra. Ahora, a mí me encanta ver imágenes de obras por IG
– En esa línea ¿evaluaste abordar ese espacio con alguna obra o concepto disruptivo?
La verdad que por ahora, no. No es una herramienta que por ahora me llame la atención.

– ¿Tenés alguna hipótesis sobre el destino del artista en tiempos de redes y algoritmos?
No. Si bien las redes nos consumen bastante tiempo, no creo que sea lo mismo estar escuchando un concierto en el Colón, un recital al aire libre, que escucharlo por alguna plataforma que reproduce música. Supongo que ya debe haber artistas que están trabajando con esas herramientas.
– Probablemente sea una idea tonta pero ¿hacés un seguimiento de tus obras (vendidas o aquellas que se exhiben en distintos museos) ¿Qué te pasa con eso?
-Cuando la obra se vende ya no es mía físicamente. Ahora, si la veo mal expuesta o le falta una parte…lo marco, porque esa no es mi obra. Soy muy obsesiva pero también entiendo que ya no me pertenece y el dueño puede hacer lo que quiera. De todos modos si tengo la oportunidad de decirlo, lo hago.
– ¿Las muestras y exposiciones en general se viven como un estreno ¿hay alguna que recuerdes o valores de manera espacial?
-Sí, para mí es una fiesta la inauguración. Es el momento en el que me importa lo que piensa el espectador, necesito su devolución. Es el momento de compartir. Se cierra de alguna manera el círculo. La que recuerdo de manera especial es la que hice en una galería en CDMX. Primero, no podía creer que estuviera inaugurando en otro país y fue muy raro porque como no me conocían físicamente, podía escuchar lo que la gente opinaba sinceramente. Fue una inauguración diferente.
– Por tus vivencias, la travesía como artista deja entrever conceptos antropológicos, filosóficos, también psicológicos ¿qué te pasa con la motivación por crear, pesa aún el karma del lienzo en blanco? (por definirlo de algún modo)
-Sí, a veces pesa, pero también me pasa que ya conozco mi manera de producir. No soy la artista que va todos los días al taller, a no ser que esté desarrollando algo. Me nutre la ciudad, la gente, arreglar mi jardín, ver amigos, leer algún libro, ver una buena película o serie, leer los diarios…la vida. Y sí tengo una necesidad de trabajo manual, de estar en contacto con los materiales, de conocer cómo funcionan, las posibilidades que ofrecen. Cuando sé cómo responden puedo sentarme y bocetar en la computadora tarea que también disfruto.

– La dinámica que vive el artista también podría imponer un patrón respecto de lo cotidiano ¿qué cosas aún te conmueven y qué temas no considerarías nunca en tu trabajo?
-A ver, no considero ningún tema en mi trabajo. Observándolo en el tiempo y con distancia y reflexionando sobre mis intereses, deduje que el concepto de piel como contenedora de un cuerpo, como el órgano más sensible que registra, como identidad y todos sus significados es lo que lo une. Lo cotidiano no está escindido de mi obra ni lo que pienso, ni lo que soy, ni lo que siento y mucho menos lo que me conmueve. No me interesa la ilustración de nada, no existe “con esta obra quise decir”, no. La verdad es que yo no quiero decir nada con mi trabajo, sólo me impulsa el deseo de hacer una imagen que me pertenezca, que de algún modo sea parte de mí, sentir una identificación, y en el mejor de los casos, que quien la vea, pueda sentir una similar identificación. Eso me importa. Una vez un respetado y querido historiador me dijo: ‘hacer arte es respirar cada vez más profundo y sacaaaar. Inspirar y expirar’. Soy un ser social y confío en que con alguna de las imágenes que he producido, o con el conjunto, esté armando un discurso visual de mi época. ¿Qué me conmueve? El covid, nos atraviesa a todos nos demos cuenta o no, lo asumamos o no. Ya nadie es el mismo. También la pobreza, la falta de empatía, el egoísmo, el amor, el arte, un paisaje, la arquitectura, el diseño, la intolerancia, el feminismo, mis hijos…

– También sos integrante de ‘Las desesperadas por el ritmo. Contame de qué se trata esta experiencia…
-Las Desesperadas por el ritmo somos un grupo de artistas y amigas que desde el 2014 nos juntamos a divertirnos, charlar, comer, hacer karaoke, acompañarnos… En esos encuentros uno de los temas recurrentes era la situación de las artistas mujeres dentro de nuestro mundillo. Y en una de esas noches se nos ocurrió hacer una copla nombrando a artistas mujeres, “sólo” eso, para hacernos visibles. Hicimos una lista con el aporte de cada una, creo que dura unos 10 minutos y está abierta para seguir agregando. (Y después esa lista de nombres la tomamos como base para una acción que realizamos en la fachada de Malba con Nosotras Proponemos, en el momento que lo dirigía Agustín Pérez Rubio) Nos presentamos en público por primera vez en un evento que organizó Ana, una de las Desesperadas, en un espacio que ella gestionaba en La Boca. A partir de allí empezamos a hacer diferentes actividades, lecturas, grabamos la copla por invitación de Hana Ciliberti y estamos en spotify ( juajjajajaja). También hicimos otro tema: el RAP ANTISOCIAL, el año pasado armamos una cooperativa en donde producimos objetos de arte y diseño, por ahora hicimos sólo uno pero la idea es continuar. El jueves 2, pasado, inauguramos en el Centro Cultural Recoleta una muestra: Videntes y espumantes, un ritmo alucinante. Vamos accionando de diferentes maneras y como podemos. Cada una tiene su agenda, nos cuesta estar las 8 juntas. Formamos las desesperadas: Ana Gallardo, Marina De Caro, Elba Bairon, Mónica Millán, Cristina Schiavi, Adriana Bustos y Silvana Lacarra.
– Adoptaste esta ciudad como propia, pero también debés haber visto varias Buenos Aires ¿con cuál te quedás de las que te cobijó y qué te representa volver a Mendoza y exponer tus trabajos allí?

-Sí, Buenos Aires es la ciudad que elijo para vivir a pesar de muchas cosas. Me resulta difícil pensar con cuál me quedo. La que vengo viendo hace varios años, seguro que no. Me gustaría verla más brillante, más empática, más solidaria. Y Mendoza…es una parte mía, donde me formé…la que me armó esa batería de imágenes que tengo, ahí vi por primera vez. Soy mendocina y me gustaría hacer una muestra allá, sí.